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“El Justiciero: capítulo final”: ahora es contra la camorra
Robert McCall (Denzel Washington) alguna vez trabajó como agente secreto del gobierno de Estados Unidos, e incurrió en crímenes que, para su conciencia, son imperdonables. En su retiro, como una forma de reparar el mundo que dañó, vaga por la vida buscando justicia y defendiendo al oprimido.MONTERREY, NL de octubre (apro).- Robert McCall (Denzel Washington) alguna vez trabajó como agente secreto del gobierno de Estados Unidos, e incurrió en crímenes que, para su conciencia, son imperdonables.
En su retiro, como una forma de reparar el mundo que dañó, vaga por la vida buscando justicia y defendiendo al oprimido. No existe nada que pueda detenerlo, pues está convertido en una perfecta máquina para matar y eliminar enemigos de la sociedad.
En El Justiciero: capítulo final (The Equalizer 3), McCall va a una misión al sur de Italia donde resulta mal herido. La convalecencia le servirá para encontrar nuevos amigos y un refugio en un pueblo costero amistoso. Lo malo es que los lugareños son asediados por la maldita camorra, la mafia italiana del sur que lastiman gente pacífica.
Pero los chicos malos no contaban con que el justiciero que vino de Estados Unidos estaba dispuesto a combatirlos y a acabar con todos. Este tipo es como uno de los Siete Magníficos que luego de ajustar cuentas con una banda de facinerosos, en el Viejo Oeste, recaló en Europa donde sigue su campaña para proteger a los indefensos.
La cinta, que pretende cerrar un ciclo exitoso sobre un personaje extraído de TV, está basada en una fórmula infalible que se ahoga en sus propias convenciones. Si bien es muy entretenida, pues hace que los malvados se la pasen realmente terrible mediante refinados métodos de aniquilación, no ofrece ninguna sorpresa ni proporciona mayor tensión.
De hecho, hasta tiene muy poca acción. Hay algo al inicio y una esperada secuencia de catarsis al final, pero todo se concentra en la preparación de una gran confrontación que ocurre en forma de ajuste de cuentas.
McCall es como un Jason Bourne avejentado y de color. Es indestructible, indetectable y es inmune al miedo. Nadie puede aniquilarlo y tiene el mundo prácticamente a sus pies. Aunque siempre se vende la idea de que, afortunadamente, camina por el lado de los buenos.
Toda la cinta está hecha para el lucimiento del estelar, que tiene dones sobrenaturales de ubicuidad, teletransportación y disolvencia. Pues estar en cualquier y sitio, y moverse de ahí, a voluntad y aparecer en cualquier otro lugar sin ser detectado.
El héroe hace evocaciones de sus asesinatos. Se sabe que únicamente actúa contra tipos perversos, pero queda claro que no le provoca ningún placer hacer uso de sus habilidades para la destrucción. Sin embargo, sí proporciona un gran goce, al hacer que esos seres repulsivos paguen por los crímenes atroces que cometen en la impunidad.
Porque lo que hace el pistolero bueno es una masacre con artes refinadas. No solo les dispara a los chicos feos. También los hace que sufran y que perezcan entre gestos de estupor, pues no saben de dónde procede el acero que les lacera la carne y que los envía al otro mundo.
El director Antoine Fuqua ha conseguido hacer con Washington una mancuerna invencible. Bajo su guía el actor obtuvo el Oscar en Día de entrenamiento (2001). Luego emprendieron juntos esta saga del ángel de la venganza, que parece haber llegado a su fin.
El Justiciero 3 es un buen cierre de franquicia, con mucha acción y con un tipo que hace que una comunidad vaya a la cama a dormir con tranquilidad, pues él velará el sueño de todos.