Cultura

Letras de Centroamérica, hoy. La furia por sobrevivir

En el contexto del Festival Centroamérica Cuenta, que se llevará a cabo del 19 al 24 de mayo próximo en Guatemala, Proceso recogió la voz de narradores y poetas que asistieron a la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, quienes están en la búsqueda incansable de espacios editoriales.
sábado, 1 de marzo de 2025 · 06:32

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A pesar de poseer una larga tradición, la literatura centroamericana no cuenta con un gran mercado internacional, porque aún “las grandes editoriales no le apuestan con todo”, y sin embargo en la región existe un movimiento literario “muy fuerte” que ofrece una “gran diversidad de temas”.

Éste es el panorama, mediante entrevistas, de los autores Arnoldo Gálvez Suárez y Denise Phé-Funchal (Guatemala, 1982 y 1977, respectivamente), Luis Lezama Bárcenas (Tegucigalpa, Honduras, 1995), y Catalina Murillo Valverde y Larissa Rú (San José, Costa Rica, 1970 y 1998, respectivamente), quienes participaron en la novena edición del programa Nombrar a Centroamérica porque Centroamérica Cuenta, organizado por el Festival Centroamérica Cuenta, cuyo presidente es el narrador nicaragüense más prolífico y reconocido, Sergio Ramírez (Masatepe, 1944) —primer centroamericano en recibir el Premio Cervantes (2017)—, y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde ocurrió el encuentro hace un mes.

Y aunque el escritor Huáscar Robles Carrasquillo es puertorriqueño (de Caguas) fue invitado al encuentro anual, cuya finalidad es acercar a los lectores a las grandes obras de la región y a sus creadores, así como promover lo más destacado de la producción literaria del istmo centroamericano para que el panorama editorial del continente se enriquezca y se difunda en el mercado internacional.

 

El exilio guatemalteco

Gálvez Suárez, quien ha publicado las novelas Los jueces (XI Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo en 2009) y Puente adentro (III Premio BAM Letras en 2015, traducida al alemán como Die rache der Mercedes Lima, Büchergilde, 2017), señala que durante décadas la literatura guatemalteca se escribió en el exilio:

Catalina Murillo (Costa Rica). Foto: Cortesía FIL.

“A partir de autores que, por circunstancias, casi siempre por persecución política, se encontraban en otros países, entre ellos en México. Ahora, pese a nuestras dificultades políticas, nuestra democracia está muy lejos de ser perfecta, ya que durante décadas ha sido capturada por la corrupción, y aunque seguimos teniendo problemas de violencia, en fin, por lo menos mi generación escribe en Guatemala y los libros circulan en el país”.

Creador del libro de relatos La palabra cementerio (Punto de Lectura, 2013) y la crónica El círculo rojo (Plaza Pública), refiere que, desde luego, fuera de Guatemala sobresale Miguel Ángel Asturias (1899-1974, Premio Nobel de Literatura 1967), así como Augusto Monterroso (1921-2003), quien radicó en México. Y recientemente, asegura, “tenemos destacados autores que publican muy bien a nivel internacional”, como Rodrigo Rey Rosa y Eduardo Halfon.

Con emoción enfatiza que ahora la escritura guatemalteca “presenta una gran diversidad”:

“Hay una atracción tanto del presente como del futuro, pero igual hay un interés de exploración histórica. Incluso de utilizar a la literatura como un vehículo de pensamiento. Todo eso dentro de un espectro que va desde lo fantástico hasta el realismo”.

Aunque ya a nivel Centroamérica, desanimado, enaltece:

“La literatura del istmo no goza de la posición que podría adjudicársele a otros países, sin embargo debo decir que una de las labores primordiales del Festival Centroamérica Cuenta es colocar a la literatura centroamericana en una conversación horizontal con el resto de las literaturas que se escriben, no sólo en América Latina sino también en España”.

Y frente a la Inteligencia Artificial (IA) que, se dice, puede afectar a la escritura, no se declara pesimista:

“La escritura literaria como arte no es un asunto nada más de juntar palabras o contar historias. Es una necesidad mayor y más profunda que viene amarrada necesariamente a una sensibilidad, a emociones y a un deseo de explicación. La IA puede juntar palabras y contar historias, pero esas palabras y esas historias no vendrán de todos esos elementos que acabo de enumerar”.

_____________________________________

Fragmento del reportaje publicado en la edición 0020 de la revista Proceso, correspondiente a febrero de 2025, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.

Comentarios