Cine
“La peor persona del mundo”
Julie es un objeto de deseo prácticamente indescifrable para los personajes masculinos –incluido el director–, pero a diferencia de la Betty Blue de los años ochenta, esta joven no tiene un tumor en la cabeza, sino que piensa y defiende su derecho a elegir por sí misma.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- ¿Cuándo llega el momento de tener un hijo, relación y trabajo estable, casa propia? ¿Es esto lo que significa ser adulto? Julie (Renate Reinsve), a punto de cumplir 30 años, quisiera responder el cuestionario con claridad, pero no puede; ya saltó de la medicina a la psicología, de la fotografía a la escritura, de relaciones diferentes, ahora brinca de una muy sólida, quizá demasiado, a otra incierta aunque divertida. Los cuarentones, bien asentados y con hijos, amigos de Aksel (Anders Danielsen), su pareja, comentan que la generación de Julie no tiene tiempo para pensar porque vive pegada a la pantalla.
El realizador noruego Jochim Trier no pretende enjuiciar a la generación de los millenials; que los antepasados de su heroína hayan creído saber qué significaba madurar, no significa que la vida se reduzca a eso: La peor persona del mundo (Verdens verste menneske; Noruega-Francia-Dinamarca-Suecia; 2021) explora la tensión entre generaciones sólo para actualizar temas eternos sobre el sentido de la vida. Julie utiliza, sin depender de él, el celular, simplemente se resiste a quedar atrapada en una definición, esto conlleva un precio, y lo acepta.
Tercera parte de una trilogía (Reprise, vivir de nuevo; y Oslo, 31 de agosto), que sólo tiene en común la ciudad de Oslo y la presencia de hombres vulnerables; el título de La peor persona del mundo funciona como hipérbole de una subjetividad frente al mundo, la de Aksel, el hombre 14 años mayor, que quisiera vivir siempre con Julie; su deseo de poseerla, de manipularla y presionarla para tener hijos, es lo que le hace sentirse así; este exitoso artista de novela gráfica sólo quiere vivir. La profesión de Aksel ofrece la clave de la estructura de la película en 12 capítulos, con un prólogo y un epílogo. La peor persona del mundo es una novela gráfica, una cinta novela de aprendizaje.
Claro, como en el capítulo III, Sexo oral en la era #MeToo, una discusión en redes sobre el tema, como el artículo que escribe Julie, puede hacerse viral, léase una simple mamada (consentida por ambas partes) puede dar pie a un problema metafísico; o que un personaje de cómic demasiado inclinado al gozo sexual, como el zorro de la novela gráfica de Aksel, pueda ofender la sensibilidad feminista. “Yo crecí en un tiempo donde la cultura fluía a través de objetos y podíamos vivir entre ellos”, se lamenta Aksel respecto a lo virtual.
Millenial o no, el tiempo no se detiene, sólo existen esos momentos eternos de revelación de vida y eros, como el de la estupenda coreografía que muestra Jachim Trier cuando Julie corre por las calles de Oslo para encontrarse con su nuevo amante, Eivind (Herbert Nordrum); la gente se ve congelada en sus gestos más banales, el lujo de vivir el momento. Como resulta obvio en la única cinta en inglés que ha dirigido hasta ahora, Más fuerte que las bombas (2015), la empatía y la compasión hacia sus personajes son el sello de este realizador noruego.
Julie es un objeto de deseo prácticamente indescifrable para los personajes masculinos –incluido el director–, pero a diferencia de la Betty Blue de los años ochenta, esta joven no tiene un tumor en la cabeza, sino que piensa y defiende su derecho a elegir por sí misma. Se trata del personaje más luminoso de Trier, autor de un estupendo documental en colaboración con Knausgaard sobre la obra de Munch, melancólico artista muy cercano a estos dos autores.
Crítica publicada el 3 de marzo en la edición 2370 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.