Ajedrez
Ajedrez: A estudiar táctica
Es claro que el juego ciencia es muy complejo y que además, tiene un sinfín de recovecos que lo hacen difícil de comprender. Para la mayoría de los jugadores, el aprendizaje del ajedrez requiere entendimiento en tres grandes áreas, aperturas, medio juego y finales.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Jonathan Rowson es un gran maestro de Escocia, el cual ha escrito algunos libros de ajedrez, el donde el más icónico es el que título como “Ajedrez para Cebras”. En esta obra narra el ajedrecista que quizás no estamos trabajando en ajedrez como se debe, pues en general tomamos el tema como una asignatura académica. ¿No será que el ajedrez es en realidad un oficio y que deberíamos practicar más y estudiar menos? Se pregunta Rowson. Y quizás tiene razón.
Es claro que el juego ciencia es muy complejo y que además, tiene un sinfín de recovecos que lo hacen difícil de comprender. Para la mayoría de los jugadores, el aprendizaje del ajedrez requiere entendimiento en tres grandes áreas, aperturas, medio juego y finales. Pero esto es muy burdo cuando decidimos trabajar sobre alguno de estos temas. Por ejemplo, en el medio juego se da la táctica, es decir, las combinaciones de jugadas que nos permiten hacernos de la ventaja. En ocasiones logramos un ataque decisivo. Otras veces solamente alcanzamos una ventaja de mayor espacio y si se puede, un peón de ventaja en el mejor de los casos. Pero claramente esto se adquiere en la medida que entendemos la lógica de la posición y el saber cómo evaluarla para diagnosticar la ventaja que podemos alcanzar.
Por ello, estudiar táctica parece ser fundamental, porque al final del día no se puede jugar bien al ajedrez si no podemos ver las jugadas que siguen. Y estos cálculos de jugadas, que se hacen en la imaginación, se van entrenando en la medida que jugamos en torneos, en la medida que practicamos, que jugamos al ajedrez. Por ello mismo, la necesidad de hacer ejercicios de táctica, en donde los autores de los libros que presentan cientos (y a veces), miles de posiciones para resolver, nos hacen “jugar” de alguna manera, como los ajedrecistas que efectivamente jugaron la partida que se nos presenta para resolver. Y es que esto en el fondo es precisamente “jugar” al ajedrez, practicar el oficio y así, irse volviendo un experto en el juego.
Habría que preguntarse si los mejores jugadores del mundo trabajan mucho en la parte de estudio, es decir, en el análisis de partidas, de las aperturas, de los finales y de la táctica. Y aunque puede haber muchas respuestas, dependiendo de cómo un ajedrecista ha llegado a la maestría, tenemos el caso del gran maestro estadounidense Hikaru Nakamura, quien es uno de los “streamers” más famosos, y que pasa muchas veces de 4 a 8 horas jugando en las plataformas de ajedrez por Internet. Nakamura es uno de los 10 mejores jugadores del planeta y ha hecho un “modus vivendi” el jugar partidas rápidas en los portales de ajedrez. Cada rival pone unos pocos dólares y compite contra el gran maestro. Seguramente el estadounidense gana un buen dinero de esta manera, pero más que eso, se mantiene activo, practicando el oficio todo el día.
Y pensando en esto, no es de sorprenderse que Nakamura, aunque probablemente estudia menos ajedrez que antes de la forma tradicional, tiene una práctica tan grande que ya tiene lo que denominamos como “oficio”. Y esta práctica le permitió en su momento calificar y jugar en el Torneo de Candidatos, y casi lograr ganarlo, a pesar de que no tuvo una preparación específica contra cada rival.
Así entonces, no debemos minimizar la idea de la práctica continua, la cual se puede dar hoy día de manera mucho más fácil por la existencia de los sitios web en donde se puede jugar 24 horas por 7 (como son chess.com, icc.com, playchess y lichess.org), por mencionar algunos de estos sitios. Sin embargo, la práctica debe ir acompañada de trabajo en táctica, en donde el ajedrecista resuelve problemas, posiciones de “juegan blancas y ganan”, “juegan negras y empatan”, etcétera. Vamos, debe hacerse en trabajo conjunto entre la teoría y la práctica, aunque es claro que si me dan a elegir una sola de ellas, me elijo por esta última. Sin un trabajo de “gimnasia” mental analizando posiciones y resolviéndolas, no se puede llegar a jugar bien.