Guelaguetza

Entregar amistad: el sentido de la tradicional Guelaguetza

En el volumen La Defensa Jurídica de la Guelaguetza como Bien Cultural Intangible, del abogado Jaime Allier Campuzano, se consigna que entre los pueblos oaxaqueños se da ese nombre “a una tradición antiquísima".
lunes, 9 de agosto de 2021 · 08:08

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Dedicada a Centéotl, diosa prehispánica del maíz, la fiesta de la Guelaguetza tiene raíces en la época colonial y es, al mismo tiempo, relativamente reciente pues se lleva a cabo anualmente desde 1932, los dos últimos lunes de julio en el Cerro del Fortín de la ciudad de Oaxaca.

En el volumen La Defensa Jurídica de la Guelaguetza como Bien Cultural Intangible, del abogado Jaime Allier Campuzano, se consigna que entre los pueblos oaxaqueños se da ese nombre “a una tradición antiquísima en la cual, cuando se invita a las amistades para asistir a una fiesta, casamiento, bautizo, mayordomía o incluso defunción, los invitados se presentan, pero no con las manos vacías, pues siempre llevan su cooperación o guelaguetza”.

Indica que la ayuda puede ser comida, bebida e incluso dinero en efectivo. Quien recibe no lo toma como regalo, anota en una libreta quién le dio qué para que cuando esa otra persona tenga una celebración similar se le lleve lo mismo que ha aportado en otras ocasiones.

Añade que ese sentimiento de solidaridad motivó que el 25 de abril de 1932, durante las conmemoraciones del IV Centenario del nombramiento de Oaxaca como Ciudad, “de acuerdo a la Cédula expedida por el Rey Carlos V de España, en Medina de Ocampo”, se realizó lo que llamaron un “Homenaje Racial”. Se reunieron las siete regiones de entonces: La Costa, Cañada, Mixteca, Sierra, Alto Papaloapan, Istmo y Valles Centrales, para ofrecer una muestra de sus principales bailes y danzas tradicionales en las faldas del Cerro del Fortín en honor de Margarita Santaella “Señorita Oaxaca”, a quien ofrecieron productos de su tierra como frutas y artesanía.

El abogado y magistrado oaxaqueño logró que el congreso de la entidad aprobara una ley para proteger jurídicamente la tradicional fiesta anual. 

Cada celebración inicia cuando una joven, la ofrece como tributo a Centeocihuatl (la misma diosa del maíz) y en lo alto del Cerro del Fortín, en el estadio con forma de antiteatro abierto, construido en 1969, una voz dice a través del micrófono: “Pertenezco a la raza jamás conquistada”.

Entonces, al tiempo que “15 mil personas se cimbran”, comienzan las danzas de las siete regiones: “Quizá en ningún lugar del país haya un espectáculo así. Quizá en ningún lugar del mundo”, escribe en su crónica del 29 de julio de 1985 el reportero Armando Ponce en el semanario Proceso (# 456), para quien la fiesta es “el espectáculo tradicional más hermoso del mundo”.

Y recoge la voz del investigador Miguel Ángel Schultz, quien le cuenta que “Guelaguetza” viene de “guela”, hondo, y de “guetza”, amistad: honda amistad. Es palabra zapoteca:

“Es la honda amistad que nace en el corazón para ayudar al hermano que lo necesita y las 18 regiones étnicas la toman como símbolo regional. En 1966 la profesora Arcelia Yañiz, periodista del Oaxaca Gráfico, escribió una nota llamándole a la fiesta Guelaguetza”.

Luego de cada baile, los grupos reparten entre el público sus productos regionales: café, frutos, mezcal, sombreros, canastas y hasta animales, como guajolotes, telas y machetes, estos últimos para los funcionarios que acompañan la fiesta.

El investigador añade que fue en 1957 cuando se presentaron por primera vez todas las delegaciones, luego de que durante la época colonial sufrieron persecución por ser consideradas ritos paganos. Pero asegura que desde principios del siglo XX se reunía gente a comer y escuchar música de banda en el Cerro, era “como un día de campo, se llamaba La Rotonda de la Azucena”.

En otra crónica, del 29 de julio de 2014, el mismo reportero recoge testimonios de los asistentes y llaman la atención los de las nuevas generaciones, una joven de 20 años le dice:

“En mi opinión, la Guelaguetza es una de las festividades más hermosas del estado de Oaxaca, espero no se pierda esta cultura, aunque lamentablemente en vez de ser fiesta estatal se ha convertido más en un atractivo turístico y más comercial, pero aún así espero se sigan muchos años más con esto”.

Hace décadas, el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández incorporó danzas de la Guelaguetza a su espectáculo, el Jaraba mixteco y Sones de Betaza, pero las dejaron. En entrevista con Proceso (#2148), Viviana Basanta hija de la fallecida coreógrafa detalló que adquirió tanto peso la festividad y tiene muchas exigencias culturales pues se debe entrar a esa cosmogonía, que se volvió “muy complicado” y prefirieron quitar las piezas.

Hay que recordar además que la Guelaguetza es una fiesta que va más allá de los bailes, “significa dar, repartir, su gastronomía y mucho más”, como bien dijo otro de los asistentes a la fiesta en los tradicionales Lunes del Cerro.

Por segundo año consecutivo, este 2021 la Guelaguetza se llevó a cabo virtualmente, debido a la pandemia de covid-19.

 

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