Marcelo Ebrard
Los claroscuros del canciller: entre el caos migratorio y la ofensiva contra las armerías
Los detractores de Ebrard sostienen que el político utilizó los recursos de la Cancillería para armar su proyecto presidencial en detrimento de la política exterior. Sus simpatizantes, en contraste, destacan logros como la aprobación del TMEC y los límites a las acciones de la DEA en México.Con la renuncia de Marcelo Ebrard a la Cancillería viene el corte de caja de su gestión. En estos cuatro años y medio al frente de la política exterior mexicana entre sus aciertos podría destacarse la firma del TMEC, los límites a los agentes de la DEA en México y la demanda que el gobierno federal interpuso a los fabricantes estadunidenses de armas, pero entre sus yerros se encuentran el que México se haya aislado en foros multilaterales, la defensa a los gobiernos autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y el caos migratorio, uno de sus papeles más polémicos por ceñirse a los deseos de Estados Unidos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A lo largo de sus cuatro años y medio al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard Casaubon ha tenido una gestión de claroscuros. Sus detractores sostienen que el político utilizó los recursos de la Cancillería para armar su proyecto presidencial en detrimento de la política exterior, la cual ha marcado un retroceso: México se ha aislado en los foros multilaterales, ha tomado posicionamientos ambiguos sobre la invasión de Rusia a Ucrania o sobre la situación de los derechos humanos en varios países de la región, y marcó una ruptura con los principios de no intervención marcados por la Doctrina Estrada.
Sus simpatizantes, en contraste, destacan logros como la aprobación del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), así como los límites que Ebrard impuso a las acciones de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) en México, la eliminación de Iniciativa Mérida y su reemplazo por el “Entendimiento Bicentenario”, o las demandas que la Cancillería presentó contra ocho grandes manufactureras de armas y contra algunas armerías de Estados Unidos.
Humberto Garza Elizondo, profesor investigador en el Centro de Investigaciones Internacionales de El Colegio de México –el alma mater de Ebrard–, resalta que, desde el inicio del sexenio, se ha aplicado una “política exterior nacionalista”, que se ha caracterizado por una serie de “desencuentros” y de “errores diplomáticos” que fueron utilizados para “distraer la atención de los problemas internos” y generaron una “imagen de México fuera del país difícil de entender”.
En entrevista con Proceso, el catedrático insiste en separar la política exterior de la llamada Cuarta Transformación, por un lado, y por otro la diplomacia, a cargo de Ebrard, quien fue su alumno en el Colmex. Mientras Garza se muestra crítico con el primer tema, asevera que el canciller ha tenido la “habilidad diplomática” para sortear diversas crisis internas y externas gracias a su capacidad de negociación.
Bajo las órdenes de AMLO
En la política exterior Marcelo Ebrard siguió los lineamientos de López Obrador. En materia regional, por ejemplo, la Cancillería cargó contra la Organización de los Estados Americanos (OEA) –a la que el presidente acusa de seguir la agenda intervencionista de Washington– y su polémico secretario general, Luis Almagro. Además de criticar en varias ocasiones a Almagro, la representante de México ante la OEA, Luz Elena Baños, ha protagonizado episodios polémicos, como cuando acusó a los integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de servir como “arietes del conservadurismo y de otros países del mundo”.
En lugar de la OEA, el gobierno mexicano buscó impulsar organismos regionales secundarios, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) o la Alianza del Pacífico, que está paralizada ante la negativa del gobierno mexicano para entregar la presidencia al gobierno peruano de Dina Boluarte, a la que López Obrador no reconoce como presidenta legítima.
Con estas iniciativas, México trató de acercarse con los gobiernos de izquierda de la región –incluyendo a los autoritarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua–; para ello, operó el rescate del entonces presidente boliviano, Evo Morales, durante el golpe militar que el líder indígena sufrió en noviembre de 2019, y en diciembre de 2022 abrió las puertas de la embajada de México en Lima para otorgar asilo a Lilia Paredes, la esposa del expresidente Pedro Castillo, durante la detención de su marido.
En otras ocasiones Ebrard acató las instrucciones de López Obrador en contradicción con sus propias iniciativas. Cuando el mandatario decretó una “pausa” en las relaciones con España –por considerar que el país ibérico veía a México como “tierra de conquista”–, Ebrard procuró recomponer el diálogo con Madrid sin contradecir a su jefe, pues aseveró que “a lo que en su momento se refirió el presidente con la pausa, es a la reflexión respecto a la relación bilateral hacia dónde va”.