Festival Internacional de Cine de Guadalajara

Historias iberoamericanas

El evento cinematográfico resultó altamente estimulante en su sección iberoamericana. El siguiente es un registro de cintas galardonadas en voz de sus realizadores: Mejor Largometraje Documental, Alis; Mejor Largometraje de Ficción, Carajita; Para su tranquilidad haga su propio museo.
domingo, 3 de julio de 2022 · 10:03

El evento cinematográfico resultó altamente estimulante en su sección iberoamericana. El siguiente es un registro de cintas galardonadas en voz de sus realizadores: Mejor Largometraje Documental, Alis (Colombia/Rumania/Chile); Mejor Largometraje de Ficción, Carajita (República Dominicana/Argentina); Para su tranquilidad haga su propio museo (Panamá), Mejor Fotografía en Documental; y Mejor Ópera Prima y Mejor Guion en Ficción para Utama (Bolivia/Uruguay/Francia).

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El área iberoamericana de la 37 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) –del 10 al 18 de junio– destacó con historias que reflejan la situación de la región en lo social, político, económico y cultural, con calidad narrativa y tecnológica.

Los creadores de cuatro de ellas, en documental y ficción, las compartieron para los lectores de Proceso:

El Premio a Mejor Largometraje Iberoamericano Documental lo obtuvo Alis (Colombia/Rumania/Chile, 2022), dirigido por los colombianos Clare Weiskopf y Nicolás Van Hemelryck, donde 10 adolescentes que vivieron en las calles de Bogotá cuentan lo vivido y lo que desean ser a través de un personaje ficticio llamado Alis.

También director de fotografía y guionista, Van Hemelryck relata a este semanario que a su esposa Weiskopf y a él los invitaron en 2016 a impartir talleres de cine documental en una institución pública en Bogotá, donde viven chicas cuyas familias no pueden hacerse cargo de ellas:

“El sentimiento que tuvimos fue de lástima, pero cuando las conocimos nos dimos cuenta que era un prejuicio nuestro porque en ellas encontramos fuerza, resiliencia, valor, humor e inocencia, y sentimos admiración. Fue un choque muy fuerte para nosotros, lo que proyectamos desde el prejuicio con lo que encontramos ahí. El taller fue todo un reto. Ellas son difíciles en el sentido de que si no les gusta, si se aburren, se van a dormir. Era importante e interesante para nosotros motivarlas, y por fortuna logramos cautivarlas.”

Cofundador de Casatarántula, donde actualmente produce y coproduce varios largometrajes, y de la agencia de distribución y promoción DOC:CO, rememora que las menores realizaron cortos documentales, “y fue tan valioso para nosotros que decidimos volver”. Entonces buscaron más apoyos económicos para seguir ofreciendo talleres a lo largo de los años:

“En ese proceso dijimos: ‘Aquí hay una película’, que no sabíamos bien cómo contarla, y en esos talleres uno de los ejercicios que les propusimos fue que escribieran una historia con un inicio y un desen­lace, y nos sorprendieron muchísimo porque sus trabajos eran increíbles. Podían fantasear con otros países, otras culturas, otros seres, pero al mismo tiempo reflejaban sus universos, su pasado, sus malas experiencias, e imaginaban su futuro, sus sueños, sus miedos y los obstáculos.

“Nos dimos cuenta del poder que posee la imaginación para hablar de nosotros mismos, mucho más que la biografía. Nadie puede imaginar lo que yo imagino, y lo que imaginé va a hablar de quién soy yo. Las biografías de dos personas pueden vivir algo similar y ser totalmente distintas. Entonces así nació la idea de crear un personaje ficticio, Alis, para que nos permitieran protegerlas, porque no queríamos exponerlas. Hay cosas muy duras que ellas cuentan, y en la película nunca sabemos qué es verdad y qué es imaginado.”

Fuertes cuestionamientos

Las interrogantes del documental de 84 minutos son: ¿Cómo construir una “nueva vida” cuando se nace sin oportunidades?, ¿es posible cambiar la desesperanza y proyectar otro destino?

Alis, filmada en 2018, logró el reconocimiento Oso de Cristal en la sección Generation 14plus del Festival Internacional de Cine de Berlín 2022.

“Varía la población en el internado. No siempre son las mismas niñas, unas se quedan muchos años y otras sólo permanecen una semana. En ese momento había 26 niñas jóvenes. Las invitamos a participar en el filme. Pensamos que 10 o 12 iban a querer participar, y que en la película iban a terminar cuatro o seis. No obstante sólo una no quiso estar. Nunca pensamos que un largometraje pudiera tener tantos personajes. Cada una de ellas es como tan única y tan especial. Poseen una personalidad y un físico muy marcado que funciona bien. No pensamos que tantas fueran a querer participar y no les podíamos decir que no”.

El cineasta evoca:

“Había un guion en el sentido de que nosotros ya sabíamos qué historia queríamos contar. La cinta empieza muy ligera, con humor, pero conocíamos que en la medida en que las chicas contaran la historia, se conectarían más emocionalmente, y llegarían a un momento más dramático, pero nosotros deseábamos terminar la película con esperanza.”

Van Hemelryck explica que escribieron una lista de preguntas, si bien los encuentros con las niñas eran mucho más libres:

“Contábamos con las interrogantes, aunque no podíamos aplicar el mismo cuestionario a todas porque cada una de ellas es distinta, pero las preguntas nos ayudaban a encaminar la conversación, y ya ellas decidían un poco para dónde querían ir. Así que cada una terminó haciendo una historia muy distinta. Después el trabajo de montaje fue muy arduo porque era encontrar las frases, las miradas, los silencios, en fin, para construir la película.”

Alis –enfatiza– es un reflejo del valor que poseen esas jovencitas, “a quienes nadie les ha dicho que son muy importantes y talentosas”. Y concluye:

“La película puede inspirar mucho. Estas chicas tienen muchos deseos de vivir. Nosotros nunca pensamos en un filme para jóvenes. En Berlín era un jurado joven, de entre 15 y 18 años. Fue muy sorprendente para nosotros. Es lindo ver cómo la película va encontrando su público. Cada uno se conecta con una de las jóvenes, o porque le gustó más o porque ve reflejados sus temores o experiencias en ella. Cada espectador se vincula con una joven distinta y eso también nos parece muy bonito.”

Alis se estrenará en Colombia en octubre próximo. Los directores se aliaron con la fundación Tiempo de Juego para crear una campaña de impacto. Primero en la preparación de las chicas, porque son quienes darán la cara ante el público y la prensa, y segundo creando un lugar donde después de los 18 años ellas puedan quedarse para empezar a trabajar, ya que a los 18 años salen del orfanato sin ninguna ayuda económica y corren el riesgo de regresar a la calle.

El reconocimiento a Alis en el FIGG fue de 200 mil pesos.

El legado de una mujer panameña

De un corte que tiene que ver con el arte y la creatividad es Para su tranquilidad haga su propio museo (Panamá, 2021), de Ana Endara y Pilar Moreno, que alcanzó Mejor Fotografía en el mismo rubro de Largometraje Iberoamericano Documental.

La historia ocurre en un pueblo panameño donde habita el fantasma de una anciana llamada Senobia Cerrud, quien en vida transformó su casa en el Museo de Antigüedades de Todas Las Especies. Exhibía una colección única de piezas y obras que fueron minuciosamente clasificadas. Durante años, ella se levantó temprano para recolectar lo que otros tiraban, recuperando así lo que le servía para crear nuevos objetos.

La película, de 72 minutos, comenzó a gestarse como una idea en 2016, tomó forma en 2018 y se estrenó en 2021 en el International Documentary Filmfestival Amsterdam (IDFA). Moreno, quien además es artista visual y psiquiatra, explica en entrevista:

“Todo se originó al intentar hacer un proyecto sobre el arte espontáneo, el que se genera fuera del sistema del arte, y es un arte que no está mediatizado porque vayas a hacer una exposición, sino por la necesidad y el placer de crear. Además son artistas que sin formación van creando de manera autónoma. Yo quería hacer un documental sobre ese tema.”

Endara, realizadora de los documentales La felicidad del sonido, Curundú y Reinas, pensó –cuenta en la misma conversación– en la anciana Senobia Cerrud, “a quien conocía de años atrás porque era la abuela de un amigo y vivía en Paritilla, un lugar como perdido, súper chiquito, lejos de todo, y aún así ella estaba creando”.

Se impresionó porque la casa de Senobia era un gran museo:

“Había piezas antiguas que además transformaba. Eran objetos fabulosos. Creaba instalaciones, y ella misma escribía frases y las pegaba en ese espacio. Igual me impresionó mucho su visión, que la separaba mucho del resto de las mujeres de esa zona, donde les enseñan a no expresar lo que piensan, a estar conformes con lo que piensan los varones de la familia.”

Moreno fue quien invitó a Endara –esta última estudió en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba– para trabajar el documental:

“Supe que Senobia ya había muerto en 2013 y que su museo había desaparecido, por lo que era más urgente recuperar su historia en este mi primer documental.”

–En él se aprecian los textos de Senobia, como “No te olvides de ser feliz sola”, y más sobre los derechos de la vejez, en fin… ¿qué opinan de todos esos escritos?

Interviene Endara:

“Era feminista sin conocer la palabra.”

Moreno sigue:

“El legado de Senobia es el de decir que los de la tercera edad tienen derechos: a trabajar si pueden hacerlo, a una compañía sentimental, a una soledad rica, en fin, son como revolucionarios. Y su legado se ve en todas las mujeres que conocieron a Senobia y hablan en el largometraje. Aprendimos mucho, no únicamente las que están en la pantalla, sino los que estamos atrás de la cámara. Senobia nos ha transformado. Nuestra intención no fue realizar una biografía, o contar su vida desde que nace hasta que muere, sino reflexionar sobre cuál es la huella que uno deja en lo demás, y definitivamente la huella de Senobia es enorme, desde la vestimenta.”

Al preguntarles cómo surgió el que todas las mujeres entrevistadas lleven un vestido azul, especifican que fue como un juego desde el casting:

“Es como un disparador de situaciones. A todas ellas las conocimos buscando a alguien que pudiera hacer el papel de Senobia, y después nos dimos cuenta de que realmente todas podrían crear una visión coral, que tenían mucho en común con la vida de Senobia, de ser mujer en el campo, con una vida extremadamente dura. Entonces el vestido es un dispositivo que generaba cosas y que incluso dentro de la película generó cuestionamientos como, ¿por qué me tengo que poner yo este vestido si no es mío? Esa propuesta del vestido funcionó.”

Para su tranquilidad haga su propio museo se exhibió ya en HotDocs en Canadá, el Festival de Málaga, Cinelatino en Toulouse y en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias. Formará parte del Festival Internacional de Cine de Panamá –el cual cumplirá 10 años en diciembre próximo–, pues aún no se ha lanzado comercialmente en ese país.

Se les enfatiza que resulta extraño ver un documental panameño, y ambas detallan que pudo realizarse con el apoyo del Fondo de Cine de Panamá, el cual es un gran impulso para una industria pequeña en ese país. También les ayudó el programa Ibermedia.

Endara subraya que en su patria se elabora más documental que ficción:

“Ahora mismo hay más realizadores haciendo documental. A mí me parece coherente con el documental tratar de conectar con la realidad, sin lidiar con actores.

“Fuimos un equipo pequeño. El museo se reconstruyó con pocas manos, con una memoria fotográfica que había, laboramos con una productora con la que hemos trabajado proyectos previos, Isabella Gálvez, quien también está embarcada desde el inicio. Filmamos en 2018 antes de la pandemia, después lo guardamos un poco para reflexionar.”

Terminan:

“Digamos que Panamá es una industria que está empezando. El Fondo  Cine y el Festival de Cine son muy relevantes para que se puedan empezar a impulsar y proyectar las películas de Panamá”.

Junto con Alis, la realización panameña compitió con Canto cósmico. Niño de Elche (España, 2021), de Marc Sempere-Moya y Leire Apellaniz López (Mejor Dirección); Las delicias (Argentina, 2021), de Eduardo Crespo; La espera (Argentina, 2021), de Ingrid Valencic y María Celeste Contratti (Premio del Jurado FEISAL); Otra semilla (Argentina, 2022), de Matías Italo Scarvaci; La picada (Costa Rica/Chile, 2022), de Felipe Zúñiga Sánchez; La playa de los enchaquirados (Ecuador, 2021), de Iván Mora Manzano (Mención Honorífica); Los soldados (España, 2022), de Raúl Capdevila; y El vent que ens mou (España, 2021), de Pere Puigbert.

“Carajita”, cuatro triunfos

En Largometraje Iberoamericano de Ficción, la película Carajita (República Dominicana/Argentina, 2021), de la argentina Silvina Schnicer y el español Ulises Porra, recibió las preseas Mejor Película (son 500 mil pesos), Mejor Director, Mejor Fotografía y Mejor Actriz (Magnolia Núñez).

La cinta de 89 minutos fue filmada en República Dominicana con los actores locales Genesis Buret, Magnolia Núñez, Adelanny Padilla y Cecile Van Welie, y las productoras –también de ahí– Alexandra Guerrero y Ulla Prida.

La historia se centra en Yarisa y Sara. La primera es la niñera de la segunda, y ésta pertenece a una familia adinerada. Las dos se quieren mucho. Su relación parece trascender su clase social, ya que son lo más parecido a una madre e hija, pero un accidente complica sus vidas.

Así, la cinta del matrimonio Schnicer y Porra expone el arduo trabajo de las empleadas domésticas que dejan a su familia para cuidar a los hijos de adinerados.

Para Porra, Carajita plantea una pregunta incómoda: “¿Qué haría yo?”.

La idea se las propuso la productora Prida y los tres trabajaron el guion:

“Nos pareció una invitación muy estimulante. Aunque cada vez uno se desenvuelve en el aspecto técnico, la historia posee su propia vida y no sabe uno que dirección tomará cada filme.”

Ya con Schnicer había dirigido Tigre, por lo que está es su segunda cinta. El covid-19 interrumpió el rodaje. Esperaron siete meses en 2020 para continuar. Pero su mayor reto fue cómo contar esta historia, pues si bien se trata de una producción totalmente de República Dominicana –en donde a decir suyo “se está elaborando buen cine”–, ellos no son dominicanos.

Carajita se estrenó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en 2021, donde obtuvo una mención especial.

Los directores escriben:

A pesar de la calidez con la que comienza la película, Carajita explora el poder de las clases dominantes sobre las dominadas. Como ocurre en muchos otros lugares, en el discurso cotidiano de las clases altas dominicanas se narra con cierta candidez la relación que se establece entre las nanas y las criaturas de las que se ocupan. En las nanas se delega el cuidado y, en ocasiones, la crianza total de los infantes de la casa. Se vuelve entonces oportuna la creencia algo ingenua de que las relaciones que se generan son de verdadera confianza y afecto.

Sin embargo, sabemos que lo que subyace es una injusticia social, el dominio de una clase sobre la otra. Este dominio se materializa en el ejercicio de la impunidad y se vive como un orden natural. En caso de desavenencias, los mecanismos que ponen en marcha esta impunidad son automáticos y feroces. Y, al menos en esta película, son incontestables. Al hacerla hemos querido poner el acento en ese momento en que el relato romántico se ve atravesado por el infortunio y, consecuentemente, es intervenido por el orden oculto: la distancia descomunal que separa a las personas según el estrato al que pertenecen.

Tierras altas de Bolivia

Mientras que Mejor Ópera Prima y Mejor Guion de Largometraje Iberoamericano de Ficción recayeron en Utama (Bolivia/Uruguay/Francia, 2022), dirigida por Alejandro Loayza Grisi.

En las áridas tierras altas de Bolivia, una pareja de ancianos quechuas, Virginio y Sisa, vive la misma rutina desde hace años, pero de repente su vida se transforma por una sequía inusualmente larga. Los dos enfrentan el dilema de resistir o ser derrotados por el paso del tiempo. Todo se precipita con la llegada de su nieto Clever, quien los visita, pero se preocupa por lo que están pasando y se los quiere llevar a la ciudad, pero se encuentra con la negativa de la pareja.

Ganadora del Gran Premio del Jurado en la sección World Cinema Dramatic del Festival de Sundance 2022, Utama está hablada en español y quechua. El cineasta boliviano Loayza Grisi tuvo que convencer a José Calcina y Luisa Quispe, casados en la vida real, para que participaran en el largometraje, ya que nunca habían actuado. El filme surgió en 2017:

“Entonces era un pequeño párrafo. La primera versión del guion lo terminé en noviembre de ese mismo año. Rodamos en 2019. Al principio era rendir homenaje a un amor puro, pero al hacer unos viajes por Bolivia –filmaba un documental–, me di cuenta de los problemas ambientales que hay.”

Conoció a un poblador de la comunidad de Santiago de Chuvica, Estanislao Quispe, quien los introdujo al pueblo:

“Entre ellos estaban casualmente sus tíos, que son doña Luisa Quispe y don José Calcina. Cuando los vi sabía que sus rostros encerraban justamente lo que necesitábamos para la historia.”

Les pidió que le permitieran tomarles una fotografía:

“Esa imagen era una referencia mientras realizábamos el casting porque ellos no estaban interesados. Pero después vieron que era un proyecto serio, y decidieron ser parte. Y obviamente son el corazón de la película.”

Loayza Grisi (La Paz, 1985) empezó a trabajar con la fotografía fija y luego a hacer cine. Como director de fotografía trabajó en el documental Planeta Bolivia y en varios cortos. Utama es su ópera prima.

También compitieron en esta sección Camila saldrá esta noche (Argentina, 2021), de Inés Barrionuevo (Premio Maguey del Jurado); La vaca que cantó una canción hacia el futuro (Chile/Francia/Estados Unidos, 2022), de Francisca Alegría; EAMI (Paraguay/Argentina/Estados Unidos/Francia/Alemania/Países Bajos, 2021), de Paz Encina; Fogaréu (Brasil/Francia, 2022), de Flávia Neves; One year, one night (España/Francia, 2022), de Isaki Lacuesta (Mejor Actor); Raquel 1:1 (Brasil, 2022), de Mariana Bastos; La roya (Colombia/Francia, 2021), de Juan Sebastián Mesa; Tiempos futuros (Perú/México/Ecuador/España/Alemania, 2021), de V. Checa y Celeste Soldad (México, 2021), de Alex Argüelles (Proceso 2380). 

Reportaje publicado el 26 de junio en la edición 2382 de la revista Proceso cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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