Tonatiuh Guillén López
México en el año 2025: las huellas de Trump
Si Trump logra imponer sus demandas comerciales (no tardará en precisarlas), no serán buenas noticias para la economía mexicana, ni para las finanzas públicas. Por aquí los riesgos son muy altos.El año 2025 apunta a convertirse en un periodo extraordinariamente crítico para México en lo económico, social y en la relación bilateral con Estados Unidos.
Desde la perspectiva del gobierno de Donald Trump, nuestro país es médula de su política internacional debido a la migración y el refugio, que les rechaza con independencia de estadísticas o argumentos, debido también al tráfico de drogas y, especialmente, a lo que Trump considera un “subsidio económico” ligado al desequilibrio comercial entre los dos países, dado que México exporta más de lo que importa desde Estados Unidos, al igual que sucede con Canadá.
Si bien desde hace años la cuestión migratoria y del refugio es argumento central de la política electoral en Estados Unidos –asentada sobre una extendida ideología xenófoba y racista utilizada y manipulada por Trump–, ésta se ha alineado debajo de un asunto de mayor calado: las relaciones comerciales de Estados Unidos con sus mayores socios, que son México y Canadá. A diferencia de hace pocos años, la disputa comercial con China ya no es predominante. Para Trump, el problema central somos los países vecinos.
Su propósito es reducir el déficit comercial de Estados Unidos ante México y Canadá, presuponiendo que así crecerá la economía estadunidense. Desde la perspectiva de Trump, la amenaza de aranceles es pieza estratégica de su objetivo. Es evidente que la imposición de aranceles sería violatoria del T-MEC e incluso contraria a la tradicional política de libre comercio del Partido Republicano, lo cual tiene a Trump sin cuidado. Tanto a México como a Canadá amenaza con imponer 25% de aranceles sobre todo intercambio comercial.
Esa medida desarticularía de facto al tratado comercial de América del Norte y daría pie a una recíproca escalada arancelaria, como ha puesto en claro el gobierno de Canadá y, en un primer momento, el de México. Las negativas repercusiones macroeconómicas serían de escala descomunal, como bien saben Trump y su gabinete. El límite a sus intenciones es precisamente el abismo que está enfrente.
Por ese motivo el propósito final de la amenaza es lograr ajustes comerciales que reduzcan el déficit estadunidense y que, entre otras expectativas, trasladen inversión hacia Estados Unidos evitando que llegue a sus vecinos. Las baterías estarán apuntando más a México que a Canadá. Para el caso mexicano es cierto que nuestra economía tiene un lado muy potente que son justamente las exportaciones a Estados Unidos.
Pero tiene otro lado extraordinariamente frágil, radicado en el elevado déficit presupuestal gubernamental, y, por si fuera poco, estamos entre un tremendo desbarajuste institucional causado por la descomposición del Poder Judicial y la liquidación de los organismos autónomos. Es decir, México estará negociando desde una posición débil. Si Trump logra imponer sus demandas comerciales (no tardará en precisarlas), no serán buenas noticias para la economía mexicana, ni para las finanzas públicas. Por aquí los riesgos son muy altos.
Para México la amenaza de aranceles es una navaja de doble filo. Además de demandas en materia comercial, Trump volverá a requerir que México...
*Profesor del PUED / UNAM
Excomisionado del INM
Fragmento del texto de Opinión publicado en la edición 0019 de la revista Proceso, correspondiente a enero de 2025, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.