Música

“Arqueología del bolero”, 30 años de investigación de Meza López

El exhaustivo trabajo de la estudiosa michoacana aparece en formato de libro independiente, y en 17 capítulos (más de 400 páginas) abarca desde el siglo XIX hasta la actualidad, con prólogo del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.
sábado, 15 de marzo de 2025 · 06:43

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La locutora y columnista cultural María Guadalupe Meza López plasma en el libro Arqueología del bolero. Identidad, emoción y poesía hecha canción (nueva publicación independiente), tres décadas de apreciación y estudio del bolero, que alcanzó en diciembre de 2023 la inscripción como patrimonio y cultural inmaterial de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

El volumen de 409 páginas abarca la historia de esta expresión musical desde el siglo XIX hasta la actualidad, con un texto de presentación del arqueólogo y antropólogo Eduardo Matos Moctezuma (DF, 1940). La especialista demuestra que José Pepe Sánchez (1856-1918), afrodescendiente trovador santiaguero, escribió “Tristezas” -identificado como el primer bolero registrado en Cuba-, y Carlos Ricardo Menéndez González (Yucatán, México, 1872-1961) “Madrigal” -el primer bolero mexicano, extraído de su libro de poemas Amorosas (1902).

De “Tristezas” a “Madrigal” hay 35 años de distancia en su registro, dice la analista.

En entrevista por Zoom desde San Miguel Allende, Guanajuato, Meza López (Zamora, Michoacán), quien estudió Relaciones internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, recuerda que desde niña fue aficionada a la música y que escuchó repetidas ocasiones un disco, titulado Boleros, corridos y rancheras, donde las hermanas Huerta -Luz María y Aurora- interpretan a Agustín Lara:

“Cuando comencé a escribir Arqueología del bolero... justamente recordaba este álbum, y ya desde un análisis profesional sociológico y antropológico que hago, y también dentro de un contexto cultural, me pregunté: ¿Cómo es posible que en ese disco unas cantantes tan populares, tan célebres como las Huerta hayan incluido esos tres géneros con la misma naturalidad con que la se puede servir en un plato tres guisos suculentos y que ninguno brinque al paladar, sino que armonicen en esa degustación? Eso me llamó mucho la atención, de hecho lo escribo en el capítulo Bolero ranchero.

“Hablo en este libro desde un ámbito amplio internacional, geográficamente abarcador, por eso hay múltiples datos. Definitivamente el bolero es una suma antropológica, cultural, arqueológica, literaria, por supuesto poética, de muchas influencias, muchas corrientes, por eso digo que es toda una navegación porque llega a muchos puertos y siempre encuentra a dónde asirse. Siempre encuentra la forma de renovarse, de estar presente en la sociedad”.

La publicación contiene 17 capítulos:

I.- “Tristezas”, primer bolero registrado.

II.- “Madrigal”, primer bolero mexicano, nacido en Yucatán.

III.- Las tres raíces sonoras del bolero.

IV.- El valor de representatividad del bolero.

V.- La inspiración en la creación del bolero.

VI.- La arqueología del bolero.

VII.- La trova y el bolero.

VIII.- El bolero ranchero.

IX.- El bolero bailable.

X.- Interacción entre tango y bolero.

XI.- La habanera en relación con el bolero.

XII.- El danzón cantado, en la margen del bolero.

XIII.- La difusión del bolero.

XIV.- La voz femenina en el bolero.

XV.- Ernesto Lecuona, Agustín Lara, El Jibarito y Ary Barroso.

XVI.- El bolero de Tin Tan, Mike Laure y Chava Flores.

XVII.- Los duetos y tríos en el bolero.

 

Renacer y permanecer

La investigadora resalta sentirse discípula del científico social Matos Moctezuma “por la forma en que abordo el volumen” y también de lo que ha aprendido a través de sus textos. Y agrega que partió de las preguntas ¿para qué sirve el bolero?, ¿cómo surge?, ¿cuál es su papel protagónico en una sociedad como la mexicana?, ¿por qué América Latina y el Caribe son la cuna de este género musical? Y recuerda que en el capítulo sexto cita a Matos Moctezuma, donde dice que “la arqueología es como una moderna máquina del tiempo que nos permite dar vida a lo muerto’”.

La investigadora. El género que se niega a morir. Foto: Cortesía María Guadalupe Meza López.

Al señalar que “en ningún caso considero que el bolero esté muerto”, especifica sin embargo que “sí creo que hay coyunturas en las que el bolero no siempre ha estado arriba, no siempre ha sido del gusto popular, ahora ha tomado un repunte por la inscripción como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Pero en su historia, en más de una ocasión se autoestima, se autodescubre, y para eso usa a los poetas, a los músicos, que vuelven a grabar antiguos éxitos, antiguas joyas de este género”.

Ejemplifica:

“Lo que compuso Agustín Lara lo siguen interpretando, lo mismo pasa con César Portillo de la Luz, quien escribió nuevas melodías en la segunda mitad del siglo XX, y en lo que llevamos del siglo XXI el maestro Armando Manzanero estuvo aportando mucho. Esa es una constante.

“El bolero se revela a quedarse atrás, siempre va adelante, y yo descubro dos elementos por los cuales eso sucede. El primero es que el bolero es un vehículo propicio para la poesía, y no estamos hablando de una poesía que tenga necesariamente que ser académica o de un especialista, sino estoy hablando de los matices que puede tener la poesía desde lo popular hasta lo clásico”.

No hay duda, dice, de que el bolero ha convocado a varias generaciones “en torno del sentimiento amoroso, ese que se sufre o se goza, se canta y se baila, esa emoción que responde a la necesidad común de sentirnos queridos, deseados e identificados como parte y complemento ideal del ser amado, y sin duda, en pleno siglo XXI, sigue cumpliendo de celestino musical, cuya alquimia y sortilegio logran reflejarnos en el espejo sentimental y común del imaginario hispano”.

Agrega:

“Esta arqueología del bolero, objetivamente subjetiva, es rica en títulos, anécdotas y datos biográficos de compositores y cantantes. Con seguridad, al lector le será grato recordar y saberse parte del registro histórico y emocional de ‘Júrame’, ‘Cenizas’, ‘Quinto patio’, ‘Toda una vida’, ‘Sabor a mí’, ‘El último café’, ‘No me platiques más’, ‘Contigo en la distancia’, ‘Frenesí’, ‘Reloj’, ‘La puerta’, ‘Usted’, ‘Si nos dejan’, ‘Bésame mucho’, ‘Somos novios’, ‘Una semana sin ti’, y más”.

-¿Cuáles son los boleros más escuchados, según su visión y su ardua investigación?

-¡Son muchos!... la guanajuatense María Griever es una de las mujeres que más ha trascendido. La grabó Enrico Caruso, Andy Russell, José Carreras, en fin. Y la jalisciense Consuelo Velázquez, compositora del bolero “Bésame mucho”, cuya letra se asimiló en la música estadunidense con voces como Nat King Cole, Frank Sinatra, Elvis Presley o The Beatles, y Luis Miguel. Armando Manzanero es otro ejemplo y José Alfredo Jiménez. Otra vez el bolero actuando como vehículo de la poesía y permitiendo que no haya barreras para el sentimiento”.

De acuerdo a su estudio, hay tres raíces raciales de América Latina “que son de alguna manera también tres jerarquías sociales, culturales y económicas.

-A propósito de esas tres raíces, usted observa a este género musical como una síntesis de expresión racial de tres culturas: la nativa americana, la europea y la africana. ¿Podría ampliar al respecto?

-Voy a dar un ejemplo que nos va a abrir el panorama: “El plebeyo”, un vals peruano que escuchamos grabado en la voz de Pedro Infante como bolero, que dice: ‘Mi sangre aunque plebeya, también tiñe de rojo. No es distinta la sangre ni es otro el corazón. Señor, ¿por qué los seres no son de igual valor?’. Habla de un afrodescendiente que se enamora de una mujer blanca, pero evidentemente hay un impedimento racial, social, cultural, incluso emocional, porque quizá la mujer lo rechaza por sentir la prohibición social, ¿qué dirán de mí?, ¿qué dirá la gente? Ahí encontramos justamente las tres raíces reflejadas en el bolero. No solamente en la rítmica, no solamente en esa riqueza sonora que posee el bolero y que tiene la música nativa de América Latina y del Caribe.

La autora y el prologuista. Foto: Cortesía María Guadalupe Meza López.

“Cuco Sánchez hizo sus composiciones entre tango y bolero y las canta como bolero ranchero. La frase famosa de que cada cabeza es un mundo, la reconvierto y digo: ‘Cada cabeza es un bolero’, porque si tú y yo escuchamos ‘Contigo en la distancia’, en tu procesamiento mental, emocional, psicológico va a decirte unas cosas y a mí me va a decir otras, no obstante estaremos compartiendo un elemento: la emoción humana”.

Meza López remata contenta:

“El bolero es un género fascinante que insisto seguirá presente porque se sacude el polvo y se levanta. Luis Miguel sigue presente con su disco Romance que grabó cuando tenía 21 años, en el que Armando Manzanero fue productor y director. En los noventa hubo un éxito mundial con Buena Vista Social Club, con los cubanos Compay Segundo, Rubén González, Ibrahim Ferrer y Omara Portuondo. Y el año pasado la joven cantante Ángela Aguilar, nieta de Antonio Aguilar y Flor Silvestre, grabó el disco Bolero con nueve canciones, como ‘Somos novios’, ‘Obsesión’, ‘Luna lunera’, ‘Piel canela’, ‘Piensa en mí’ y ‘Solamente una vez’”.

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