Historia
Jueves de Corpus*
*Fragmento del libro El Yo prohibido, escrito por el periodista Elías Chávez, de próxima aparición bajo el sello de Ediciones Proceso. En él desgrana sus memorias periodísticas y destaca las semejanzas de las prácticas autoritarias de los gobiernos latinoamericanos de otras décadas.CIUDAD DE MÉXICO (proceso).- ¿Beber alcohol en plena redacción, a la vista de todos? ¡Prohibidísimo! Excepto si el director general de El Universal, Juan Francisco Ealy Ortiz, lleva a tu escritorio una botella de coñac y te sirve una copa esta tarde-noche del 10 de junio de 1971.
Pero tu pavor persiste. Vienes de cubrir lo que después sería llamado “El Halconazo”, manifestación estudiantil reprimida y conocida también como la matanza del Jueves de Corpus.
“¡No que no, sí que sí, ya volvimos a salir!”, cantan, acompasados, estudiantes de distintos planteles de enseñanza superior. Han vuelto a manifestarse en la calle después de dos años y ocho meses de la tragedia del 2 de octubre de 1968.
Caminas junto a la vanguardia de la marcha, iniciada en el Casco de Santo Tomás. Cuando pasan frente al Cine Cosmos, en la Calzada México-Tacuba, surgen de pronto, a unos 40 metros de distancia, al grito de “¡Halcones!”, decenas de jóvenes de pelo corto, estilo militar. Vienen corriendo. Blanden palos de kendo, toletes, varas de bambú. Algunos disparan rifles M-1, M-2, pistolas.
Los manifestantes buscan refugio. Temerosos de recibir un balazo, algunos, tú entre ellos, se tiran al piso, “pecho a tierra”. Los agresores pasan sobre ustedes, pisoteándolos. Junto a ti, también tirado en el piso, un fotorreportero queda malherido, pateado en la cabeza por un “halcón”.
Sin incorporarte, a gatas, arrastras al fotorreportero hacia el Cine Cosmos. En la entrada pides ayuda a través de las barras de la cortina metálica que por protección han bajado: “Déjenos entrar, este compañero está herido”.
Levantan ligeramente la cortina y te ayudan con el lesionado; entras, te incorporas y sufres el mayor susto de tu vida: ves la personificación del espanto: un tipo descolorido, con el pelo erizado, el pánico en la cara: eres tú reflejado en los espejos que tapizan el vestíbulo del cine.
El fotorreportero herido, Miguel Rodríguez, del periódico Novedades, es recogido por una ambulancia de la Cruz Roja en una puerta lateral-trasera del cine, sobre la Avenida Melchor Ocampo.
Regresas a El Universal. En la redacción te espera Jorge Avilés, titular de la fuente del gobierno del DF. Ambos elaboran la crónica que al día siguiente será de ocho columnas.
En tu rostro continúa el espanto. A tu escritorio llega Ealy Ortiz, amable, a servirte una copa de coñac. “Para el susto”.
Ese grupo paramilitar, Los Halcones, fue organizado y entrenado por el general Manuel Díaz Escobar cuando el director general de Gobierno, en la Secretaría de Gobernación, era Manuel Bartlett Díaz.
En 1979, Alfonso Martínez Domínguez, regente de la Ciudad de México el día de El Halconazo, contó a Heberto Castillo (Proceso 136) cómo el presidente Luis Echeverría ordenó llevar los cadáveres al Campo Militar número 1 para ocultar toda evidencia de la matanza del Jueves de Corpus.
“La matanza fue preparada por Luis Echeverría”, acusó Martínez Domínguez.
*Fragmento del libro El Yo prohibido, escrito por el periodista Elías Chávez, de próxima aparición bajo el sello de Ediciones Proceso. En él desgrana sus memorias periodísticas y destaca las semejanzas de las prácticas autoritarias de los gobiernos latinoamericanos de otras décadas (de López Portillo a las dictaduras militares sudamericanas) con el gobierno de López Obrador, en una circunstancia actual que él considera la antesala del neofascismo.
Texto publicado en la edición 2327 del semanario Proceso.