Adelanto de Libros
"Enciende tu corazón", de Cynthia Zak
Ha creado un viaje auditivo y multisensorial disponible en todas las plataformas digitales con 13 canciones y meditaciones, además del podcast para que el lector complete esta experiencia de autoayuda en pos de la liberación del almaCIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-Bajo la premisa de que el corazón posee inteligencia propia, la experta en “mindfulness” y meditación Cynthia Zak nos invita a acompañarla y profundizar en tal pensamiento cuántico junto a ella, por medio de la cordial lectura de su nueva aventura literaria independiente de 247 páginas: “Enciende tu corazón”.
Aparte de maestra de yoga, compositora de canciones y conferencista, esta escritora trotamundos creó el sistema internacional de “mindfulness” Yomu.
Ahora, Cynthia Zak nos comparte en su volumen “Enciende tu corazón” un total de 77 rituales a seguir, para emprender la senda de sanidad espiritual hacia el conocimiento del ser interior que aguarda en la intimidad de nuestro silencio sapiente.
Análogo al volumen “Enciende tu corazón”, Cynthia Zak ha creado un viaje auditivo y multisensorial disponible en todas las plataformas digitales con 13 canciones y meditaciones, además del podcast para que el lector complete esta experiencia de autoayuda en pos de la liberación del alma (visitar https://linktr.ee/cynthiazakofficial y http://www.youtube.com/@CynthiaZakOfficial).
A continuación, ofrecemos a nuestros lectores el apartado introductorio que la propia autora ha intitulado “¿Por qué un libro de rituales para encender el corazón?”, tomado casi al comienzo de su reciente libro.
Pasaporte de presentación
Vengo de una familia judía, argentina, atea y de izquierda.
Con estos rótulos puedes imaginar que los rituales no eran moneda corriente para mí. No existían de forma real o subjetiva: no se celebraban fiestas religiosas, no había velas ni árboles de Navidad, no se rezaba u oraba, no se bendecía, mucho menos se creía en seres invisibles, en un tiempo fuera del tiempo o en la magia del momento presente.
Dentro mío había un hueco lleno de preguntas y la clara y absoluta convicción de que el discurso familiar era limitado, pata mí eso no tenía fundamentos. No me propuse nadar contra la corriente, pero se dio de manera natural. Porque lo que yo sentía y veía afirmaba totalmente lo opuesto: hay miles de universos inteligentes que nos rodean, la vida es un milagro que algo superior ha tocado, somos más que materia, somos ilimitados.
Lo supe desde muy niña y la lectura fue mi aliada en el camino que comencé a transitar. Los magos Ray Bradbury y Edgar Allan Poe (si nunca los leíste, te los recomiendo) confirmaron mi certeza de que hay un poder que vive dentro de uno, que todos tenemos una misión y un propósito, que podemos estirar la mano y bajar realidades magníficas, invisibles al ojo dudoso y obvias para el ojo creyente.
Tenía 12 o 13 años cuando llegaron a mis manos los libros de Carlos Castaneda;… Si no los conoces, búscalos, apúrate a leerlos; si ya los tienes, vuelve a abrirlos, en cada una de sus páginas la verdad te está esperando. Podría decir que ellos cambiaron mi vida, pero fue sólo el comienzo: la perfecta plataforma de comprensión intelectual de todo lo que yo sabía instintivamente.
Casi al mismo tiempo, una noche me metí en un cine alternativo a ver una película de la que no tenía ningún dato: “Encuentros con hombres notables” (1979), dirigida por Peter Brook (si la viste, vuelve a ella; si no la conoces, corre a buscarla y observa lo que sientes). Es sobre la vida espiritual del maestro George Ivanovich Gurdjieff. El film muestra su recorrido por Afganistán hasta llegar a un monasterio sufí derviche en medio de las montañas, donde es entrenado en la espiritualidad para luego ser enviado a enseñar a Occidente.
Puedo recordar absolutamente todo de aquel momento: mi ropa, la sala, el olor, la emoción indescriptible, otra vez la certeza y la confirmación de que los maestros y guías están en todas partes cuando llega la hora de encontrarlos.
A partir de entonces, comencé conscientemente a buscar a los practicantes del método Gurdjieff, a los sufís derviches, a los yogis, a los lamas budistas, a todos aquellos que pertenecieran a los linajes espirituales alejados de charlatanes y cercanos a la fuente.
Estudié periodismo en Córdoba y me fui a vivir a Buenos Aires con mi amiga actriz, la gran Mariana Briski, y luego salté a Madrid, donde terminé radicada por varios años. Allí comencé la práctica cotidiana de yoga, guiada por un gran maestro de la Tradición Sivananda, Danilo Hernández. Simultáneamente encontré guías de tradiciones nativoamericanas, chamanes que me enseñaron los secretos de mi poder personal, del fuego en mi corazón y del mensaje simbólico de las cartas del Tarot.
Aún con todos estos aprendizajes y mi convicción interior, sabía que faltaba mucho por andar… Nos mudamos a Estados Unidos (con Adrián, mi compañero de estas búsquedas y padre de mis tres hijos), el punto elegido fue Arizona, para entender y experimentar a profundidad los rituales nativos, la fuerza de los dueños de esa tierra, las ceremonias, su cosmovisión y medicinas ancestrales.
La temporada en el desierto fue magnífica; de ahí saltamos a la Costa Este, al Océano Atlántico, a mi amada Miami, para vivir al lado del mar. Aquí estaban esperándome el trabajo y los grupos del señor Gurdjieff, el encuentro con mi maestra sufí que vivía en México, la señora Noor, y la práctica espiritual derviche de la tradición sufí mevleví, de la mano de mi sheik, Peter Cunz Efendi.
Aprendí a girar como los derviches, a orar como los sufíes, a practicar y dirigir el Zikar (mantras sufíes) y el Sema (ceremonia del giro). Me metí de lleno en el mundo del yoga hasta convertirme en maestra de meditación y yoga con la formación del gran yogi Swami Brahmavidyananda Saraswati, quien forma parte de la International Yoga Federation, y encontré a los maestros budistas de la tradición Mahayana (bajo la dirección espiritual del Lama Zopa Ripoché). Incluso todos estos conocimientos y un firme convicción interior, todavía hoy me siento una aprendiz asombrada por la belleza inmensa de estos descubrimientos.
A partir de la maternidad, decidí emprender mis propios proyectos para estar disponible para mis hijos y, a la vez, desarrollar todas mis ideas creativas, siempre con la convicción de que lo único que nos transforma es el trabajo para la comunidad, la práctica diaria y constante de los mantras, las meditaciones y el yoga.
En 2001 fundé en Florida un periódico de servicio para los inmigrantes que aún existe: “El Paracaidista”, soy corresponsal exclusiva en Estados Unidos de Cadena 3 de Argentina; creo música para “mindfulness” (he estudiado música toda mi vida y he compuesto más de 150 canciones), escribí tres libros e ideé el sistema internacional de “mindfulness” Yomu, que hoy se expande en el mundo.
En cada escenario, frente a cientos de personas o escuelas rurales, en las zonas más prósperas y en las más vulnerables, los rituales que comparto en este libro me acompañan y protegen, son una brújula para sentir al otro, para entender de dónde vengo y a dónde voy, para saber que nada nos separa y que de verdad somos uno.
En todo lo creado, mirado, indagado y explorado, los rituales se convirtieron en rumbo y norte. En guía y sentido. Me dieron y dan estructura a mi práctica y libertad para desplegar las alas. Estos rituales no son míos, yo soy un canal para transmitirlos, son tuyos y de todos. Le pertenecen al grupo, son de este equipo que creamos juntos.
Los vengo practicando desde hace más de 30 años y es hora de ponerlos en palabras para que se expandan al mundo y beneficien a muchos. Sin producto de la experiencia personal, de hacerlos con entrega y asombro, con curiosidad y alegría, nacen con la práctica cotidiana y de la constancia para sostener mi visión y mi misión vivas.