Cine

“Ellas hablan”, obra de la canadiense Sarah Polley, actriz, escritora y realizadora

Durante años, mujeres y niñas fueron violadas durante la noche luego de ser dopadas con tranquilizantes para vacas; cuando despertaban, ensangrentadas y llenas de moretones, los hombres de la congregación, violadores y no violadores, achacaban los hechos a actos del demonio.
sábado, 18 de marzo de 2023 · 23:19

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La canadiense Sarah Polley tiene toda la autoridad para abordar temas de atropello de la condición femenina; ella misma ha sufrido violaciones e incluso, como activista política, golpes por parte de la policía. Ausente del cine por unos años, la obra de esta actriz, escritora y realizadora precoz reaparece madura y contundente con Ellas hablan (Women Talking; E.U., 2022), basada en la novela de Miriam Toews, quien a su vez se inspiró en hechos reales ocurridos en una comunidad menonita de Canadá en 2010.

Durante años, mujeres y niñas fueron violadas durante la noche luego de ser dopadas con tranquilizantes para vacas; cuando despertaban, ensangrentadas y llenas de moretones, los hombres de la congregación, violadores y no violadores, achacaban los hechos a actos del demonio, o las acusaban de exageración. Gracias a que uno de ellos no alcanza a escapar, se efectúan una serie de arrestos, y la comunidad queda sin hombres por un par de días, tiempo que aprovechan las mujeres para debatir si escapan o permanecen para perdonar y olvidar, como sugieren los jerarcas.

Sarah Polley aprovecha ambiente y usos culturales concretos para apoyar sus metáforas sobre la situación en la que viven las mujeres de la comunidad; el debate ocurre en un granero, donde transcurre la mayor parte de la película, y el hecho de que los hombres estén por regresar provoca una atmósfera de persecución y de miedo. En Ellas hablan, lo masculino se hace sentir como una fuerza oscura y amenazante, un flujo oscuro, y la única presencia masculina definida es la de August (Ben Whishaw), fuereño cuya familia fue alguna vez expulsada, quien ha regresado como maestro; niños y púberes aparecen desde una perspectiva abierta, ya sea la de torturadores del futuro, violadores potenciales, u hombres conscientes si se educan.

Si de feminismo se trata, la visión de Polley se muestra profundamente comprometida, no desde la mera militancia política sino realista y optimista en tanto que es capaz de mostrar un personaje masculino perfectamente empático con las mujeres, no que les haga el favor de apoyarlas sino que entiende que son imprescindibles en su propio destino como ser humano; la propuesta no es la de una nueva forma de masculinidad, sino la adecuada y posible, pues August representa un tipo de hombre real, no la encarnación de una serie de ideas.

Una galería de mujeres, de caracteres harto creíbles, como Ona (Rooney Mara), inteligente y combativa, o Mariche (Jessie Buckley), quien titubea entre romper con el patrón o continuar el sometimiento; también está un personaje odioso, el de Salomé (Claire Foy). Cada una de ellas existe por sí misma más allá del rol que le asigna el guion o la diversidad comunitaria; el aspecto más importante de Mujeres hablan es la necesidad de enfrentar la crisis no sólo desde la perspectiva política y cultural, sino existencial. ¿Vivir en constante lucha?, ¿amar al torturador porque el Evangelio exige el perdón? La reflexión que propone Sarah Polley va más allá del revanchismo, plantea preguntas que exigen reflexión profunda.  

Texto publicado en el número 2419 de la edición impresa de Proceso, cuya edición digital puedes adquirir en este enlace.

Comentarios