Teatro
El WhatsApp en el teatro pandémico
Independientemente de la polémica de lo que es y no es teatro, esta propuesta arriesgada y de gran valor apuesta por contarnos la historia de jóvenes que inician sus estudios universitarios y se enfrentan a la violencia digital.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Dos propuestas nos llaman la atención en estos momentos intermedios entre la digitalidad y el teatro presencial que convierten al WhatsApp en un medio de expresión y de transmisión de ideas y de relaciones rompiendo tajantemente los conceptos de la cuarta pared y el distanciamiento. Un espacio donde los personajes cobran vida y las creadoras encuentran recovecos para continuar haciendo teatro. El pequeño resto de mi vida en mí, que presentó La Corte de los Milagros a principios de mes, y Menos mal que es torpe y que me quiere…, del Colectivo Jermú, que reestrena a principios de julio.
Y es que éste, a finales del año pasado, estrenó tal experimento de contar una historia a través de conversaciones e intercambio de mensajes de voz, emonjis y fotografías.
Independientemente de la polémica de lo que es y no es teatro, esta propuesta arriesgada y de gran valor apuesta por contarnos la historia de jóvenes que inician sus estudios universitarios y se enfrentan a la violencia digital.
Como una propuesta insólita, el Colectivo Jermú, conformado por Sara F. Flores, Gayatri Morales Fragoso y Daphne Nájera Villeda, egresadas del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM, se inmiscuyeron durante cinco días en las conversaciones de dos parejas de jóvenes: unos novios y una historia de amor que apenas empieza.
En la coyuntura de la aprobación de la Ley Olimpia, la obra catapulta la problemática y la pone a la vista de todos desde un realismo angustiante. El tratamiento con perspectiva de género aborda una historia común entre estudiantes, donde una de las chicas vive la experiencia de la traición, encubierta de amor romántico, expuesta su intimidad sin su consentimiento. La verosimilitud de los mensajes nos hace sentirnos intrusos. Primero compartimos la cotidianidad de la amistad, del noviazgo y de la relación entre dos primas, para que después gire la historia y nos sorprenda. Está bien hecha la construcción de los mensajes, las trivialidades que se cuentan y los conflictos que van surgiendo, dando salidas constructivas a la problemática, fomentando la conciencia y la denuncia. Son a los jóvenes a los que ellas se dirigen y consiguen ampliamente que se identifiquen con los personajes y las situaciones que plantean.
El pequeño resto de mi vida en mí indaga en el teatro personal que transciende a lo teatral y utiliza el WhatsApp al inicio de la propuesta como una forma de ir conociendo a los personajes días antes de la función por Zoom. Rocío Belmont, la directora, y Andrómeda Mejía, la autora, nos hablan de los secretos, la culpa y ese juego de espejos que se da en los procesos psicológicos. Son tres personajes en la historia: la psiconalista, interpretada por la autora; su madre, la doctora, por Tony Marcín; y una mujer que se declara culpable de un crimen que no cometió, interpretada por la directora.
La obra tiene una gran riqueza de recursos visuales donde incorporan videos, animaciones, multimedia, monólogos y diálogos que se desarrollan en distintos espacios reunidos en una sesión por Zoom. Leticia Olvera diseña los espacios, graba, produce e ilumina para dar gran variedad visual a este rompecabezas que misteriosamente se va armando. Hay juego de imágenes, acercamientos de rostros y espacios abiertos y cerrados, que nos hacen ir y venir de problemáticas tejidas entre estas tres mujeres, y hacernos múltiples preguntas.
Menos mal que es torpe y que me quiere… es una propuesta original y provocadora que abona en la visibilización de la violencia hacia las mujeres, y la cual se realizará del 5 al 16 de julio por WhatsApp a través del Instagram del Colectivo Jermú.