Artes Plásticas
Los dibujos del adolescente Francisco Toledo
La muestra que acaba de abrirse en el Centro Nacional de las Artes forma parte del acervo de inéditos rescatado por la Colección Ponce Kurczyn. Son los trazos del joven oaxaqueño aspirante a artista, como explica el curador de la exposición en este texto preparado para Proceso.
Ciudad de México (Proceso).- Antes de la que llamaremos Nueva Historia Cultural, a los investigadores les preocupaba el registro de los hitos y las victorias, los documentos palpables y los ganadores. Limitaban la lectura del arte como un producto especial, divino, inalcanzable para la gente; y condenaban a los artistas a ser apreciados desde su consolidación, desde su mito.
Algo así podría haber sucedido con la vasta obra del maestro Francisco Toledo: la conversión del hombre a semidiós.
Sin embargo, su obra jamás persiguió la agónica meta de convertirse en canon. A diferencia de la rígida manera de pintar en la mitad del siglo XX: exaltando los valores del proletariado o acariciando lo cósmico y espiritual, la obra del maestro juchiteco muestra lo más sensorial, burdo, animal, carnívoro y humano.
No, la obra de Francisco Toledo está ausente de agobio por pertenecer al Pantheon del arte mexicano. Dicho sea de paso, no significa que no haya admirado y aprendido del canon. El mismo maestro afirmó su admiración por el muralismo, y su influencia incuestionable de Rufino Tamayo.
Sobre Francisco Toledo, la historia del arte había acordado situar el inicio de su carrera artística alrededor del año de 1963, después de su exitoso regreso de Europa y de su muestra en solitario en la Galería de los Contemporáneos de Antonio Souza, un año atrás. Investigaciones como las de Teresa del Conde fueron esenciales para redescubrir su obra temprana: la autora recuperó la exposición “Nuevos exponentes de la pintura mexicana”, celebrada en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (MUCA) de la UNAM en 1958, en la que el joven Toledo fue apreciado como un artista que dibujaba “con la genialidad y limitaciones de un niño”.
“Sementera. Dibujos adolescentes de Francisco Toledo”, es el nombre de la exposición que desde el pasado jueves 26 se muestra en la Galería Arte Binario del Centro Nacional de las Artes (CNA), y construye una serie de coordenadas para comprender la primera producción artística del artista oaxaqueño, específicamente en la segunda mitad de la década de los años 50 del siglo XX. Son 80 dibujos exhibidos de los 110 que posee la Colección Ponce Kurczyn (CPK). Se trata de obras bastante mundanas en las que encontramos una auténtica conciencia de ser un agente artístico por vez primera; en ellas plasma una visceralidad joven e inocente, observante e inmediata. Las primeras semillas lanzadas de lo que germinó como la vasta carrera de Francisco Toledo.
FOTO 2: Cortesía Colección Ponce Kurczyn
En este conjunto de dibujos, Toledo no busca convertirse en un mito. Está inmerso en un ejercicio intenso de autodescubrimiento, aprendizaje y autorreflexión; plasma su realidad circundante más próxima y sus influencias artísticas más frescas. Inicia con su intenso estudio de la línea y las formas. Se percibe al aprendiz más que al maestro. No son casuales las escenas que nos recuerdan el surrealismo de Guillermo Silva Santamaría, profesor de gráfica de Francisco Toledo, o la yuxtaposición cromática y la exploración matérica que nos acercan a Rina Lazo, maestra de Dibujo Aplicado en el Centro Superior de Artes Aplicadas, donde acudió el artista juchiteco a su llegada al Distrito Federal.
Además del acercamiento a las temáticas que posteriormente desarrollaría en su vasta producción artística, como la sexualidad y la animalia, la obra que atesora la CPK devela un Toledo inusitado: el naturalista. Toledo muestra una observación de su entorno con una serie de retratos completamente inéditos de personas reales, dibujados en su plena juventud. Profundos, amorosos, con una intensidad estética que abraza cada rincón de sentido. ¿Quiénes son ellos?
Posiblemente habitantes de la casa de José Medleg, empresario de origen árabe que hospedó a Toledo a sus diecisiete años en su primer arribo a la Ciudad de México.
Luis Cardoza y Aragón, amante incondicional de la producción del oaxaqueño, mencionó: “Toledo no se ha renovado, nació renovado”. Esta serie de dibujos jamás expuestos y exhibidos en colaboración con el CNA, nos acerca a una de las desmitificaciones más importantes del estudio de la obra de Toledo. Nos confrontan con lo más primitivo de un artista en formación: la sementera, el entusiasmo inicial e inocente de cualquier joven que se ha resuelto por el acto de valentía más trascendental en su vida: la decisión de vivir por el arte. No es fortuita la conexión estratégica entre la CPK y el CNA. Es la posibilidad de presentar a los jóvenes artistas aún aprendices, las primeras exploraciones del maestro oaxaqueño.
Valor histórico y documental
Todo archivo histórico constituye un camino para la comprensión del pasado. Ya sea para el análisis de las tradiciones eclesiásticas de alguna parroquia en algún pueblo, o la indagación de los procesos de crecimiento de la mancha urbana en las ciudades, la conservación de acervos documentales forma parte fundamental en el estudio de la historia.
De esta manera, la Colección Ponce Kurczyn se ha propuesto la misión de atesorar y estudiar los 110 dibujos del maestro juchiteco no sólo como obra artística, sino como un archivo para el análisis del pasado de Francisco Toledo, la conservación de la memoria histórica visual de su primera producción dibujística, y explorar nuevas vicisitudes para comprender y mirar la documentación cultural fuera de las mecánicas burocráticas.
Para lograr dichos objetivos, la CPK ha conformado un grupo de especialistas calificados en la conservación de acervos documentales, dirigido por la conservadora Magaly Cruz de Nicolás. Cabe mencionar que antes de la adquisición por parte de la colección, los dibujos exhibidos en la muestra “Sementera…” carecían de cualquier tratamiento preventivo. Muchos de ellos fueron integrados al trabajo investigativo con grandes problemas de estabilidad, resequedad, faltantes y roturas, debido a la suerte que corrieron previamente a formar parte del acervo. La mayoría de las piezas habían pasado de manos en un mercado primario, primero desde la familia del autor hacia coleccionistas.
Todas las piezas fueron realizadas en papel y cartulina, utilizando grafito, tinta china, bolígrafo o acuarela para generar los trazos de cada dibujo. El proceso de estabilización a cargo de la maestra Cruz de Nicolás ha consistido en estudiar las características materiales de los documentos y el resguardo de la obra. La mayoría estaba en guardas no profesionales, por lo tanto se cambiaron las guardas de primer nivel, se realizó limpieza de los papeles --respetando sus condiciones y huellas históricas-- y se colocaron otras, ya libres de ácido en primer y segundo nivel.
La preocupación de la CPK es tratar y resguardar estos 110 dibujos como soportes duraderos, que coadyuven en las nuevas investigaciones de carácter iconográfico, histórico e historiográfico de Toledo, como parte de un patrimonio intangible, memoria, y conocimiento del arte mexicano.
La obra, exhibida hasta el 28 de enero de 2024 en la Galería Arte Binario del CNA (el programa completo de actividades podrá consultarse en las páginas cenart.gob.mx y lacpk.org.), es un aporte no sólo a la plástica mexicana, sino también a la cultura y el conocimiento del inicio de Francisco Toledo. Es observar los rincones que normalmente la Historia desde Arriba no nos muestra: el inicio del artista antes de su consolidación. Es decir, la juventud y la humildad del aprendiz antes de conformarse como el pintor más importante de México en los últimos cuarenta años.
-----------------------------
* Bernardo González (Ciudad de México, 1990), historiador por la UNAM, es curador de la Colección Ponce Kurczyn. Ha colaborado para el Museo Soumaya, el Centro de la Imagen y fue jefe de Colecciones Internas del Museo Nacional de San Carlos.