Guerra Sucia

Lucio Cabañas, a 50 años de la muerte del Tigre de la sierra (Parte III y última)

Tras desplegar unos 10 mil soldados en todo Guerrero, con operaciones militares concentradas en Tecpan durante al menos cuatro años, el 2 de diciembre de 1974 el ejército asesinó a Lucio Cabañas, el maestro que buscaba justicia e igualdad social.
domingo, 29 de diciembre de 2024 · 06:40

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Según el maestro Lucio Cabañas en su propia voz, grabada en varios casetes durante las asambleas en los pueblos de la sierra, el ejército mexicano realizó más de 15 campañas militares contra la Brigada Campesina de Ajusticiamiento (BCA) hasta octubre de 1974.

Como se reportó en la edición mensual 0015 de Proceso, estas acciones se trataron en realidad de una guerra interna, irregular y de carácter contrainsurgente, que el ejército mexicano implementó en la sierra de Guerrero con el fin de aniquilar a la guerrilla guerrerense, de acuerdo con un conjunto de documentos militares de la Secretaría de la Defensa Nacional.

De acuerdo con la colección de expedientes transferida al Archivo General de la Nación por decreto presidencial en 2002, entre 1968 y 1970 el ejército mexicano realizó acciones de búsqueda de información y localización del incipiente grupo armado, que llegaría a formar la Brigada Campesina de Ajusticiamiento, aunque sin mucho éxito.

Más tarde, entre 1970 y 1971 el entonces secretario de Defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz, ordenó la planeación de la campaña de operaciones Telaraña y su ejecución. Este plan de carácter secreto, ubicado en el expediente 279 del fondo Sedena en el AGN, fue el primero de propósito contrainsurgente a nivel del Alto mando, contra el maestro Lucio Cabañas y la BCA.

Más tarde, con el secuestro de Cuauhtémoc García Terán, el 15 de marzo de 1972, se llevó a cabo una operación militar encabezada por los batallones de infantería 50, 27 y 48, así como con personal de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Policía Judicial del Puerto de Acapulco, a quienes se les dio entera libertad para la realización de las maniobras, según el informe de la Comisión de Verdad de Guerrero.

Con las emboscadas que asestó un comando de la BCA dirigido por Lucio a elementos de los batallones de infantería 50 y 48, el secretario de Defensa Cuenca Díaz ordenó de inmediato operaciones de búsqueda del grupo armado.

Dichas acciones produjeron detenciones masivas en poblados de Atoyac, principalmente. Durante este periodo muchas personas fueron enviadas a los cuarteles militares de los batallones de la zona 27, así como a la Base Aérea de Pie de la Cuesta y el Campo Militar no. 1, de acuerdo con diversos documentos ubicados en expediente 100-10-16-4 L6 de la DFS.

Entre los meses de septiembre y octubre de 1972, aplicaría el Plan de Desarrollo Integral del estado de Guerrero, el cual incluyó programas de riego, electrificación, caminos, agua potable, escuelas, hospitales, crédito y establecimiento de proyectos de agroindustria, como parte del Plan Atoyac.

Los normalistas no olvidan. Foto: Margarito Pérez/Cuartoscuro.

En la segunda semana de octubre de 1972, el secretario Cuenca Díaz aprobó la solicitud del comandante de la 27 zona militar, general de División Joaquín Solano Chagoya, para ejecutar la Orden de Operaciones 21, la cual contemplaba la división del área de operaciones en “cuatro zonas de contra-guerrilla”, las cuales serían controladas por los batallones 27, 50, 48 y 19, complementado cada uno con una Compañía de Fusileros.


 

Captura de “maleantes”

El 5 de octubre fue puesta en ejecución la orden de operaciones 21, con el fin de capturar a “los maleantes” (así eran llamados los guerrilleros en los informes militares), en un área de operaciones dividida en “cuatro zonas de contraguerrilla”, según un informe al Alto mando de la Subsección de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa Nacional, en el expediente 281 en el AGN.

De acuerdo con el mismo documento, pedía que estas zonas —según otro documento en el mismo expediente—, Santiago de la Unión, San Vicente de Benítez, Los Valles y San Vicente de Jesús, fueran reforzadas con una compañía de fusileros provenientes de los batallones 19, 27, 48 y 49, y “señala lineamientos a seguir para la detención de sospechosos y realizar cateos, buscando no inferir molestias a los pobladores del área”.

El 24 de abril de 1973, durante una operación militar en el paraje Los Piloncillos, en Atoyac de Álvarez, más de cien elementos del ejército mexicano asesinaron a seis campesinos en la cancha de basquetbol del pueblo, como fue denunciado por los habitantes.

No obstante, la 27 zona militar de la Sedena reportaría que se había tratado de “un encuentro entre personal de esa jurisdicción y la gavilla que opera en ese lugar”, según un informe sin membretes que se ubica en el expediente 100-10-16-4 L7.

Meses después, el 14 de noviembre de 1973, el ejército fue informado de la presencia de Cabañas y la Brigada Campesina en la cuadrilla Santa Bárbara, en Chilpancingo, por lo que el día 16 dieron comienzo las operaciones Luciérnaga “para localizar y destruir al maleante y su gente”, en coordinación de las zonas militares 27 y 35, según el expediente 288 del fondo Sedena en el AGN.

Esta operación fue ejecutada a través de agrupamientos y columnas volantes de la zona, las cuales recorrieron los municipios de Coyuca de Benítez y Tierra Colorada, mientras que tropas de las zona 35 se desplegaban por Jaleaca de Catalán y San Cristóbal, cerca de Chilpancingo.

Las operaciones Luciérnaga se extenderían hasta el 29 de noviembre de 1973, ejecutando más de 14 órdenes de operaciones en la región, según el mismo expediente citado anteriormente.

 

Secuestro de Rubén Figueroa

Meses después, a mediados de febrero de 1974, se llevaron a cabo también las operaciones Cerco, para lo cual se creó el agrupamiento Luciérnaga, integrado por las columnas volantes, Galeana no. 1 y Guerrero, con el fin de tender un cerco en torno al poblado El Edén (expediente 296 de la Sedena en el AGN).

Sin embargo, la parte más agresiva del conflicto comenzaría a partir de junio de 1974, luego de que el senador Rubén Figueroa, candidato del PRI perfilado a la gubernatura de Guerrero, fuera secuestrado por Lucio y la BCA durante un encuentro planeado desde abril, al que asistieron el senador acompañado de su secretaria Gloria Brito, guiados por los tíos del propio Lucio, Luis y Pascual.

Apenas dos días después del secuestro, el 2 de junio el entonces presidente Luis Echeverría visitó brevemente el puerto de Zihuatanejo con algunos secretarios de Estado y el gobernador Israel Nogueda Otero, para finalizar una de sus giras de trabajo. Desde entonces la ausencia de Figueroa fue notable, pero fue hasta el día siguiente cuando se daría a conocer el primer comunicado de la Brigada Campesina en el que se adjudicaba la acción.

Ese mismo día, pero a las 10 de la noche, cuando Echeverría ya se había retirado del puerto, las redacciones de los periódicos La Verdad, El Gráfico y El Novedades de Acapulco fueron informados por telefonema anónimo, que un comunicado de la Brigada se encontraría en el bote de basura de la tlapalería “Talaver”, en la calle Cuauhtémoc en Acapulco.

En este documento, el cual fue rescatado y difundido al día siguiente, la Brigada señalaba la condición para negociar la libertad de Rubén Figueroa: “Se deben retirar las tropas, policías secretos y judiciales de los municipios de Tecpan, Coyuca de Benítez, San Jerónimo y Atoyac de Álvarez”.

Al día siguiente el secretario de la Defensa Nacional, Cuenca Díaz, dictaba telefónicamente una serie de directivas al comandante de la 35 zona militar en Chilpancingo, general brigadier Eliseo Jiménez Ruiz, con el fin de “buscar al Sen. Rubén Figueroa y capturar individuos o grupos armados”, de acuerdo con el radiograma urgente no. 8035 ubicado en el expediente 299 de la Sedena.

Según este documento, las órdenes incluían el establecimiento de puestos de revisión de vehículos en el puente de Ciudad Altamirano sobre el Río Cutzamala; El Pochote; la salida Iguala-Taxco; la salida de camiones Apaxtla hacia Teloloapan; y Filo de Caballos, con las partidas militares de dichos sitios.

Así como también puntos de revisión en Palos Altos, Pachivia, desviación a Cocula y Rancho del Cura con un pelotón de fusileros del batallón de infantería 49; así como El Ocotito con dos pelotones del 50 de infantería.

El telegrama también menciona la orden de “realizar reconocimientos en fuerza y búsqueda campamentos maleantes”, sobre la línea de operación Puerto Gallo-Piedra Llorosa-Cerro Teotepec-Toro Muerto-Santo Domingo.

Para lo anterior sería creado el agrupamiento Galeana, en coordinación con la 27 zona militar, el cual quedaría conformado por una sección al mando del capitán primero de infantería Magdaleno Blas Felipe García Santos y las partidas militares de Puerto Gallo y Tlacotepec, Guerrero.

En esos primeros días de junio, las acciones de búsqueda del senador Figueroa también incluyeron a la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Según reportaba el capitán Luis de la Barreda Moreno en un memorándum del 6 de junio (expediente 100-10-6-4 L9), elementos de la Dirección detuvieron de forma ilegal a Roberto Mata Cebrián y a sus hijos Filemón y Pedro Mata Téllez, quienes fueron interrogados.

Según estos informes, los campesinos testimoniaron haber visto a Figueroa y sus acompañantes con Lucio y la Brigada en el ejido de Pitos, Pitales y Letrados, y posteriormente, a partir del 3 de junio, en la Pomarosa, sobre las estribaciones de la sierra de Tecpan.

La principal condición para la liberación de Figueroa había sido el retiro de tropas, policías y agentes secretos uniformados y no uniformados que mantenían bajo ocupación San Jerónimo, Tecpan, Coyuca de Benítez y Atoyac de Álvarez (tercer comunicado de la Brigada ubicado en el expediente 100-10-16-4 L10 del archivo de la DFS).

Sin embargo, mencionaba la Brigada: “Hermenegildo Cuenca, principal gorila matapueblo, quien se propone darle golpe de Estado a Luis Echeverría, miente al decir que ha acuartelado sus tropas criminales y al decir que a nadie se ha detenido”.

Este documento también agregaba: “El ejército y policías judiciales, por cuenta de Cuenca Díaz y de Nogueda Otero, están estorbando las comunicaciones; lo prueban la no desocupación militar de los cuatro municipios, la detención y torturas de Alejandro Gómez y Melitón Ramos, quienes están siendo obligados a guiar al ejército en la sierra, pues el día 16 de junio los vieron con las tropas en el pueblo de Río Santiago”.


 

Reportes de inteligencia

“Además –denunciaba el comunicado–, hay tropas en La Palma, en Tepetixtla, en Santo Domingo, en Pie de la Cuesta, Plan de los Molinos, El Salto, El Camarón, San Juan de las Flores” y otros poblados de los cuatro municipios.

El secuestro de un personaje de la talla de Figueroa puso a Lucio Cabañas en los reflectores de la geopolítica estadounidense, en el escenario de la Guerra Fría, como lo evidencia una serie de cables enviados por el embajador de Estados Unidos en México, John Jova, al Departamento de Estado de Estados Unidos en Washington, publicados por Wikileaks.

De acuerdo con el cable confidencial 1974MEXICO05428, fechado en junio de 1974 y firmado por Jova, se informaba con puntualidad la publicación del tercer comunicado de la BCA y cada una de las demandas que planteaba.

Además, recogía “información de inteligencia que se divulgó por otros canales”, que indicaba que el gobierno de México “no tiene intención de cumplir con estas demandas y que, en su lugar, ha lanzado operaciones militares intensificadas en las zonas militares 27 y 35, ambas en Guerrero. Esta decisión conlleva claramente el riesgo de que Figueroa sea asesinado (si en efecto sigue vivo)”.

En un informe, el embajador John Jova informaba por el cable 1974MEXICO04869 un seguimiento sobre el secuestro de Figueroa, acotando que se habían presentado “pocos desarrollos significativos en el caso del senador Rubén Figueroa”, demostrando el flujo de información que iba recopilando por el personal de inteligencia de la embajada en México.

En el mismo documento se revela además que en otros desarrollos de información, “documentos de Acapulco el 10 de junio llevaban por lo visto fotos de dos cuerpos no identificados —atados y supuestamente con evidencia de tortura—, hallados en el área operativa de Cabañas”.

“Acompañando estos informes están las declaraciones de un líder autodenominado de la organización Campesino independiente de que estos asesinatos sólo son los más recientes de ‘más de 20’ realizados durante el mes pasado por la organización de contraguerrilla conocida como ‘Sangre’ o ‘Escuadron de la Muerte’, continuaba el informe de inteligencia diplomático.

Según esta acusación, explicaba el mismo cable, “todas las víctimas han sido simpatizantes de Cabañas. El jefe de la Policía Judicial estatal ha reconocido ante la prensa el descubrimiento de ‘varias’ víctimas de asesinatos de este tipo, pero negó tener conocimiento de algún grupo ultraderechista operando en el estado”.

En otro cable número 1974MEXICO05428, también de finales de junio de 1974, mencionaba el involucramiento de 10 a 16 mil elementos de tropa asignados en ocho batallones, desplegados en todo Guerrero, aunque las operaciones militares se concentraban en un área de diez kilómetros en Tecpan, con hombres de cuatro batallones del ejército estimados en 2 mil elementos.


 

Se cierra el cerco

El 4 de julio, en un análisis y evaluación de la situación político y militar con respecto al senador Figueroa, firmado por el entonces jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, general de brigada Antonio Sánchez López, reconocía que el ejército mexicano tenía “la función directa de controlar todas aquellas alteraciones del orden interno” en Guerrero, según el expediente 299 del fondo Sedena en el AGN.

Con base en ello, el documento señala el despliegue de siete corporaciones de las Fuerzas Armadas en Atoyac de Álvarez, Petatlán, Acapulco, Cruz Grande, Iguala, Chilpancingo y Ciudad Altamirano.

Además, derivado de las órdenes del presidente Luis Echeverría Álvarez al Estado Mayor de la Defensa (EMDN) para la búsqueda de Figueroa, se había creado el Plan de Operación Atoyac, el cual estaba siendo ejecutado por las zonas militares 27 y 35, comandadas por los generales Salvador Rangel Medina y Eliseo Jiménez Ruiz.

Las actividades abarcaban “el bloqueo de caminos, el cubrimiento de las áreas de comunicación, la intensificación del patrullaje, y la vigilancia de aeropuertos y campos de aterrizaje” y se contemplaba la implementación de “constante reconocimiento aéreo y marítimo”, así como también “el control de la población civil a base de cartillas de identificación”, con fotografías e indicando sus oficios.

Además, el control de abastecimientos, “principalmente víveres que normalmente se sabe consumen las gavillas Lucio Cabañas”; la “infiltración de elementos propios, previamente adoctrinados y entrenados, para lograr detectar la presencia y las operaciones” de la guerrilla, y “desarrollar una campaña psicológica, por medios de los diferentes medios de comunicación, ofreciendo recompensas o la amnistía”.

“Crear conciencia dentro de las Fuerzas Armadas de la magnitud del problema, reconocerlo en todos los niveles jerárquicos de mando, puesto que si por conveniencia se le ha dado el nombre de maleantes o gavilleros para no deteriorar la imagen de México en el exterior, su forma de operar viene a ser exactamente igual a la de una guerrilla”, reconoce el documento.

En agosto de 1974, el teniente coronel de infantería Enrique Cervantes Aguirre (quien fue reconocido en octubre último junto al general en retiro Salvador Cienfuegos con la presea Bicentenario del Heroico Colegio Militar entregada por el presidente López Obrador en una ceremonia militar) asumía la jefatura del Estado Mayor de la zona militar 27, después de haber dirigido la sección tercera del EMDN.

Desde este puesto, Aguirre Cervantes planificó las últimas operaciones para “localizar y destruir la gavilla de Lucio Cabañas”. Para ese fin, elaboró la Orden de Operaciones Uno fechada el 6 de agosto, de acuerdo con un documento ubicado en el expediente 296 del fondo Sedena en el AGN.

Así, se reorganizaría el dispositivo de seguridad, mediante la integración de patrullas, constituidas en grupos de compañía, que a su vez estarían organizados en agrupamientos: Petatlán, Atoyac, Marquelia, Acapulco y Montes.

Estos grupos debían realizar reconocimientos detallados “donde el enemigo ha mantenido contactos”; también este plan establecía la “reubicación de los puestos de control y posiciones de bloqueo para control de víveres y personas”, así como la asignación de zonas de rastrilleo a las compañías “de acuerdo con las características del terreno y la información que se obtenga del enemigo”.

A la Orden de Operaciones Uno le seguirían al menos siete más en agosto. De acuerdo con diversos documentos militares del expediente 299 citado antes, durante todo este mes se reportaba la captura de 29 “paquetes” y que de acuerdo con el informe de la Fiscalía Especializada para los Movimientos Políticos y Sociales del Pasado (Femospp), se trató de personas detenidas extrajudicialmente.

El 25 de agosto de 1974, las fuerzas de la partida militar de Atoyac de la 27 zona militar establecieron el cerco total en el área de operaciones considerada como crítica. Finalmente, el 8 de septiembre de 1974, fue localizado “entre las poblaciones El Refugio y El Quemado, siendo trasladado a la Ciudad de México por vía aérea”, de acuerdo con un memorádum de la DFS firmado por Luis de la Barrreda, en el expediente 100-10-16-4 L10.

De acuerdo con el cable 1974MEXICO10772_b firmado por John Jova, se analizaba sobre la liberación de Figueroa: “Pensamos que el gobierno de México está dispuesto a jugar un juego tan duro como los terroristas, y emplea una política pragmática diseñada para obtenga la liberación de rehenes, pero de tal manera que desaliente futuros secuestros”.

“El conflicto entre estos dos objetivos se resuelve si el gobierno de México puede actuar incluso violando sus propias leyes, sin temor a la crítica pública”, reconocía este análisis de inteligencia diplomático.

Sin embargo, también predecía que este tipo de actitud por parte del gobierno, “cuando el objetivo es más general —provocar falta de confianza en la capacidad del gobierno para mantener el orden— estos grupos pueden recurrir a otras formas de terrorismo, como los recientes ataques con bombas en la Ciudad de México”, refiriéndose a algunas acciones de la Liga 23 de Septiembre.

Durante septiembre, octubre y noviembre, el ejército llevó a cabo intensas operaciones de búsqueda, rastrilleo y detenciones masivas de forma extrajudicial. Según la primera plana de El Gráfico del 27 de noviembre de 1974, los habitantes de la región montañosa de Atoyac “continúan quejándose de los frecuentes atropellos por parte de la Policía Judicial del estado y del ejército”.

Según esta nota, elementos del ejército habían sitiaron el poblado de San Andrés de la Cruz dos días antes “y se llevaron en calidad de detenidos a un fuerte número de campesinos a los que acusaron de pertenecer a grupos guerrilleros”.

Después de al menos cuatro años de operaciones militares sin éxito para capturar y exterminar a Lucio y la BCA, finalmente el 2 de diciembre fue ejecutada la acción final, en El Otatal, en Tecpan de Galeana, en la que resultaron muertos Lucio Cabañas y los “gavilleros” Roberto, Arturo y René, según el radiograma 15596, en el expediente 293 de la Sedena en el AGN.

Ejecución de Lucio Cabañas en El Otatal. Foto: Archivo Proceso.

En el documento firmado por el comandante de la 27 zona militar Eliseo Jiménez Ruiz, se informaba al secretario de la Defensa que las secciones a cargo del comandante del 19 batallón de infantería habían sostenido un encuentro”.

“El ejército mexicano finalmente eliminó a su némesis: Lucio Cabañas Barrientos, informaría el embajador Jova a Washington, en el cable 1975MEXICO00050_b el 3 de enero de 1975.

En Guerrero la reacción provino principalmente del sector estudiantil: en la facultad de Psicología y Escuela Nacional de Trabajo realizaron pintas y organizaron un mitin; en la carretera Tixtla-Chilpancingo los normalistas de Ayotzinapa pararon los carros paras escribir mueras a Rubén Figueroa y al ejército mexicano.

Mientras, de acuerdo con el expediente de la caja 2744 del fondo DGIPS en el AGN, los alumnos de la Preparatoria 7 de Acapulco lanzaron botellas al edificio de la Universidad.

Aún 50 años después, el maestro guerrillero sigue siendo homenajeado por su familia, exguerrilleros y seguidores, recordado como un hombre bondadoso, audaz y aguerrido como su propia historia, como el tigre que acecha en las cuevas de la Sierra de Atoyac.

Comentarios