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Vivir con miedo: Las familias migrantes ante la separación

través de tres historias -donde se introduce la animación-, asistimos al anhelo de los directores por comunicar estas vivencias al mundo entero con el fin de crear, por fin, una conciencia sólida. 
domingo, 14 de mayo de 2023 · 10:08

Son 87 minutos de realidad palpitante sobre la inacabable y a menudo desconocida situación migratoria del mexicano ilegal. En esta coproducción con Estados Unidos que Carlos Hagerman y Jorge Villalobos titulan Mi casa está en otra parte -y que desde el día 4 está en cines nacionales-, se aborda el tema de cómo la política estadunidense podría agravar aún más la desintegración de las familias de paisanos, al dividir a los que se han asentado en suelo gringo y los que son deportados. A través de tres historias -donde se introduce la animación-, asistimos al anhelo de los directores por comunicar estas vivencias al mundo entero con el fin de crear, por fin, una conciencia sólida. 

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El miedo de mexicanos y mexicanas a ser deportados y separarse de sus familias por no poseer papeles legales en Estados Unidos, es el que aborda el documental de animación Mi casa está en otra parte dirigido por Carlos Hagerman y Jorge Villalobos, quienes han generado “una campaña de impacto” para que la película de 87 minutos incite a reflexionar a legisladores de ambas naciones y en general al público de todo el mundo.

Home is somewhere else (producción México-Estados Unidos, 2022) es  el cuarto filme de Hagerman (Los que se quedan –codirigido con Juan Carlos Rulfo–, Vuelve a la vida y El patio de mi casa), quien dice en entrevista que consiguieron recursos “para la campaña de impacto” y proyectaron gratuitamente el documental (que ya se estrenó en cines mexicanos desde el día 4) en el albergue Al Otro Lado (alotrolado.org), ubicado en Tijuana; ahí radican deportados a quienes sus parientes que se quedaron en Estados Unidos  pueden visitar los fines de semana. Hagerman agrega:

“En ese lugar exhibimos la cinta, había entre 25 y 26 personas, pero al final platicamos con esas familias y sentimos el agradecimiento por mostrar las tres historias del documental. Además estamos generando una guía para maestros de bachillerato con el fin de que que este largometraje igual pueda ser una herramienta, como un gatillo para generar conversaciones más profundas sobre estos tópicos.”

Desea que Mi casa está en otra parte llegue a los jóvenes en un contexto educativo “porque están justo generando su identidad social, y puedan empatizar quizá con el compañero de al lado”. E informa que se hallan organizando una proyección en el Capitolio de Estados Unidos con los congresistas que quieren empujar las reformas a la Ley de Inmigración; para junio darán una función en el Senado de México.

La cinta contiene tres narraciones de jóvenes de familias mexicanas que migraron ilegalmente a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. A través de testimonios reales, íntimos y narrados en primera persona por los propios jóvenes y sus familias, se expresa la complejidad emocional y cultural en la que viven como indocumentados:

Jasmine y sus padres mexicanos residen en Miami, pero viven con el miedo permanente de ser descubiertos.

Elizabeth y Evelyn son hermanas, crecieron juntas, pero ahora establecen una relación a distancia. Evelyn prefiere vivir en México, aunque es la única de la familia que tiene la ciudadana americana, y Elizabeth radica en Estados Unidos sin papeles.

Y Lalo El Deporte (José Eduardo Aguilar), siendo un niño, llegó con su familia y creció en Utah, vivió como un joven estadunidense hasta que lo arrestaron y deportaron. Ahora debe enfrentarse a una vida en un país que le es ajeno, México.

Cabe destacar que las historias de vida son presentadas y entretejidas en un peculiar espanglish por El Deporte, un poeta del spoken word (palabra hablada), el cual es un tipo de performance poético que utiliza elementos musicales y teatrales.

En la cinta, el personaje interpela constantemente al espectador con poderosas críticas a través de sus juegos de palabras. Cada relato tiene un estilo de animación propio, producido por diferentes equipos de animadores; sin embargo, el filme ensambla una historia coral con testimonios, dolorosos pero resilientes, para resignificar sus experiencias y luchar por los derechos de los migrantes.

Jasmine en la cinta (cuya voz es real) dice en un mitin frente a La Casa Blanca, en Washington:

Tengo 11 años y soy ciudadana de Estados Unidos. Mi mamá es una dreamer (así se les llama a los ilegales adultos que llegaron desde niños) y estoy aterrada. No quiero perderla. El 22 de diciembre perderá su estatus de DACA (programa que protege a los dreamers). Y correrá el riesgo de ser deportada. Y si el Congreso no actúa en este momento, no tendré a mi mamá para las festividades. ¿Por qué es importante para mí? Porque no podré saludar a mi mamá cada semana con un gran beso y abrazo. No tendré quién me ayude con mi tarea o proyectos escolares.

No tendré a mi mamá para animarme cuando me sienta mal, ni a sus reconfortables manos que me quitan el temor cuando estoy asustada. Mi mamá no se sentirá a salvo mientras trabaja, ni cuando lleve a mi papá a su trabajo, porque mi papá es indocumentado.

Como ciudadana de Estados Unidos, la búsqueda de la felicidad es mi derecho constitucional. El nombre de mi mamá es Laura. Ella nació en México y luego sus padres la trajeron acá…

La familia, una preocupación

Hagerman explica que el proceso de su carrera como cineasta lo ha llevado a experimentar el tema de la familia de muy diferentes maneras:

“Este filme está conectado de una manera muy bonita con ese tópico y con mi primer largometraje Los que se quedan, porque ahí, con Juan Carlos Rulfo, retratamos cuál era la consecuencia emocional de la migración en México a través de las historias de las familias qué extrañan a alguien que no está con ellas en el país, que se encuentran en Estados Unidos. Una de esas familias es de un pueblo que se llama Dzoncauich, Yucatán, quien al final de la película se mete en un autobús que va a la frontera.

“Dos de esas niñas, Evelyn y Elizabeth, son las protagonistas de esta nueva historia. Son de 29 y 20 años y no ven juntas el futuro por sus diferencias en estatus migratorios. Eso a mí me impresionó mucho cuando pude platicar con ellas. Vi qué había todavía una historia que contar y que debíamos seguir investigando: ¿qué se siente vivir en una familia con miedo a la separación y qué se siente vivir en una familia que no posee la movilidad? En fin.”

Villalobos es socio y amigo de Hagerman desde hace 30 años, y hace 11 fundó con él Brinca Taller de Animación para abordar problemáticas importantes y fuertes:

“Desde entonces estamos ejercitando eso con pequeños cortos para organizaciones con respecto a la defensa y promoción de los derechos humanos, por ejemplo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y con la Federación Internacional de Derechos Humanos en Francia, hablando sobre el feminicidio, la desaparición forzada, y todo nos ha sensibilizado.”

Así, desde el primer instante que crearon su empresa pensaron en un largometraje de animación:

“Hace seis años Jorge, quien residía en Miami, Estados Unidos, vio un reportaje del periodista Jorge Ramos, quien tiene su pedacito de cameo en la película, respecto a los niños de familias mexicanas en esa nación que tenían mucho miedo de regresar a sus casas y no encontrar a sus padres. Esto sucedió cuando Donald Trump tomó la presidencia de Estados Unidos.

“Entonces Villalobos me dijo: ‘Debemos realizar algo con esto’, y a mí me resonó por el tópico de la familia. Nosotros vemos a Mi casa está en otra parte (https://www.youtube.com/watch?v=cPLgqBUO-qw) más como una película sobre familias, en torno a la experiencia que es vivir con miedo en otro país. Queremos que esta sea una película que logre la empatía y la efectuamos además en animación porque pensamos en las audiencias jóvenes.”

Hagerman es director y productor. Fue parte del equipo de la productora de Alejandro González Iñárritu antes de fundar su propia compañía, con la que ha producido y dirigido documentales, como Los que se quedan, Vuelve a la vida y El patio de mi casa.

Las voces originales

Villalobos, por su parte, es escritor, director y productor de animación y live action. Dirigió varias series infantiles para Canal Once. Sus cortometrajes animados y de acción suman una veintena de reconocimientos internacionales.

A este semanario Villalobos rememora que Jasmine se volvió activista a los 11 años de edad, conocieron a su familia y les gustó el proyecto:

“Se emocionaron mucho al mencionarles que ante una cámara relatarían lo que sentían y vivían. Sabíamos desde el principio qué queríamos que en el documental salieran las voces originales de los protagonistas, no deseábamos entrevistar académicos o expertos ni centrarnos en dar cifras o hablar de contextos políticos.

“Cuando conocí a Jasmine, le platiqué, para empezar a ganarme su confianza: ‘¡Pongamonos a dibujar!’ ...Le manifesté: ‘Dibújame a tus papás’. Así que la primera historia está basada en los dibujos de Jasmine. Vimos que la combinación de voces reales con escenas animadas funcionaba de manera increíble. Y hace seis años coincidimos con crear un largometraje.”

A su vez, Hagerman recuerda cómo encontraron a Lalo El Deporte:

“Es una historia muy bonita: Yo estaba en DocsMx, justo con el proyecto de campaña de impacto de Mi casa está en otra parte, y un colega me preguntó si ya había platicado con esta persona. Me recomendó fijarme en cómo habla con el spoken word, y entonces me acerqué a Lalo, quien estaba en ese momento en un programa de DocsMx para desarrollar un proyecto personal de hacer un documental sobre la comunidad de retornados y deportados en México.

“Es un narrador prodigioso. Y era lo que estamos esperando para ser protagonista y al mismo tiempo ser el maestro de ceremonias en el largometraje. Él ha pasado por todas las etapas. Sabe perfectamente lo que siente Jasmine a sus 11 años porque él tuvo 11 años y estaba en una situación muy similar; él sabe perfectamente lo que sienten Evelyn y Elizabeth porque acabando la preparatoria estaba en una situación muy similar.”

El desenlace del largo de la deportación de El Deporte “es un futuro posible para cualquiera de estas familias –dice–, entonces como que se completaba no sólo esta película de tres cuentos separados, sino que se generó un arco narrativo, y la colaboración con Lalo fue increíble”.

En diversos medios informativos, los especialistas en migración han manifestado actualmente su preocupación por que los indocumentados mexicanos serán los más afectados por las nuevas políticas anunciadas por el gobierno de Joe Biden, pues la idea es terminar con el llamado Título 42 que imperó durante la pandemia en el manejo del flujo migratorio en la frontera y que vence este 11 de mayo.

Mi casa está en otra parte, distribuido en México por Artegios Distribución, participó en el International Documentary Filmfestival Amsterdam (IDFA), Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y San Diego Latino Film Festival, entre otros.

Villalobos enfatiza contento:

“¡Hemos tenido una corrida de festivales increíble! En el IDFA ganamos Mejor Documental para audiencias jóvenes y este es el festival más importante de documental en el mundo. Y hemos tenido la fortuna de convivir con las audiencias más distintas, que incluso pasan por lo mismo, entonces hay una respuesta emocional muy fuerte, pero también nos hemos visto del otro lado con audiencias que al final te mencionan que no sabían que esto pasaban los mexicanos ilegales.”

Al final, Hagerman subraya que se han realizado talleres de spoken word con El Deporte:

“Se queda al final de las proyecciones y les enseña a los jóvenes una manera de expresarse. Cuando lo conocí desarrollaba un documental. La semana pasada en El Chopo lo presentó, se llama El digno retorno. Es un orgullo que José Eduardo Aguilar ya es un cineasta.”

El Deporte (que significa el deportado) dice a su manera al final de Mi casa está en otra parte:

Gracias, gracias por acompañarme hasta el final. Se agradece mucho. Ahora, antes de la despedida, antes de la despedida, antes de decir adiós. Quiero dejarlos con esta reflexión para que la consideren ustedes mismos. No sólo somos historias animadas, sólo somos la carne tras las escenas. Ni con vidas censuradas o realidades de segunda mano. Mi gente y nuestras historias son tan reales como las mariposas en el estómago que todos sentiremos un día.

Merecemos amor y ser amados aquí y allá, sin límites, sin incertidumbre, y sin el miedo interminable. Aquí donde la migración es un crimen, donde los papeles valen más que la gente, conecta con tu humanidad y date cuenta que no somos todos tan diferentes.

Reportaje publicado el 7 de mayo en la edición 2427 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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