Teatro

Rosario Zúñiga y su estela en el teatro

Dejó en nuestra memoria su presencia escénica a través de los personajes a los que dio vida. Egresada de la Escuela de Arte Teatral del INBA, nos maravilló con su personaje de la madre de barrio en la obra “De película” que Julio Castillo dirigió en 1985-1986.
martes, 27 de junio de 2023 · 08:43

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El 18 de junio la actriz Rosario Zúñiga falleció a los 59 años de edad. La comunidad teatral se conmocionó y entristeció por su pronta partida y fue velada en Gayoso el 20 de junio.

Rosario Zúñiga dejó en nuestra memoria su presencia escénica a través de los personajes a los que dio vida. Egresada de la Escuela de Arte Teatral del INBA, nos maravilló con su personaje de la madre de barrio en la obra “De película” que Julio Castillo dirigió en 1985-1986. Aquella mujer que llega tarde al cine con su esposo, que interpretaba Damián Alcázar. La que lloraba y se emocionaba frente a la pantalla y nos hacía creen en la idiosincrasia del mexicano. Fue parte del Centro de Experimentación Teatral del INBA, con sede en el Teatro el Galeón y participó en otras obras como “Grande y pequeño”, dirigida por Luis de Tavira, y “El balcón” por el francés invitado, George Lavaudant.

Fue la hermosísima Yamanic de “Los enemigos” de Sergio Magaña dirigida por Lorena Maza, con la Compañía Nacional de Teatro en 1989 en el teatro Julio Castillo. En aquella obra espectacular donde los personajes de Daniel Giménez Cacho y Eduardo Palomo rivalizaban por su amor y por el dominio de su tribu. Ella contaba sus vicisitudes de mantenerse oculta debajo del agua respirando a través de un popote y salir en el momento oportuno para sorprender a Queché.

Rosario Zúñiga se caracterizaba por su sonrisa, su optimismo y dulzura. Sus colegas resaltaron su compañerismo y su generosidad, sus capacidades histriónicas y su paso por los escenarios, la televisión y diversas series en las que participó.

El teatro es efímero y corroboramos que solo queda la experiencia de los espectadores al compartir el hecho escénico con ella y a la historia del teatro mexicano que la rememora.

En el 2001 participa en la obra “Sabor amargo”, de mi autoría, que se presentó en el Foro Shakespeare y el Teatro Sergio Magaña, con el apoyo de la Secretaría de Cultura de la CDMX. Ella era la madre de una familia disfuncional, llena de violencia y abuso. Compartía reparto con Max Flores, como su hijo, Rodolfo Arias como su amante y Sofía Espinosa como su hija.

Se entregaba al teatro de manera total; de cuerpo entero; con conciencia de la colectividad. Convivía fraternalmente con los actores con los que trabajaba y se compenetraba con las directrices que proponían los directores en cada una de las obras.

Una de sus intervenciones más significativas en el 2014 fue en la obra “Nueva York versus el Zapotito”, escrita por Verónica Musalem, dirigida por Hilda Valencia con la escenografía y la iluminación de Mónica Kubli. La obra hablaba de migración, del mundo del circo y las tradiciones en una ranchería de Oaxaca. Fue estrenada en el Teatro el Milagro, obtuvo premios y giras por diferentes estados. Su actuación estaba cargada de ternura y complejidad.

Participó también en varias obras de cabaret. En el Teatro el Hábito, dirigida por Jesusa Rodríguez y texto de Carlos Monsiváis. “Víctimas del pecado neoliberal” en 2010. La veíamos transformarse y nos hacía reír acompañada de Regina Orozco, Tito Vasconcelos, la misma Jesusa y la música de Liliana Felipe.

Rosario Zúñiga se entregó al teatro, y a su compromiso con la actuación. Está presente, aunque va a hacer falta. Siempre la recordaremos como una gran mujer y una excelente actriz. 

Crítica publicada el 25 de junio en la edición 2434 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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