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“Operación Mincemeat”

"Operación Mincemeat" es la adaptación del libro de un columnista del Times, Ben Macintyre, quien investigó el asunto a fondo y logró un ensayo histórico que se lee como la mejor novela de espías.
sábado, 4 de junio de 2022 · 15:25

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Hitler comenzaba a perder fuerza en el norte de África; para las fuerzas aliadas, en 1943, la primera muralla que había que derribar era Sicilia. Churchill pensaba atacar con 100 mil hombres, pero como el objetivo era obvio los nazis habían hecho el acceso impenetrable; la invasión hubiese costado decenas de vida de soldados si no hubiese sido por la estratagema armada por un pequeño grupo de espías en Londres, la Operación Mincemeat, concebida a partir de una idea de Ian Fleming, el futuro creador del Agente 007.

Operación Mincemeat (Gran Bretaña-EU, 2021) es la adaptación del libro de un columnista del Times, Ben Macintyre, quien investigó el asunto a fondo y logró un ensayo histórico que se lee como la mejor novela de espías; los productores, con un material estupendo en mano, contrataron a John Madden, Oscar en su haber por la sentimental Shakespeare in Love, y juntaron un reparto sin pierde: Colin Firth, Matthew Macfadyen, Simon Russell Beale, crema y nata de actores británicos, casi todos de linaje shakespeariano. Y lo de siempre, dificultad para aprovechar tanto talento reunido, y más explorar la urdimbre que en extensión abarca juegos de espionaje entre Hitler y los Aliados, además de la supuesta España neutral.

La premisa es simple, como la fórmula misma del equipo que integra Montague (Firth), exitoso abogado a cargo del proyecto: hacer creer a ­Hitler que el ataque planeado por Churchill y Eisenhower irá contra Grecia y Cerdeña; el anzuelo será el cadáver de un militar ahogado en la costa de Cádiz forrado de información secreta.

Antes de Mincemeat (carne molida), el nombre de la operación era “Caballo de Troya”, demasiado fácil de decodificar cuando había que convencer a la inteligencia nazi que lo evidente, invadir por Sicilia, era falso, o aún más difícil, tragarse lo increíble con una simple trampa para patos.

Contar una historia así toma tiempo, la cinta dura más de dos horas, lástima que el guion se desperdicie con un triángulo amoroso que ni cuaja ni viene al caso, pero los productores querían la fórmula comercial completa, temían que el público se cansara o no entendiera los juegos de niveles a los que da pie una estratagema tan clara, real y bien documentada, perfecto ejemplo de complejidad donde la mínima decisión –tal la pestaña en la carta de la supuesta novia del militar ahogado para detectar si los nazis examinaron, o no, los documentos– puede derivar en cientos de imprevistos y nuevas posibilidades. Juegos de escalones de signos y símbolos (“bathmología”) en términos de Roland Barthes.

Lo bueno que Netflix la exhibe; puede verse en una o varias sentadas sin que se pierda el suspenso, y el roce de romance entre Montague, Jean (Kelly Macdonald) –quien aparece como la novia ficticia en la foto del militar muerto– y el celoso y perspicaz Cholmondeley (Macfadyen), sirve de intermedio.

Esta versión de Mincemeat –existe otra de 1953 basada en las memorias de Montagu (El hombre que nunca fue)– trata con cierto humor negro, no lo suficiente, quizá por el síndrome de lo políticamente correcto, la tétrica y melancólica historia del indigente envenenado, y gracias a su cadáver, convertido en héroe póstumo.  

Crítica publicada el 29 de mayo en la edición 2378 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

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