En esta segunda entrega sobre Ludwig van Beethoven –de quien el pasado martes 16 fue conmemorado su nacimiento–, se aborda su figura en el séptimo arte. De los numerosos filmes que lo toman como personaje central, pocos alcanzan a reflejar algo de su recia y contradictoria personalidad. Especialista en el Genio de Bonn, Alberto Askenazi, autor de Los compositores. Anécdotas y algunos datos curiosos, repasa las cintas y programas del autor de la Novena Sinfonía.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desde que nació el séptimo arte, hace 125 años, Ludwig van Beethoven ha sido un personaje atractivo para los directores. Sin embargo, existen pocas películas de ficción sobre el autor de la Novena Sinfonía, pues, a decir de varios críticos de cine, recrearlo es una tarea harto difícil.

Alberto Askenazi (Durango, 1943), músico y autor del libro Los compositores. Anécdotas y algunos datos curiosos (con prólogo del director de orquesta Luis Herrera de la Fuente), expone en relación al prodigioso artista alemán:

“Es muy complejo poner a Beethoven como personaje en la pantalla, sobre todo cuando se trata de transmitir algo tan inefable como un ser de esa magnitud. Es primero la imaginación del escritor y segundo la del actor, basadas en la vida del virtuoso pianista.”

No obstante la hondura y crudeza de su crisis existencial –evalúa–, su vida fue ejemplar. Comenta vía telefónica:

“Pese a haber estado hundido en la tragedia, perdonó a la humanidad con el canto de su corazón para darle un poco de esperanza al mundo entero, legando obras cumbres de la creación musical.”

Aunque existe una infinidad de documentales en torno al artista alemán, pocos materiales han trascendido. Hoy mismo no existe filme alguno –documental o ficción– en puerta.

Sin embargo, Askenazi destaca varias cintas, remitiendo a la primera hecha sobre el compositor de Para Elisa: un cortometraje de 12 minutos, Beethoven, dirigido por el francés Victorin-Hippolyte Jasset en 1909 y protagonizado por su compatriota Harry Baur.

Después, igual de Francia, Georges-André Lacroix, quien trabajaba para la famosa productora de León Gaumont, filmó dos cortos en 1912 sobre su vida: el primero es otro Beethoven, estrenado en Estados Unidos, y La gloria y el dolor de Ludwig van Beethoven.

También existe un trabajo más del cine mudo, del austriaco Hans Otto Löwenstein, La vida de Beethoven, de 1927, justo en el centenario de la muerte del llamado Genio de Bonn.

Para 1936, ya dentro de la época del cine sonoro, el reconocido director galo Abel Gance rodó el largometraje Un gran amor de Beethoven. Se ubica en 1801 en Viena, donde Thérèse de Brunswick (Annie Ducaux) y Juliette Guicciardi (Jany Holt) están enamoradas del compositor. La cinta cuenta con la actuación de Harry Baur, de General Productions. Baur –quien ya había personificado a Beethoven en el corto de 1909– fue muy popular en los treinta, y esa fue su gran película.


En la pantalla grande

En el Festival Internacional de Cine de Cannes de 1949 se inscribió el largometraje de ficción Eroica, centrado en la composición de esa obra (Tercera Sinfonía), dirigido por otro austriaco, Walter Kolm-Veltée.

Cuando Beethoven se entera de que Napoleón Bonaparte se acerca a Viena, escribe la sinfonía en su honor; es tal el éxito de ésta, que el general republicano lo manda llamar para que asista a una recepción, pero después de investirse como emperador, lo cual decepciona al músico, rompe la dedicatoria escrita en la partitura.

En la trama, Beethoven se enamora de Giulietta Guicciardi, prima de su alumna Therese von Brunswick. Además, se muestra la preocupación del compositor por su sobrino Karl. El actor que interpreta al gran escritor musical es Ewald Balser.

Para conmemorar el bicentenario del nacimiento del autor de la ópera Fidelio, otro documental se estrenó en 1970, Ludwig van, realizado un año atrás por el alemán-argentino Mauricio Kagel, por encargo de la Westdeutscher Rundfunk (una institución de radiodifusión pública alemana).

Filmado en blanco y negro, analiza la aceptación de Beethoven y sus obras, y cómo se convirtió en un producto de consumo de la industria cultural, poniendo énfasis en su veneración y en la explotación de sus obras. La banda sonora llama la atención, pues se trata de un arreglo de los fragmentos de sus composiciones, como si las escuchara el propio autor sordo. (https://www.youtube.com/watch?v=_-KoEofNim4)

En 1976 el cineasta teutón Horst Seemann creó una nueva ficción: Beethoven: Días de una vida, proyectada en la Sala Internacional de la entonces capital de Alemania Democrática.

El filme abarca entre 1813 (cuando el artista se instala en Viena) y 1827 (año de su fallecimiento). El guion es obra de Guenter Kunert. Donatas Baionis, actor soviético, es el personaje central.

Seemann declaró al diario Neues Deutschland, según la agencia EFE, que deseó hacer una película “sobre un hombre, no sobre un monumento”, y su propósito –no siempre de acuerdo con sus asesores culturales y musicales– fue presentarlo “como hombre político, estrechamente unido a los problemas sociales de su tiempo”.

Otro ángulo intentó un filme hispano-franco-alemán: El sobrino de Beethoven, dirigido por el estadunidense Paul Morrissey en 1985. La obra se hizo para la televisión y retrató los conflictos que el músico tuvo con su cuñada Johanna por la custodia del hijo de ésta, Karl.

La historia está basada en dos obras: unas supuestas memorias del sobrino, escritas por Jacques Brenner en 1967, y el libro de Luigi Magnani Il nipote di Beethoven (1972), que lo presenta como víctima de las luchas familiares. El elenco lo conforman Nathalie Baye, Jane Birkin, Wolfgang Reichmann y Dietmar Prinz.

El especialista Alberto Askenazi apunta:

“Se sabe que la relación con el sobrino no fue buena, hasta culminar en el intento de suicidio de Karl en 1826. Un año después, cansado y abatido, el compositor fallece.”

TV y documentales

Para la televisión también se creó en 1992 el cortometraje infantil Beethoven vive arriba, del canadiense David Devine, donde se aborda la amistad de un niño (Illya Woloshyn) con el compositor (Neil Munro).

El rodaje se efectuó en Praga, se ha visto en más de 100 países y es utilizado en las escuelas de Canadá y Estados Unidos. Logró un premio Emmy en 1993. Fue seleccionado para la Colección Permanente en el Paley Center for Media, de Nueva York, y triunfó en el Festival de Cine y Video de Nueva Inglaterra, Boston.

Un año más tarde, el inglés Bernard Rose dio vida al drama estadunidense Amada inmortal (Immortal Beloved), con los célebres Gary Oldman e Isabella Rossellini, inspirado en la célebre y misteriosa carta de amor así llamada, que Beethoven escribió sin destinataria.

La historia se ubica en 1827, cuando la gente llena las calles de Viena para rendir el homenaje al artista. En su testamento, el músico ha decidido dejar todo lo que poseía a esa mujer. Nadie sabe quién es. La única pista para descubrir su identidad es una carta hallada junto al Testamento de Heiligenstadt.

Sobre dicha cinta, Askenazi explica:

“Ahí hay una escena de cuando el compositor se va porque el papá le grita, le pega y lo regaña. Se acuesta y empieza a concebir su gran obra... Obvio, todo esto es parte de Hollywood, pero nos muestra un poco lo que el director quiso transmitir cuando el chico ve las estrellas y empieza a imaginar la Oda a la alegría, la Novena Sinfonía.”

Otro documental imprescindible es Espíritu inmortal, producción canadiense del año 2000, basado en el Décimo Cuarteto de Cuerdas. Es una puesta en escena biográfica y coreográfica.

Hacia 2003, la BBC de Londres se basó en el argumento de la Eroica de 1949 para producir la película con el mismo nombre, dirigida por el galés Simon Cellan-Jones e interpretada por el actor británico Ian Hart.

En Viena, la noche del 9 de junio de 1804, fecha de la primera audición privada de la Tercera Sinfonía en el palacio de Lobkowitz, Beethoven intenta convencer a la viuda Josephine von Brunsvik para que se case con él, pero ella se niega: pertenece a la nobleza y no puede casarse con un plebeyo sin perder la custodia de sus hijos.

También la BBC, pero en 2005, produjo la miniserie El genio de Beethoven, dirigida por Ursula Macfarlane, Damon Thomas y Francesca Kemp. Es un documental dramatizado sobre la vida del artista. Los intérpretes son David Bamber, Sarah Hadland, Casper Harney, Charles Hazlewood y Paul Rhys, entre otros. 

La polaca Agnieszka Holland creó Copying Beethoven en 2006, una producción anglo-húngara-estadunidense. La estelarizan Ed Harris y Diane Krueger. Los autores del guion son Stephen J. Rivele y Christopher Wilkinson. Aquí se trata de imaginar cómo fue el proceso de composición de la Novena Sinfonía, cuando Beethoven ya estaba totalmente sordo. Pero un personaje –que en realidad es ficticio– llega a su vida, Anna Holtz, estudiante de música y aspirante a compositora, y la contrata para que copie su obra en el pentagrama.

El alemán Michael Meert hizo El joven Beethoven  en 2007. Es un docudrama sobre su infancia en Bonn, ya que a los 16 años tuvo que mantener a la familia, ya que su padre era alcohólico y la madre había muerto. Emmanuelle Collinet, Gabriel Denhoff y Julia Holmes son los actores.

Askenazi abunda sobre la familia:

“La relación con su padre Johann fue muy difícil. Al pequeño lo obligaba a levantarse en las noches para que tocara para sus amigos. Él quería aprovecharse de su hijo para ganar dinero y fama. Lo comparó con Mozart, igualando la posibilidad de que fuera también otro niño prodigio.”

Hacia 2018, el documental español Dancing Beethoven, de Arantxa Aguirre, obtuvo el Premio Goya. Es un acercamiento a la preparación de la Novena Sinfonía, presentada en Tokio por el Béjart Ballet Lausanne y el Ballet de Tokio, acompañados por la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta.

La mayoría de los documentales para televisión se centran en la sordera del músico, así como en su mal carácter, sus depresiones, sus malas relaciones amorosas, la soledad y los escritos que dejó. Askenazi explica:

“Después de 250 años hay leyendas. La gente empieza a exagerar, y al final queda un retrato un poco parecido al original, pero nunca se sabrá lo que realmente sucedió, ni cómo era o cómo no era. Por ejemplo, uno de los tópicos que se destaca es su mal humor precisamente a causa de que no podía comunicarse con la gente, su sordera lo hacía retraerse, estar fuera del ambiente social.

“Por su sordera se sometió a muchos estudios médicos. Después ya nos enteramos de que era un problema de envenenamiento con plomo, a raíz de estudiar su pelo que le cortaron cuando era velado.”

Fue precisamente el especialista quien escribió la historia cuando en 1995 un grupo de científicos y reporteros se reunieron en la Universidad de Tucson, Arizona, en torno al análisis del cabello. Se le recuerda y relata:

“Ese cabello perteneció a una familia judía, los Hiller. En Arizona, los médicos utilizaron el ADN del mechón, y con las avanzadas técnicas de laboratorio de entonces determinaron la causa de la muerte del gran Ludwig y también de su sordera: envenenamiento con plomo.”

Culmina Askenazi, sorprendido:

“Es imposible imaginar que en medio de un cuarto que olía a enfermedad, postrado en la cama húmeda de sus propias secreciones, el artista revisara la partitura de su Novena Sinfonía, un encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres que, sabiendo de las penurias del maestro, envió un adelanto de 100 liras para ayudarlo en sus curaciones.

“Modificó realmente la manera de escribir sinfonías en el mundo. Beethoven es como una escultura que está frente a nosotros durante toda nuestra existencia para darnos cuenta de la capacidad que puede poseer un ser humano y sobre a dónde puede llegar.”  

Este texto forma parte del número 2303 de la edición impresa de Proceso, publicado el 20 de diciembre de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí.