Ajedrez

Ajedrez: Jugar a la ciega

Obviamente jugar a la ciega simplemente significa que quien así mueve las piezas, dicta las jugadas a un tablero normal. El jugador debe imaginar dónde están las piezas y además de todo, encontrar jugadas buenas, porque de nada sirve la proeza de jugar sin ver el tablero
domingo, 28 de julio de 2024 · 09:46

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Hace unos años el excampeón mundial de ajedrez, Vesselin Topálov jugó contra Judit Polgar un match a la ciega, es decir, sin ver el tablero. El búlgaro ganó por la mínima diferencia, pero eso no importa. Más bien es relevante el hecho de que el ajedrez a la ciega hoy en día se juega muy poco, aunque hubo un tiempo en donde esta modalidad la practicaban los grandes maestros en el famoso torneo Amber Melody, en donde se competía en modalidades rápidas y a la ciega.

Obviamente jugar a la ciega simplemente significa que quien así mueve las piezas, dicta las jugadas a un tablero normal. El jugador debe imaginar dónde están las piezas y además de todo, encontrar jugadas buenas, porque de nada sirve la proeza de jugar sin ver el tablero para terminar perdiendo la partida por hacer jugadas malas.

Ya en el año 1226 se jugaba a la ciega, aunque probablemente el ajedrez de esa época no era exactamente como el que ahora jugamos. Philidor en 1783 jugó simultáneamente a la ciega dos partidas en Londres, y se describió en alguna publicación como “un fenómeno en la historia del hombre”. Sin embargo, parece ser que esta habilidad de jugar sin ver el tablero es relativamente común entre los grandes jugadores. Aparentemente la gente de talento muestra, y no sólo en ajedrez, esta capacidad relativamente extraordinaria. Por ejemplo, Gauss, el príncipe de las matemáticas, podía resolver complejos problemas matemáticos mentalmente.

Regresando al ajedrez, el récord de partidas simultáneas a ciegas se ha roto con cierta frecuencia a través de los años. Paul Morphy jugó ocho tableros, Harry Nelson Pillsbury veintidós. Richard Reti veintinueve. Alekhine llegó a treinta y dos, y para el año 1943, Najdorf jugó 45 en San Paulo, Brasil. En 1960, un húngaro llamado Janos Flesch jugó contra 52 tableros al mismo tiempo, en una sesión de doce horas, ganando 33, perdiendo 3 y empatando el resto. En 1970 logró subir el registro a 62 juegos simultáneamente a la ciega. La pregunta obvia es ¿cómo puede realizarse semejante proeza? ¿Cómo puede un jugador llevar en la cabeza la posición de tantas piezas en tantas diversas partidas?

Sin duda el tema es fascinante y el jugar a la ciega bien puede servirnos a los ajedrecistas para poder ver jugadas adelantes y finalmente, no necesitar del mover las piezas para “ver” mejor las posiciones que se presentan. Yo estoy convencido que aprender a jugar a la ciega debe dar una ventaja competitiva frente a jugadores que no pueden imaginar el tablero y las piezas en su cabeza con la precisión suficiente. Mi teoría es muy simple: “si pudiese ‘mover’  las piezas del tablero de ajedrez en la mente, tendría claramente una ventaja sobre aquel jugador que no tiene esta capacidad de visualización”.

Cabe señalar que Judit Polgar podía jugar a la ciega desde que era pequeña. Hay algunas fotos de Judit jugando a la ciega incluso partidas rápidas. Esto, desde luego, es consecuencia de la práctica constante frente al tablero y finalmente se parece a lo que puede hacer un músico cuando lee una partitura, que es imaginar la música y su sonido, sin necesidad de tener un instrumento para tocar las notas.

Lo simpático de esto es que vi un vídeo, en youtube, a un personaje que no juega al ajedrez a la ciega, sino que resuelve el cubo de Rubik en tiempo brevísimo, pero sin verlo. El video (de muchos que hay, puede verse aquí: https://youtu.be/Hwv7sK8U6i4?si=xKdoY9aMdCpKPGOH).

Se sabe que los rusos desalentaron las exhibiciones del ajedrez a la ciega porque suponían que podía poner en riesgo la salud mental de los jugadores. Es claro que como espectáculo es sorprendente, pero si pensamos más formalmente, la práctica del ajedrez a la ciega nos podría incluso leer libros de ajedrez sin necesidad de tener un tablero real al lado. Vamos, Najdorf decía que él leía los libros de ajedrez como novelas.

En cualquier caso, esta clase de exhibiciones, ya sea en ajedrez, o la de resolver el cubo de Rubik de esta manera, siempre son espectaculares en cuanto a la capacidad del cerebro humano e incluso, jugadores como Topálov, que puede jugar a la ciega una partida sin mayores problemas, declaró en una conferencia de prensa, en México DF, el 11 de febrero del 2006, que él no creía que Najdorf hubiese podido jugar 45 tableros a la ciega. Curioso comentario, porque la hazaña del argentino/polaco, está perfectamente documentada.

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