CONTRAPLANO

"Post Mortem": cadáveres presentables

Singular película de terror producida en Hungría, que mezcla un drama de un pueblo miserable y desolado, con situaciones de posesión de difuntos que acechan a los vivos por maltratarlos después de fallecidos.
jueves, 22 de junio de 2023 · 13:04

MONTERREY, NL (apro).– En la Primera Guerra Mundial, Thomas se encuentra en el frente de batalla y es herido por una explosión. Colocado en la fosa común, a punto de ser sepultado, es rescatado por un hombre que se convierte en su mentor y que, con el tiempo, le enseña el macabro arte de la fotografía de muertos, que deben estar bien acicalados para hacerlos posar junto a sus seres queridos, en escenas en las que parecen departir como si aún estuvieran vivos.

El oficio lo llevará a una aldea donde se encontrará con cadáveres insepultos, cuyas almas necesitan paz y descanso eterno.

De estreno en cines, "Post Mortem: Fotos del Más Allá" (Post Mortem, 2021) es una singular película de terror producida en Hungría, que mezcla un drama de un pueblo miserable y desolado, con situaciones de posesión de difuntos que acechan a los vivos, por maltratarlos después de fallecidos.

El director y coguionista Peter Bérgendy crea una película que si bien tiene sobresaltos, busca apartarse del cine de Hollywood, tan lleno de situaciones que buscan únicamente provocar sustos para un público mayormente juvenil.

En esta historia, Thomas (Víktor Klem) tiene una evidente atracción insana hacia los muertos. Como integrante de una caravana de cirqueros que comercian con historias del más allá, ha desarrollado a un nivel de arte el oficio de capturar la última imagen del ser querido exánime, lo que lo hace adentrarse demasiado en el otro lado.

Pero en este pueblo, donde la tierra está congelada, los cadáveres están insepultos, porque no se puede hacer un hoyo para depositarlos y la misma temperatura gélida los mantiene bien conservados. Sin embargo, ese no es el destino que quieren los muertitos ocasionados por la Gripa Española, que causa estragos en Europa. Comienzan a manifestarse de una manera chocarrera y maligna, con asaltos a los aldeanos. Lo que hacen es enviar mensajes al fotógrafo a través de Anna (Fruszina Hais), una niña de 10 años de la localidad que le sirve como médium, y con quien hace equipo, en forma de una relación padre e hija, incómoda y ambigua.

Lenta en desarrollo, la cinta va hilvanándose pacientemente, con momentos que, en la presentación del drama, se vuelven repetitivos. Sin embargo, la misma historia se desborda para comenzar a revelar el misterio que hay en torno a esas apariciones inquietantes, que se conservan como un secreto dentro del pequeño pueblo embrujado.

Los efectos especiales son básicos. Afortunadamente, la digitalización aporta más contexto que espectáculo. Incluso la representación ingenua de los cuerpos que cobran vida, puede parecer una variación de los cadáveres animados de la imaginería coreana, pero en su formato de hace dos décadas. Aquí hay riesgo de humor involuntario, pues incluso hay efectos para mostrar almas en pena que parecen creados con una tecnología primitiva.

Al final se impone la propuesta de los fantasmas que no descansan a causa de los fenómenos naturales. La sencillez de los pueblerinos los lleva a suponer que no habrá consecuencias si se guardan a los cadáveres en espera de mejor ocasión para darles sepultura. Error. Todos ellos vuelven en formas grotescas para pedir un trato decente que les permita, finalmente, llegar hasta el más allá.

Hay en el desenlace una situación de terror en todo el pueblo con una bien conseguida situación de acción que pone al límite a los aldeanos. Levitaciones, telekinesis, apariciones, poltergeist. En un dechado de modernidad, Thomas utiliza sus sofisticados arreos como fotógrafo para tratar de entender las razones del horror y enviar a los espíritus al otro mundo.

Como producción de cinta de terror de viejo cuño, provoca mucha inquietud en esta villa donde sus habitantes tienen que arreglárselas solos, con un salvador improbable.

Desde "Taxidermia" (2006), la exhibición grotesca, pesadillezca y brillante de Gyorgy Pálfi, mezclada con comedia ácida y realidades alternas, Hungría no había presentado al mundo una cinta que provocara inquietud por temáticas de terror.

Vale la pena entrar en este mundo antiguo de "Post Mortem", donde se vive en una atmósfera surrealista, en la que los aldeanos conviven incómodamente con los difuntos.

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