Teatro
Los Colochos y “Mendoza”, versión de “Macbeth”
Mendoza es una obra que ha recorrido mundo desde hace 10 años, en festivales y muestras; ha ganado premios, y ahora tiene una residencia en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, donde presentará varias funciones.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El grupo teatral Los Colochos, con gran sabiduría de la tradición y la idiosincrasia mexicanas, cuentan la historia de Mendoza, versión libre de Macbeth, que revela un sistema de injusticia y explotación, de ambición y traición, encarnado en personajes trágicos que van fraguando su fin.
Antonio Zúñiga y Juan Carrillo, los autores, y Carrillo en la dirección, junto con el grupo de actores de la compañía, despliegan sus habilidades para proporcionarnos un universo fascinante, con pocos elementos materiales y muchos recursos creativos.
Una chamana conduce en gran medida el curso de la historia. Con una máscara de media cara y una gasa blanca como accesorio definitorio del personaje, predice el ascenso de José Mendoza, que se convertirá en general y futuro gobernador. Es oráculo y también cura el desasosiego con las tradicionales limpias. Su predicción sobre Mendoza la alimenta Rosario, su mujer, y ambos terminan con las manos manchadas de sangre, por su anhelo de poder y gloria.
La estructura es la del Macbeth de Shakespeare, pero la recreación la convierte en una tragedia donde los espectadores identifican su historia y su presente. Los textos son crudos y evocativos, contienen lenguaje poético y violencia verbal. Inspirados en Shakespeare –algunas veces reproduciendo la narrativa de Elena Garro y Juan Rulfo–, nos trasladan a la época de la Revolución con nuestros propios referentes.
La música está ahí con una guitarra en manos de un personaje que canta solo o acompañado, teniendo como melodía recurrente la canción de Vicente Fernández “El adiós del soldado”, intercalado con algún canto cardenche o una balada. El canto vitaliza las escenas y proporciona tesituras de tristeza y nostalgia, al mismo tiempo que de fiesta y guerra. Cantan en la última hora de la cantina o alrededor de una fogata en medio del campo.
El cuadrilátero en donde sucede la acción se metamorfosea con sillas y una mesa de cantina de pueblo. Las cuatro esquinas abiertas siempre estarán ocupadas por los personajes, que observan y esperan el momento de entrar a escena. El trazo geométrico que propone el director se complejiza y se proyecta tanto en el andar de los personajes como en el uso de los objetos. Las sillas colocadas en línea o en grupos, de manera vertical y horizontal, crean los espacios. La mesa cuadrada irrumpe en este juego de formas y se arma y desarma, integrando –de manera natural– el movimiento a la escena. La tela blanca crea el mundo femenino, y las conversaciones entre ellas se vuelven confidencias luminosas, conviviendo con el vigor de los encuentros entre los hombres. La sirvienta es uno de los contrapuntos fundamentales de la tragedia; proporciona humor y chipa, sabiduría y desparpajo.
Los actores son Marco Vidal, Mónica del Carmen, Erandeni Durán, Leonardo Zamudio, Martín Becerra, Germán Villarreal, Ulises Martínez, Alfredo Monsiváis, Roam León y Yadira Pérez. Son actores y actrices que impregnan cada escena con su carne, su ser, sus entrañas.
Mendoza es una obra que ha recorrido mundo desde hace 10 años, en festivales y muestras; ha ganado premios, y ahora tiene una residencia en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, donde presentará varias funciones.
En Mendoza hay guerra, rito, pasión y sangre; hay esas ganas de ser más y más, destruyendo todo lo que se los impide, y al mismo tiempo destruyéndose a sí mismos.
Mendoza es un Macbeth que conmueve e impacta quedándose en nuestro ser. Hace brillar en todo su esplendor la magia del teatro y llegar a lo íntimo de nuestra esencia como mexicanos, para convertirnos en colectividad y vivir las tragedias humanas desde el fondo de nuestras raíces.