Festival Internacional de Cine de Guadalajara

La historia local que llegó a Berlín, de regreso

Tras su estreno mundial en la sección de Generación del Festival de Berlín 2022, "El reino de Dios", de Claudia Sainte-Luce, busca el Premio Mezcal en la 37 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).
sábado, 18 de junio de 2022 · 16:03

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Tras su estreno mundial en la sección de Generación del Festival de Berlín 2022, "El reino de Dios", de Claudia Sainte-Luce, busca el Premio Mezcal en la 37 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).

También realizadora de Los insólitos peces gato (2013), La caja vacía (2016) y El camino de Sol (2021), Sainte-Luce (Veracruz, 1982) expresa vía telefónica que la invitaron al FICG cuando estaba en Berlín –“y eso fue muy bonito”–, además de que estudió en la Universidad de Guadalajara:

“No regresaba desde Los insólitos peces gato, que se presentó en Morelia. La escuela fue difícil, me costó trabajo con algunos maestros. Para mí significa un montón de cosas que han pasado desde que yo viví ahí. Fueron cinco años en los cuales veía con mucha admiración a la gente que iba al FICG. Es como raro que ahora regreso a Guadalajara con mi cuarto largometraje.”

Participan en el filme su sobrino Diego Armando Lara Lagunes, quien interpreta a Neimar, la abuela de éste es Margarita Guevara González, quien no es actriz, es una residente del pueblo:

“Ella está feliz, porque su papá nació en Tlaquepaque, Jalisco. Aparte traigo a mi mamá y a mis primos, quienes me ayudaron en Tlalixcoyan en la producción, va gente que trabajó en maquillaje, el fotógrafo Carlos Correa y productor, quien es mi esposo, y el editor, los dos últimos ya vieron en Berlín la película”.

El reino de Dios (Proceso 2362) cuenta la historia de Neimar, un niño de ocho años que vive en un poblado y está ilusionado por hacer su primera comunión, ya que su abuela le ha asegurado que ese día conocerá a Dios. Su vida transcurre tranquila, entre cuidar caballos de carreras –de los que es fanático–, trabajar en un tope pidiendo dinero y ayudar a su mamá a vender tamales los fines de semana junto a su mejor amiga, Demi. Toda esta serenidad en el entorno de Neimar cambia de pronto, ya que su vida se va llenando de decepciones que harán que reconsidere su entorno, dejando de lado su inocencia.

En el elenco participan además Lizbeth­ Gabriela Nolasco Hernández y Michelle­ Martínez.

El dolor y el enojo

Sainte-Luce empezó a escribir El reino de Dios porque se había enojado con Dios:

“En 2020, tras dos años de estar mi papá en cama enfermo, falleció, pero su agonía fue como de 17 horas. Entonces uno siempre busca responsables. Yo pensaba: ‘Si ya estuvo dos años, ¿por qué tantas horas de sufrimiento?, ¿no podrían ser dos o tres o una hora?’.

“Luego me molesté más porque con la película El camino de Sol me topé con muchos obstáculos para la realización, la exhibición, en fin, pensé mejor dedicarme a otra cosa. Finalmente Dios no es responsable de esas cosas. Es como tú vayas relacionándote con ellas. Sin embargo, pensé: ‘Estoy enojada con Dios y a ver qué escribo de eso, desde el punto de vista del niño’.”

Rodó El reino de Dios en Tlalixcoyan, donde nació:

“Tenía muchas ganas de trabajar en mi pueblo y con mi sobrino. No es que nos pasen las mismas cosas, pero tenemos como la misma forma de sentir, y pues él estaba pasando por unas situaciones muy de su edad, y yo por otras de mi edad. Hablamos y le pregunté si le gustaría realizar este largometraje. Le externé que sería más complicado que El camino de Sol, donde igual participó, que sería el protagonista e íbamos a trabajar con gente del pueblo, que debía ensayar, que sería pesado y a veces me odiaría y otras nos íbamos a pelear. Y me respondió que sí. Empecé en el pueblo a buscar a los personajes que hicieran de su mamá y abuela, los del catecismo, a los caballos, etcétera”.

Puntualiza:

“Eso fue lo importante, sacar ese enojo y la frustración que tenía tanto con el trabajo como con la vida.”

Se le señala que Diego recrea a un niño de carácter fuerte y al mismo tiempo con sensibilidad, y detalla:

“Él es así. Es un niño que vive en este pueblo, de donde soy, y le ha tocado vivir cosas complicadas a su edad, porque en estos lugares tan chicos hay un montón de cosas que ves alrededor: existe la violencia, el machismo, en fin. Había vivido con su corta edad muchas situaciones, pero también es un ser muy sensible. Platicamos mucho. Siempre hemos tenido una gran conexión y es muy linda la relación que llevamos. No era difícil entender qué cosas le mueven.”

–¿Cómo fue recibida la película en Berlín?

–Iba muy nerviosa y me puse más cuando entré a la sala porque 80% del público eran niños de seis a 12 años. Les manifesté que yo no les traía Star wars, que no creía que era una película para ellos. El 20% eran como más adolescentes y alguna que otra persona mayor. Cuando acabó la proyección aplaudieron. Y durante una hora los niños de seis a 10 años me hicieron preguntas y opinaban. Platiqué muy lindo con ellos. Fue un diálogo muy bonito. A la segunda función también fueron niños. Fue al medio día, para que asistieran de distintas escuelas. Entonces fue muy curioso: Los niños me detuvieron para pedirme mi firma.

Sainte-Luce pidió a todos los colabo­radores de la cinta su confianza porque no poseía dinero, y sólo les podía solventar con fondos propios, darles de comer y llevarlos al pueblo:

“Y nos fuimos en mayo de 2021. Mi tía nos hacía de comer. Acabé la película con menos recursos con los que contaba para El camino de Sol.”

Al comentarle que la fotografía y la luz natural destacan en El reino de Dios, comenta:

“El corrector de color que tuve es buenísimo. Rodábamos desde que estaba a punto de amanecer, como a las seis de la mañana, y parábamos a las 10 porque ya la luz no servía. Y regresábamos otra vez en la tarde, a las cuatro, hasta que anochecía. En la noche sí sufrimos un poco, pero les comuniqué que no íbamos a embellecer esto porque no tenemos con qué. Trajimos dos luces y ya, e íbamos a confiar en la cámara.”

Termina la charla cuando se le resalta que hay efectos especiales en las carreras de caballo. Dice:

“Casi me patea un caballo por andar de: ‘Aquí filma y acá’”.

Y finaliza con su expresión preferida:

“Pero fue muy, muy bonito.”

Reportaje publicado el 12 de junio en la edición 2380 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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