Feminicidios

Colima, violencia al máximo: La poesía, en defensa de las mujeres

En los últimos días de 2022, el año más letal contra las mujeres desde que se tiene registro en esta entidad, apareció publicado el poemario Flores salvajes. Por ellas, por nosotras, en el que un grupo de estudiantes de trabajo social aborda la temática de los feminicidios.
domingo, 22 de enero de 2023 · 11:19

En los últimos días de 2022, el año más letal contra las mujeres desde que se tiene registro en esta entidad, apareció publicado el poemario Flores salvajes. Por ellas, por nosotras, en el que un grupo de estudiantes de trabajo social aborda la temática de los feminicidios y otras manifestaciones de la violencia de género. Colima ocupa los primeros lugares en feminicidios y homicidios dolosos de mujeres en el país, con tasas de 4.19 y 19.46 casos por cada 100 mil, muy encima de las tasas promedio nacionales de 1.29 y 3.90 casos, respectivamente.

COMALA, COL. (Proceso).– Coordinado por la escritora Verónica Zamora Barrios y la maestra Jahel Cisneros Olivera, el libro de compilación de poemas Flores salvajes. Por ellas, por nosotras, salió a la luz bajo el sello de Puertabierta editores y fue presentado en el marco de los festejos por el 60 aniversario de la Escuela de Trabajo Social “Vasco de Quiroga”, con sede en el municipio de Comala.

Clementina Nava Pérez, integrante del Centro de Apoyo a la Mujer (CAM) “Griselda Álvarez” AC, considera que en el contexto de “exacerbación de la violencia feminicida”, la publicación constituye “una necesaria respuesta de las jóvenes para ser escuchadas, desde el dolor que genera el darse cuenta de la violencia contra las mujeres, hasta el amor por la vida y la esperanza de que las cosas cambien”.

En entrevista con Proceso, Nava comenta que las jóvenes ahora “están viviendo la violencia que generaciones anteriores les hemos heredado”, y que “oponerse a dicha violencia es vital, ellas lo hacen a manera de denuncia a través de la literatura, y esto es algo que dimensionamos como extraordinario y bueno para la sociedad y un ejemplo para las y los jóvenes”.

El volumen, de 122 páginas, contiene 83 poemas de nueve alumnas y un alumno de la institución educativa: Danna Noilani Córdova Rodríguez, Shaira Dalaí Figueroa Rodríguez, Angélica Guadalupe Gómez Claustro, Rosa Ximena Magaña Pérez y Vania Jaqueline Manjarrez Gutiérrez, Édgar Misael Nava Magaña, Carolina Navarro Flores, Nathaly Abigail Orozco Ortega, Jaqueline Ramírez Rosales y Alexandra Villa Rodríguez,

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“No, en silencio no eres más linda,/ tú eres bonita siempre./ Cuando luchas, cuando gritas,/ cuando abres la boca y todos te escuchan./ Calladita no estás más bonita./ Calladita estás muerta./ Grita, habla, escucha,/ así sabré que estás viva” (“Calladita no”, de Shaira Figueroa, 18 años).

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Jahel Cisneros, la joven maestra que desde el aula motivó a sus estudiantes a escribir, dice que “la forma de visibilizar la violencia contra las mujeres es hablando de ella, haciendo notar que nos están matando, nos están violando y acosando”.

Por ello, añade, este grupo de jóvenes “decidió alzar la voz por aquellas mujeres que murieron en el intento, por las otras que viven bajo la sombra de su silencio”, y este libro “es un tributo a quienes han padecido la violencia, pero también es una forma de generar conciencia y sororidad”.

A través de cada uno de los poemas, refiere Cisneros Olivera, el alumnado hace un llamado a la sociedad, a las autoridades y al propio Estado a erradicar los feminicidios y otras agresiones, con el propósito de lograr una vida libre de violencia para las mujeres y las niñas.

Verónica Zamora Barrios, autora de poemarios como El libro de los conjuros y Alexandrías, quien coordinó un taller literario con las autoras y el autor para la reescritura final de los textos, resaltó durante la presentación del libro que “cuando alguien escribe con tanta libertad y sueños, con ese ímpetu juvenil, resulta difícil corregir para no podar ilusiones, rebeldías y propuestas”.

Sobre su trabajo realizado, comentó:

“Lo que sí removimos fue cualquier indicio de debilidad o victimismo que nos desviara de la idea de que no estamos indefensas ante la violencia o la injusticia como mujeres si permanecemos sororales y unidas.”

Zamora calificó Las flores salvajes… como “una muestra de lo que la inocencia literaria logra expresar sobre el tema de los feminicidios o el acoso que viven día a día las muchachas que desde sus lugares de origen se transportan a la escuela para seguir su búsqueda de saber y futuro”.

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“Soy estudiante, soy mujer,/ soy esa mujer con risa escandalosa y grandes metas,/ y no quiero que me encuentren en camionetas,/ soy una mujer hermosa,/ y no quiero que me encuentren en una fosa,/ soy esa mujer que lucha y grita/ soy esa mujer, con dulce baile y cálido abrazo,/ y no quiero que encuentren mi cuerpo descuartizado,/ soy una mujer, como todas las que ya no están y las que siguen estando,/ soy una mujer que quiere emprender,/ y no por tu ayuda me voy a vender,/ me quiero viva, me quiero bien” (“Mi valor”, de Vania Manjarrez, 18 años).

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Para el profesor Balvanero Balderrama García, impulsor de la edición, se empleó la poesía como una creación liberadora para manifestar y denunciar lo difícil que es ser mujer en un país machista y feminicida.

En la fase de consolidación del proyecto, dijo, la decena de poetas jóvenes “compartieron experiencias, sentimientos y emociones que desconocían entre sí, por medio de la poesía, que fue un cohesionante grupal”.

Durante la presentación, el presidente de la Fundación Cultural Puertabierta, Salvador Silva Padilla, manifestó que el poemario “da voz a quienes jamás se les había reconocido arrancándoselas de raíz; este tiempo de zozobra nos empuja a romper el silencio”.

Esto, refirió, “no es sólo un acto reivindicatorio personal, que de por sí ello debería bastar, es sobre todo un acto colectivo, grupal que se hace no sólo por cada una de las mujeres que han sido violentadas: se hace por ellas, por nosotras y también, ¿por qué no decirlo?, por nosotros”.

Según datos oficiales, un mes antes de que concluyera 2022 ya se había rebasado la cifra de un centenar de asesinatos de mujeres en Colima, lo que representa un récord anual histórico desde que se tiene registro en esta pequeña entidad que ocupa, además, los primeros lugares nacionales en delitos derivados de la violencia contra las mujeres.

En el periodo del 1 de enero al 30 de noviembre del año recién concluido, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública ubicó a Colima en los primeros lugares en feminicidios y homicidios dolosos de mujeres en el país, con tasas de 4.19 y 19.46 casos por cada 100 mil mujeres, por encima de las respectivas tasas promedio nacionales de 1.29 y 3.90 casos.

Violencia familiar es otro de los delitos en los que Colima también ocupa la primera posición, con una tasa de 501.2 casos por cada 100 mil habitantes, seguido por la Ciudad de México, con 382.1; Nuevo León, con 364.9, y Coahuila, con 357.2, y Baja California, con, 330 mientras que la tasa promedio nacional es de 193 casos por cada 100 mil habitantes.

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“De nuevo esos pasos detrás de mí,/ no sé quién sea,/ pero escucho lo que me dice,/ todas esas palabras obscenas./ Acelero mis pasos,/ saco mis llaves a dos cuadras de mi casa,/ lo único que pasa por mi mente es:/ que no me haga nada./ Mis ojos empiezan a sentirse cristalinos,/ mi corazón palpita demasiado rápido,/ sé que soy fuerte,/ pero no lo suficiente para poder hacerle frente. /Planeo mi llegada,/ llegar y abrir, entrar y cerrar rápidamente,/ adentro de mi casa regulo mi respiración,/ no sé cuánto tiempo pueda durar con esta rutina,/ supongo que hasta el día que no regrese” (“Una llegada normal”, de Danna Córdova, 19 años).

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La activista Clementina Nava indica que “también está la otra violencia, la que se comete dentro de los hogares: mujeres golpeadas por su pareja, amenazadas, con violencia psicológica y sexual”.

Ante estas circunstancias, “nosotras decimos que las muertes de mujeres no deben perderse entre toda esta violencia que se da, que no se minimicen, aunque las causas pueden ser muy distintas a las que ocurren en hombres”.

Entre los motivos del aumento de asesinatos de mujeres, acepta que algunas muy probablemente han sido vinculadas a actividades delincuenciales de su pareja, o son tomadas como instrumento de venganza, pero lo fundamental es que hay impunidad en todo el país y eso determina que se sigan cometiendo los delitos sin que haya castigo para los criminales.

Por otra parte, estima que la respuesta social es casi nula y a veces “da la impresión de que la población en Colima tiene el síndrome de la mujer maltratada, que no responde por miedo y piensa que si denuncia, se opone o rechaza la violencia, la cosa se va a poner peor. Y al contrario, ante este vacío de respuesta, la delincuencia sigue ganando terreno”.

Pese a que desde junio de 2017 se emitió la Alerta de Violencia de Género en cinco de los 10 municipios, Nava Pérez considera que hay muchos pendientes de las medidas establecidas:

“También se necesita dar prioridad y acelerar las recomendaciones en educación, en las cuales vemos una alternativa para erradicar la violencia, pero no se empieza a trabajar en ello de manera más decidida.”

Señala además que el gobierno estatal debe realizar la búsqueda de mujeres desaparecidas, porque ahora son las madres quienes están haciendo “esta dolorosa búsqueda”.

Y expone:

“Que ninguna violencia sea legitimada, que ninguna violencia sea callada, esa debiera ser la consigna para cada mujer. Confiamos en la cuarta ola del feminismo, en las jóvenes que hoy se oponen y luchan contra la violencia hacia las mujeres. Felicitamos a las jóvenes autoras de ese poemario y a quienes facilitaron la escritura de esta obra que debe ser leída por todas y todos.”

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“En la ciudad oscura/ reina la soledad./ Caminas y comienza a surgir el miedo/y le pides al cielo no morir ese día./ Las miradas pesadas/se sostienen en la espalda/ y bajas tu vestido,/ pero por más que llegue a la rodilla,/ el largo parece no ser nunca suficiente,/ es cuando te das cuenta de que tu vestido no es la causa./ En la calle te cazan cual cierva,/ la cabeza en un momento explota,/ el vacío se apodera de tu conciencia/ y te quedas desplomada./ Te encuentras a la mañana siguiente/en un sitio desolado errante,/ tu cuerpo desgarrado se siente,/ cuando comprendes/que lo que se rompe es tu alma./ Casi muerta en ese momento te das cuenta/ que los abusadores no merecen la libertad,/ pero todo esto algún día formará parte del pasado,/ hoy por eso quiero ir a protestar” (“Andar sola”, de Alexandra Villa, 18 años).  

Reportaje publicado el 15 de enero en la edición 2411 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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