Cine
Araña sagrada
En la ciudad santa de Mashhad, Irán, ocurrieron 16 crímenes de prostitutas entre 2000 y 2001. Aquel caso del asesino serial Saaed Hanaed, apodado "La araña" por la forma en la que enredaba a sus víctimas con la hiyab, inspiró al cineasta Alí Abassi para realizar "Araña sagrada".CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En la ciudad santa de Mashhad, Irán, ocurrieron 16 crímenes de prostitutas entre 2000 y 2001. Aquel caso del asesino serial Saaed Hanaed, apodado La araña por la forma en la que enredaba a sus víctimas con la hiyab, inspiró al cineasta danés-iranio para realizar Araña sagrada (Holy Spider; Dinamarca-Alemania-Suecia-Francia, 2022).
Además de que ya existe un documental sobre el asunto (And Along Came The Spider, accesible en YouTube), el realizador danés-iranio Alí Abassi decidió hacer un thriller para contar la historia. La necesidad de objetividad en el documental pone distancia, la ficción se permite dramatizar los hechos más de cerca. Por razones obvias, la cinta fue rodada principalmente en Jordania.
Si el recurso a un género tan morboso también permitiría la evasión del espectador, Abassi lo obliga a involucrarse moralmente con la manera directa y naturalista de filmar sexo explícito, una felación, y asesinatos con los ojos de la víctima dirigidos a la cámara; la supuesta religiosidad del criminal que mata bajo el pretexto de limpiar de sus vicios a Mashhad, centro de peregrinaje al santuario del Imam Musa ar-Rida, y que una vez cometido el crimen, Saeed (Mehdi Bajestani) realiza una llamada anónima a la policía para resaltar su mérito, exige una toma de partido en el público.
Desde Teherán llega Rahimi (Zar Amir-Ebrahimi), una periodista dispuesta a desenmascarar al asesino, sobre todo porque sospecha negligencia por parte de la policía; cosa que no hace más que reafirmar la descalificación de las autoridades, pues Rahimi había denunciado a su exjefe por acoso sexual; si ello le costó perder el trabajo y ser mal vista en las redes, ahora el intento de abuso no se hace esperar; la aceptación tácita de la policía del asesino que hace el trabajo sucio por ellos es patente.
Saeed, trabajador de la construcción, quien participó en la guerra de Irán contra Iraq y dice sentirse culpable por haber sobrevivido y no haberse ofrendado, es un individuo que vive bajo el disfraz de esposo y padre de familia, puritano cuyo perfil gusta y se hace popular en las redes de la cultura misógina, misma que condena de antemano a las mujeres quienes recurren a la prostitución.
En el manejo de suspenso y gramática narrativa, Araña sagrada evoca la técnica de Hitchcock en Frenesí (1972), aunque con cierto paralelo a Taxi Driver (1975) por este vigilante fanático y no el Travis de Taxi Driver --que logra una cierta forma de redención, por lo menos de acuerdo a Scorsese. Más cercano a Jack el Destripador se halla Saeed: Alí Abassi deja clara la perversidad de dicho vigilante en su obsesión por las prostitutas, o en aquella escena donde hace el amor con su mujer mientras observa una parte del cadáver de una de las prostitutas. El horror auténtico que provoca esta “araña sagrada” proviene de la construcción social y cultural, de esa frase que deja un tufo de podrido en cualquier cultura misógina cuando se dice que la víctima se lo habría buscado.
Alí Abassi realizó esta su tercera cinta antes del asesinato de la joven castigada por llevar mal puesta su hiyab y de las protestas y represión que desató, no se diga ya de los ataques con químicos a chicas estudiantes en 20 provincias de Irán desde finales de noviembre de 2022.
Importa no perder de vista que Rahimi, alter ego del director, no alcanza siquiera a desarrollar un discurso feminista, apenas logra balbucear su derecho a ser aceptada; ella y las víctimas, como seres humanos.
Crítica publicada el 23 de abril en la edición 2425 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.