Ajedrez

Ajedrez: La Federación Internacional cumple 100 años

La FIDE, además de estas tareas, otorga los títulos de Gran maestro, Maestro Internacional, Maestro FIDE y Candidato a Maestro. Hay también versiones femeninas de estos títulos.
domingo, 21 de julio de 2024 · 11:13

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-La Federación Internacional de Ajedrez, FIDE (por sus siglas en francés: Fédération internationale des échecs), se fundó el 20 de julio de 1924 y adoptó el lema “Gens una sumus” (somos una familia). Este mes cumple 100 años de haber sido creada y el mundo ajedrecístico se ha vestido de gala para celebrar el primer centenario de su fundación. El presidente actual del organismo es el ruso Arkady Dvorkovich, el cual es además economista.

La FIDE es una de las federaciones internacionales con más países registrados, 195, y es el organismo encargado de sancionar todos los eventos que se dan en el ajedrez mundial, inclusive los campeonatos del mundo. También lleva una lista de los jugadores que participan a nivel mundial, a través de la medición del Elo (o rating), el cual es un número que indica la fuerza de los jugadores. Por ejemplo, Magnus Carlsen, el mejor jugador hoy por hoy, tiene aproximadamente 2870 puntos Elo, que es el rating más alto de todos los tiempos. Un Gran maestro promedio cuenta con unos 2500-2600 puntos Elo y un aficionado principiante tiene unos 100 puntos Elo.

La FIDE, además de estas tareas, otorga los títulos de Gran maestro, Maestro Internacional, Maestro FIDE y Candidato a Maestro. Hay también versiones femeninas de estos títulos. Desde luego el máximo galardón es el del Campeón del Mundo, el cual menos de 30 personas lo han obtenido desde su existencia oficial.

Cabe señalar que, a pesar de la creación de la FIDE en 1924, los campeones mundiales de esa época pensaban que el título era una propiedad personal y entonces, si alguien retaba al campeón en turno, éste podía aceptar o rechazar dicha propuesta aunque desde luego, una bolsa ofrecida lo suficientemente abultada, podía hacer cambiar de opinión al campeón en ese momento. Por ejemplo, Capablanca le pidió a Alekhine que le consiguiese una bolsa de 10 mil dólares oro (pues el dólar tradicional estaba devaluado), lo que en 1927 sería más 200 mil dólares actuales. La petición parecía imposible de ser cumplida, pero Alekhine consiguió que unos inversionistas argentinos le facilitaran esa suma y entonces, en 1927, el Campeonato Mundial se jugó en Buenos Aires, ganado Alekhine por 6 victorias, 3 derrotas y 25 empates. El reglamento del torneo le daría el triunfo al primero que consiguiera 6 triunfos (sin contar los empates).

Cuando Capablanca quiso la revancha, Alekhine le exigió al cubano la misma cantidad para aceptar poner en juego su título. Capablanca nunca pudo conseguir ese dinero y moriría frustrado por ello a los 53 años. Por su parte, Alekhine terminaría su vida en un cuarto de hotel en Lisboa, en donde se le encontró sin vida, frente a un tablero de ajedrez, sentado en un sillón. Esta fue la única ocasión que un campeón mundial moría “en funciones”, por lo que en 1948 (ya después de la Segunda Guerra Mundial), la FIDE tomaría el control y organizaría un Campeonato Mundial (que fue un torneo con los 5 mejores jugadores del momento), y en donde saldría ganador Mijaíl Botvinnik, el primer Campeón Mundial soviético. Sin embargo, el torneo tuvo una importancia transcendental en el mundo del ajedrez. El título de Campeón del Mundo dejaba de ser propiedad del campeón y la FIDE pasaba a organizar el ciclo de torneos del que habría de salir el retador del campeón del mundo. Los campeones aceptaban estas normas. Más que dueños de la corona, era la FIDE quien les reconocía como campeones del mundo.

Antes de 1948 la FIDE era más o menos un “sindicato de grandes maestros”. Sin embargo, poco a poco fue afianzando sus posibilidades de organización y en 1927 se realizó la primera olimpiada de ajedrez, llamada “Torneo de las Naciones”, cuyo ganador fue Hungría. El año siguiente, la FIDE declaró a Bogoljubov como el Campeón de la FIDE, después de haber vencido al fuerte maestro holandés Max Euwe, pero el entonces Campeón Mundial, Alekhine, aceptó entonces que los futuros matches por el título mundial fuesen organizados por la FIDE pero manteniendo los mismos requisitos antes presentes, sobre todo el pago de la bolsa mínima de 10 ml dólares, lo cual la FIDE no pudo rechazar.

De hecho, la FIDE no controló el match de 1935 donde Euwe venció a Alekhine por el título mundial. Por el contrario, la Federación holandesa de Ajedrez propuso un torneo a realizarse en 1938, el Torneo AVRO, con grandes maestros y jóvenes estrellas para seleccionar de allí al retador de Alekhine. La FIDE rechazó esta idea y designó al gran maestro checoslovaco Salo Flohr como retador oficial. Euwe alegó que si retenía el título contra Alekhine podría enfrentarse a Flohr, aunque reservándose el derecho de pactar un match con Capablanca, quien no había tenido ocasión de desafiar a Alekhine tras su derrota de 1927; en caso Capablanca venciera a Euwe y recuperase el título mundial, sería Capablanca quien enfrente a Flohr en 1940. De nuevo la FIDE rechazó estos planes pero los acontecimientos le sobrepasaron: en 1937 Alekhine venció a Euwe y volvió a ser campeón del mundo, y el Torneo Avro –planeado para hallar un retador contra Alekhine o Euwe– terminó con el triunfo de Paul Keres en primer puesto, segundo puesto quedó Reuben Fine mientras Flohr y Capablanca quedaron mucho más rezagados. Para colmo, el inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió pactar un campeonato mundial por muchos años.

Como puede verse, la FIDE estaba en cierta medida como adorno, porque no podía crear las condiciones y ni siquiera la mínima autoridad para que pudiese organizar el ajedrez mundial, pero el fallecimiento de Alekhine logró el cambio y desde entonces los ajedrecistas sabemos que el organismo rector del ajedrez es la FIDE.

Y si alguien pensaba que los problemas con el campeón mundial estaban solventados, llegó el cisma de 1993. El campeón entonces vigente, Kaspárov, y el aspirante Nigel Short (que se había clasificado a través del sistema de la FIDE), rompieron con la Federación Internacional y jugaron su encuentro bajo los auspicios de la PCA (Professional Chess Association) alegando discrepancias con las políticas de los dirigentes de la FIDE en cuanto a premios y clasificaciones de los contendores. Desde ese momento coexistieron ambos Campeonatos del Mundo: el de la FIDE y el de la PCA, luego conocido como Campeón Clásico. Hasta 2005 los campeonatos de la FIDE habían consistido en torneos eliminatorios con partidas cada vez más rápidas, lo cual nunca produjo un campeón ampliamente reconocido como el mejor del mundo en tanto el puntaje Elo de los campeones clásicos podía ser mayor al de los competidores auspiciados por la FIDE.

La FIDE cambió el formato por un torneo el cual se llevó a cabo en San Luis (Argentina) entre septiembre y octubre del mismo año. El campeonato enfrentó a los 7 primeros del escalafón mundial (excepto el ruso Vladímir Krámnik que declinó la invitación por considerarse él mismo como campeón mundial de ajedrez “clásico”) y al anterior campeón de la FIDE. El ganador fue el búlgaro Veselin Topalov que sí logró aceptación como campeón mundial, al ser el mejor jugador del escalafón Elo en aquel momento.

En 2006, la FIDE organizó un encuentro de reunificación del título entre su campeón, Veselin Topalov, y el campeón “clásico” Vladímir Krámnik, que terminó con victoria de este último, permitiendo a la FIDE asumir nuevamente la regulación del campeonato mundial. Desafortunadamente, la FIDE sigue sin mantener una posición consistente en cuanto a la forma que debe tener la lucha por el título máximo, y luego de programar competencias de candidatos. De hecho, se ha comentado que ahora paralelamente la FIDE ha anunciado que cualquier jugador con un Elo superior a los 2700 puntos que aporte una bolsa de un millón de dólares puede retar al campeón mundial sin más trámite, aunque nadie ha propuesto semejante reto.

El lema “Gens una sumus” (somos una familia), parece quedarle perfecto a la FIDE, pues es en muchos sentidos como una familia disfuncional, con un sinfín de problemas. Sin embargo, es claro que hoy en día el ajedrez es un juego cada día más popular y hay muchas más personas que lo juegan. La existencia de la FIDE es una buena posibilidad de que ciertos lineamientos puedan cumplirse y que los jugadores puedan avanza en sus carreras ajedrecísticas. Hoy, con toda el agua que ha pasado por el río sólo nos muestra que nuestro juego sigue siendo increíblemente obsesivo y por ello quizás, deberíamos congratularnos.

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