Cine

“En movimiento”

El título original de "En movimiento" (En corps) juega con la homofonía obvia entre “en corps” (en cuerpo) y “encore” (otra vez), palabras muy a tono con la intención de Cédric Klapisch de dejar claro el mensaje para el público.
sábado, 22 de octubre de 2022 · 16:19

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Dentro de la selección del Tour de Cine Francés, el título original de En movimiento (En corps; Francia/Bélgica, 2021) juega con la homofonía obvia entre “en corps” (en cuerpo) y “encore” (otra vez), palabras muy a tono con la intención de Cédric Klapisch de dejar claro el mensaje para el público, el cual debe saber más que los personajes y sus cuitas.

Incluso en Mi vida es un rompecabezas (2010) los enredos ocurren dentro de la trama, resultado de malentendidos y equívocos, pero el espectador entiende bien los mecanismos; a Klapisch le interesa que se mantenga cómodo en la butaca, desde ahí esa vista privilegiada funciona como gancho que el realizador galo manipula.

Es precisamente la obviedad en vueltas de tuerca, motivación y reacciones, aparentes lugares comunes, lo que ha dividido a la crítica francesa con esta historia de una exitosa bailarina que debe reinventarse después de que un accidente en escena arruina su carrera. A lo largo de la estupenda secuencia que presenta a Elisa (Marion Barbeau), prima bailarina de la Ópera de París, alistándose para salir a escena –en un alarde de extensión de brazos y piernas, atención de la cámara al movimiento tras bambalinas, artista en el pináculo­ de su carrera, la música grandiosa de La bayadere–, el público presiente que ­algo va a salir mal, sobre todo cuando Elisa recibe el golpe emocional de la traición de su novio con otra bailarina.

La caída no es sorpresiva, lo único que hace Klapisch es dejar saborear al espectador la prodigiosa coreografía de Nureyev, por un rato, y al suelo bailarina y carrera, peripecia que podría llevar a la tragedia o al melodrama; cuando Elisa inicia sus sesiones de rehabilitación corporal y tiene que consolar a su terapeuta (Francois Civil), igualmente traicionado, el realizador deja claro que Elisa no es una heroína trágica ni melodramática, y que, no sin dolor, debe aprender a caminar de nueva cuenta. Sin temor a valerse de elementos melodramáticos, unas cuantas escenas son suficientes para la historia familiar, traumas infantiles y demás razones por las que eligió ser bailarina clásica; un preciso Denis Podalydes, en el papel de padre emocionalmente alejado, completa el perfil psicológico de Elisa.

Lugares comunes, sólo en apariencia porque Klapisch evita el típico tema de rivalidad, envidia y conspiración en la compañía de ballet, el coreógrafo tirano, la conspiración malévola; Marion Barbeau es buena actriz y estupenda bailarina que danza desde los 6 años de edad en la vida real, verosímil en el rol de una historia que podría ser la suya.

En el centro del escenario, sin embargo, no está tanto Elisa como la danza misma, arte que Klapish admira desde la adolescencia, y que junto con su fascinación por Pina Bausch lo inspiraron a escribir En corps; un encuentro afortunado con el coreógrafo y percusionista Hofesh Schechter le permite establecer un eje entre el ballet clásico, etéreo y celestial, y una visión de la danza moderna, apegada a la tierra.

Complaciente, quizá, pero más de 1 millón de entradas en Francia, y comentarios de gente que ha visto la cinta varias veces, habla bien de este espectáculo.

Crítica publicada el 16 de octubre en la edición 2398 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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