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Migrar para sobrevivir: Una larga y penosa travesía levantina

Carlos Martínez Assad, descendiente de levantinos expulsados de la “Turquía asiática”, recupera la historia de sus ancestros en el libro "Libaneses. Hechos e imaginario de los inmigrantes en México", del cual reproducimos los siguientes fragmentos.
sábado, 25 de junio de 2022 · 15:39

Desplazados de los territorios del viejo imperio otomano, miles de levantinos comenzaron a llegar a México a partir del siglo XIX. Al final de su odisea encontraron una tierra hospitalaria donde, no sin penurias, se asentaron y cobraron naturalidad. Sus herederos participaron de manera sustantiva en la etapa de modernización del país; hoy son actores primordiales en el ámbito financiero, político y cultural. Nuestro colaborador Carlos Martínez Assad, descendiente de aquellos expulsados de la “Turquía asiática”, recupera la historia de sus ancestros en el libro "Libaneses. Hechos e imaginario de los inmigrantes en México", publicado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, del cual reproducimos los siguientes fragmentos.  

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Los libaneses llegaron a México desde el último cuarto del siglo XIX con la identidad de los pueblos cristianos de Monte Líbano, la montaña que ubicaron en la que llamaron la Turquía asiática, en los inmensos territorios del Imperio Otomano. Habían nacido bajo el régimen del Moutassarifiah, creado luego de la guerra en la montaña, que hizo intervenir a Francia en defensa de los maronitas en 1861. Los que llegaron eran nacionales sin tener una nación; es decir, tenían un sentido de la identidad libanesa sin haber pasado por una modernización que les permitiera ser parte de algo semejante a los países constituidos. Llegaron como turcos; las definiciones políticas europeas los hicieron sirio-libaneses después de la Gran Guerra, cuando las potencias impusieron sus mandatos. Se asumieron como libaneses en la década de 1920, para ser árabes cuando, en 1945, se conformó la Liga Árabe, y Líbano –que acababa de proclamar su independencia en 1943– se encontró entre los primeros Estados que la suscribieron. Las formas identitarias de los inmigrantes se transformaron junto con la historia de México y los acontecimientos en Medio Oriente, hasta reconocerse mexicano-libaneses.

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Después de los reacomodos territoriales que pusieron fin al Imperio Otomano, los inmigrantes que ya estaban fuera o continuaban saliendo, como es natural, se enfrentaron con dificultades para entender y definir su procedencia cuando iniciaron su periplo hacia América. Cuando llegaron a México sólo sabían que su pasaporte, cuando lo tenían, o algún otro papel oficial, les daban la nacionalidad turca. Por lo general su referencia eran los pequeños poblados, de allí probablemente la designación del bled –el terroir, en francés– para referirse al terruño…

Los inmigrantes procedentes de Monte Líbano se identificaron como cristiano maronitas, ese “pueblo aparte en todo el Medio Oriente, como lo definieron los viajeros franceses de Volney a Lamartine y Nerval. Y fue frecuente escuchar, como lo hizo el padre Daoud Assad al llegar a México, que venía de “Monte Líbano”, el país de los “maronitas”, al que también llamó la “nación maronita”…

Así, la comunidad maronita fue la primera en organizarse en México porque los libaneses cristianos fueron pronto la mayor pare de los inmigrantes del Medio Oriente que llegaron aquí. Venían principalmente de Monte Líbano porque, de acuerdo con las estadísticas de los primeros informantes, 563 registraron allí su residencia; otros mencionaron más específicamente sus poblados; 535 se dijeron procedentes de Beirut, que lo indicaron no por tener allí su residencia sino por haber salido de ese puerto; de Hasroun procedieron 505 personas; de Jael (Biblos) 211; de Zgharta 113, y de Jezzine 63, aunque también se citaron otros muchos poblados. Lo importante es que sumaron más de mil quienes dijeron proceder de Monte Líbano y de Beirut, lo que puede ocultar el lugar real de su nacimiento por preferir dar los nombres de los lugares más conocidos y no siempre contaban con un documento oficial que demostrara su aseveración.

Los inmigrantes por lo general eran jóvenes; por el temor de ser enrolados en las filas del ejército otomano muchas veces sus padres los animaron a salir, por eso la mayor parte de ellos estaban en sus 15 y 20 años de edad cuando llegaron. De los que acudieron al registro a partir de 1926, habían nacido 52 en 1870, otros 98 en 1880 y 157 en 1890. Con el siglo XX, es decir, en 1900, nacieron 197; para 1910 fueron 144, y en 1914, cuando las cifras de nacimiento comenzaron a disminuir, habían nacido 11 libaneses registrados en tarjetas migratorias de identidad que comenzaron a realizarse en ese año. A ellos les corresponden los primeros registros de la presencia de los nativos de Levante en nuestro país

Dib Murillo y Julian Slim: vidas paralelas

Esta es la historia común de dos migrantes, pero también la de muchos que debieron abandonar su tierra por cualquier causa, porque nadie elige el lugar donde nace. Ambos llegaron a México con 10 años de diferencia: el primero, Kahil Slim, en 1902, que muy pronto respondió al castellanizado Julián, y 10 años después, en 1912, llegó Dib Murillo.

 Como todos los que venían de Monte Líbano, se iniciaron como comerciantes; sin embargo, el primero se convirtió pronto en un singular empresario modelo, y el segundo, como la mayoría, mantuvo a lo largo de su vida su ocupación en el comercio que los congéneres atribuyen al legado de sus antepasados, los fenicios.

Dib Murillo dejó probablemente el testimonio más vívido de la salida de un nativo de Monte Líbano, lleno de acontecimientos y detalles de la historia de su tierra. Nació en 1892 en Auterin, un pueblo situado a mil 300 metros de altura, con parajes como otros de donde eran nativos los cristianos maronitas…

Julián Slim nació el 17 de julio de 1887 y contaba: “Llegué a Veracruz después de un penoso viaje de 30 o 35 días, para seguir a la Ciudad de México, en mi camino a Tampico”, en 1902, cuando sus hermanos mayores ya habían llegado, en las postrimerías del siglo XIX. Y en Tampico estableció una mercería; al poco tiempo sus hermanos optaron por irse con sus negocios a la Ciudad de México y Julián les alcanzó en 1904. Al llegar alquilaron una casa para vivir en la calle de Universidad 5, ahora calle Maestro Erasmo Castellanos Quinto, en pleno Centro.

Pedro Slim fundó entonces una de las primeras “cajas de ahorro” ubicada en la Plaza del Volador, al lado de Palacio Nacional. Muy cerca, Julián y José establecieron, desde 1911, La Estrella de Oriente en los locales 104 y 106 de la 6ª Calle de Capuchinas, aportando cada uno 25 mil 800 pesos…

Así, desde las primeras décadas del siglo (XX) fueron apareciendo tiendas y negocios asociados con apellidos libaneses en un amplio abanico que va desde la muy surtida mercería de Julián Slim, La Estrella de Oriente, en el Centro de la Ciudad de México, la modesta tienda de Dib Murillo, El Azteca, por el centro de la ciudad de Actopan, Hidalgo. Les llamaron por lo general con nombres que aludían a los lugares de donde llegaron o a voces mitológicas con reminiscencias del Medio Oriente, hasta aquellos vinculados con la cultura mexicana, con la cual siempre se sintieron agradecidos y buscaron hacerlo patente…

Transculturización

Hay una literatura contemporánea de los hijos de los inmigrantes libaneses en México, curiosamente más cercana del Mahar, en cuanto a su temática, que la escritura de los primeros.

En México se trató de un doble discurso: mientras, por un lado, se buscaba la asimilación aceptando que la cultura no es algo inmutable, por el otro, se volvía a los orígenes. Quizá luego se tuvo la conciencia del temor de la “desculturación”, que llevó a la degradación de la cultura de origen. Aunque probablemente se trataba más bien de una “transculturación, la adquisición desde un nuevo código sin pérdida del anterior”.

El más destacado, y quien ha acumulado el mayor número de lectores, ha sido el poeta Jaime Sabines, quien decía: “Hay que meterse en la vida para hablar de la vida”.

Jaime, uno de los poetas más leídos por diferentes generaciones, nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el 25 de marzo de 1926. Fue el hijo de Julio Sabines, un inmigrante procedente del pueblo de Saghbine –del cual deriva su apellido– en el fértil valle de Bekaa en Líbano, del cual salió en 1902 en plena erosión del Imperio Otomano.

Un hombre de teatro fue Héctor Azar, quien destacó por sus creencias que permitieron a la Dirección de Teatro de la Universidad Nacional Autónoma de México triunfar en el Festival Internacional de Nancy en 1965, con la puesta en escena por Juan Ibáñez de Divinas palabras obra de Ramón María Del Valle-Inclán. Héctor, el maestro, como inevitablemente le llamaban quienes lo conocieron, fue un activo promotor de la actividad teatral desde que fundó y dirigió el teatro Coapa en 1954, fecha de arranque para el Teatro del Caballito, el Centro Universitario de Teatro, el Teatro de los Arcos en Chapultepec, el foro Isabelino, la Compañía de Teatro Espacio 15, la Compañía Nacional de Teatro, el Centro de Arte Dramático (CADAC) en el histórico centro de Coyoacán. Sus iniciativas no pararon en la capital de la República, sino en Taxco, en el estado de Guerrero, y en Atlixco, en Puebla, estado donde fue director de cultura…

Existe una fuerte relación entre el primer grupo de escritores del Mahjar con dos de las primeras figuras del cine mexicano: Miguel Zacarías (1905-2006) y Antonio Helú (1900-1972), porque ambos crecieron en ese ambiente en el que la comunidad libanesa vivió tensiones del final y del principio de un proceso, de la salida de sus padres de la Montaña libanesa y su llegada y adaptación al nuevo país. También René Cardona Zacarías; Rafael Villaseñor Kur, Antonio Guerrero (Henaine).

Sus nombres en las marquesinas: María Sorté (Harfush); Antonio Badú (Antonio Namnun Napes); Leonora Amar; Esperanza Issa Abud; Mauricio Garcés (Mauricio Férez Yazbek); Gaspar Henaine; Donna Behar; Antonio de Hud; Jorge Chi Sarelli (Tufic Jacobo); Hermes Yerye Beiruete; Odiseo, Demían y Bruno Bichir; Salma Hayek; José María Yazpiik; Mauricio Kuri. Los documentalistas Jaime Kuri Aiza; Tufic Makhlouf Aki; Eduardo Azuri. Cantantes como Alfredo Bojalil (El Güero Gil requinto de Los Panchos), Chucho Martínez Gil (Jesús Bojalil); Susana Harp Iturribaria; Astrid Hadad; Jeannette Macari Graniel; Eblen Macari.

Presencia política

En la política ha sido reconocida la presencia de inmigrantes libaneses en las filas revolucionarias desde los comienzos del siglo XX.

Se comenzaron a vincular los hijos de los inmigrantes en los espacios institucionales en el último cuarto del siglo XX, cuando triunfan en las elecciones, aun con la ambigüedad de ser descendientes de libaneses e hijos de mexicanos. El primero que se reconoce es Juan Sabines Gutiérrez, quien fuera gobernador de Chiapas entre 1979 y 1982, postulado por el Partido Revolucionario Institucional.

En Quintana Roo ha destacado la familia encabezada por Nassim Joaquín (originalmente Hakim) Ibarra (antes Isbora), quien llegó a México en la década de 1920. Se convirtió en accionista de la línea aérea Mexicana de Aviación, concesionario de la Distribuidora de Combustibles de Quintana Roo, que surtía a todas las gasolinerías de la región…Ha sido tan poderoso que se le conoce como El Tatich (cacique en maya) y durante mucho tiempo se le debía consultar respecto a los cargos públicos en la entidad. Por eso no resultó difícil que su hijo Pedro Joaquín Coldwell resultara gobernador siendo el más joven en la historia política del país en ocupar un cargo con apenas 31 años. Addy, su hermana, fue senadora, y Carlos Joaquín González, su familiar, es el actual gobernador.

Miguel Borge Martín gobernador de Quintana Roo 1987-1993, su padre fue inmigrante libanés que llegó muy niño a Cozumel; Roberto Jorge Angulo, su sobrino, fue gobernador para el periodo 2011-2016.

Salvador José Neme Castillo fue gobernador constitucional de Tabasco de 1989 a 1992; Jorge Salomón Azar García fue gobernador constitucional de Campeche entre 1991 y 1997, seguido por José Antonio González Curi entre 1997-2003.

Emilio Chuayffet Chemor, gobernador del Estado de México 1993-1997, su familia procede del poblado de donde se deriva sus apellidos; Jesús Murillo Karam, gobernador constitucional de Hidalgo 1993-1998, su familia procede de Monte Líbano, lo mismo que Omar Fayad, actual gobernador de esa entidad; Jorge Morales Barud fue gobernador del estado de Morelos 1998-2000, sus abuelos fueron originarios de Tannurin, en Líbano; Miguel Ángel Yunes Linares (ex)gobernador de Veracruz; Antonio Gali Fayad  gobernador de Puebla 2017-2018; Mauricio Kuri González gobernador de Querétaro.

Empresarios y hombres de negocios

Entre los primeros, Antonio Letayef, quien rebasó el comercio tradicional para entrar en la importación/exportación y supo relacionarse nada menos que todavía en los periodos de los presidentes Porfirio Díaz y Venustiano Carranza.

Los Slim, encabezados por José, Pedro y Julián, forjaron una dinastía que se prolongó desde Líbano –relacionada también con la familia Haddad de Jezzine– al México de nuestros días. Carlos Slim Helú, hijo de Julián Slim, el hombre más rico de México y uno de los primeros del mundo; Alfredo Harp Helú, primo de Carlos Slim, fundador de la Bolsa de Valores de México. En 2005 las empresas de la familia Slim representaban 8.7 del PIB de México.

Otros empresarios que también participan activamente en el mundo de negocios en México son Antonio Chedraui Caram, Miguel Arturo Layun Prado, Miguel Sabah Rodríguez, Jesús Alfredo Miguel Afif, Víctor Aboumrad, Roberto y José Chapur Zahoul, Asís Abraham Daguer y José Chafick Hamdam, Carlos Slim Domit y Daniel Hajj.

Texto publicado el 19 de junio en la edición 2381 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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