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Tenis en México: Entre la pasión, las penurias y la indiferencia oficial

Para llegar a ser tenista profesional en México se necesita temple… y dinero. El aspirante debe vencer infinidad de obstáculos: desde las dificultades propias de esa disciplina, hasta las inercias de instancias deportivas y la falta de apoyo económico para sufragar los costosos pagos a entrenadores.
domingo, 29 de mayo de 2022 · 10:26

Para llegar a ser tenista profesional en México se necesita temple… y dinero. El aspirante debe vencer infinidad de obstáculos: desde las dificultades propias de esa disciplina, hasta las inercias de instancias deportivas y la falta de apoyo económico para sufragar los costosos pagos a entrenadores, asistentes, viajes, hospedajes, compra de equipo… Y aun cuando se cuente con un patrocinador o un mecenas, incursionar en el ranking internacional y permanecer en él es tarea de titanes. El tapatío Luis Patiño, uno de esos singulares deportistas, dice que él practica el tenis “por amor al arte”.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Ser tenista profesional en México raya en el drama. La falta de dinero es el primer ­obstáculo para quien esté afiliado de la Federación Mexicana de Tenis (FMT), un organismo que se ha mostrado incapaz de generar los recursos para apoyar las carreras de los niños y jóvenes que eligen este deporte y llevarlos a un nivel donde puedan sostener su carrera con los premios económicos que obtengan en los torneos.

Además de la indiferencia de quienes han presidido la FMT, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) –la máxima instancia del deporte en México– tampoco ha promovido las canchas públicas de tenis, menos aún la contratación de entrenadores para iniciar en esta disciplina a quienes, como seleccionados nacionales, representarán al país en torneos regionales y mundiales.

Los tenistas mexicanos, desde los juveniles hasta los profesionales, y sus entrenadores siguen dependiendo de los patrocinadores para conseguir los boletos de avión, pago de hospedaje y los viáticos cuando se desplazan a los lugares donde se llevan a cabo los torneos; a ello se añade el salario del entrenador, otro problema difícil de resolver.

En el caso de los profesionales, sumar puntos es la clave para obtener un mejor lugar en el ranking mundial y así acceder a las bolsas económicas para poder vivir de este deporte.

Entre los 2 mil 132 tenistas que ocupan un lugar en singles en el ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), 16 son mexicanos. De ellos, el acapulqueño Alejandro Hernández, de 22 años, es el mejor ubicado en la posición 527, mientras Eduardo Roldán ocupa el lugar mil 913. Y en el ranking de la Asociación de Tenis Femenil (WTA), entre las mil 554 tenistas más destacadas hay 13 mexicanas. Renata Zarazúa, de 24 años, está en el peldaño 165, en tanto que la peor ubicada es Marián Gómez Pezuela, pues ocupa el sitio mil 495.

En los hombres hay tres doblistas mexicanos: Santiago González (25), Hans Hach Verdugo (64) y Miguel Ángel Reyes Varela (81).

En los dobles femenil figuran 13 mexicanas, entre ellas Giuliana Olmos, la mejor en la posición 15; le siguen Fernanda Contreras Gómez (156), Marcela Zacarías (196), Renata Zarazúa (197), Victoria Rodríguez (262), Ana Sofía Sánchez (313), Majo Portillo (447), Jéssica Hinojosa (830) y Nazarí Urbina (mil 52).

Fernanda Contreras, la número 224 del mundo en singles, es la segunda mejor raqueta de México. El viernes 20 se clasificó al cuadro principal del torneo Roland Garros al vencer a la suiza Joanne Zuger (la 217 del mundo) por parciales 6-1, 3-6 y 6-3.

Con este resultado se convirtió en la tercera tenista mexicana que en los últimos 27 años logra un lugar en el main draw individual del segundo Grand Slam de la temporada. Renata Zarazúa lo hizo en 2020 y Angélica Gavaldón en 1995.

Fernanda Contreras es nieta de Pancho Contreras, capitán y jugador en la Copa Davis de 1961. La tenista potosina ha vivido en Austin, Texas, desde los 13 años donde continuó su preparación en el tenis que comenzó a los nueve. Se graduó en la Universidad de Vanderbilt, donde obtuvo una beca por su alta calidad como jugadora.

Es el mismo camino que ha seguido Giuliana Olmos, quien nació en Austria, pero ha vivido en Estados Unidos. Estudió en la Universidad del Sur de California y como tenista se ha construido fuera de México. Olmos participó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en la modalidad de dobles con Renata Zarazúa. Su mejor posición en el mundo como doblista fue la 26 en junio de 2021.

Hoy día la FMT cuenta con alrededor de 11 mil afiliados concentrados en las 35 asociaciones estatales. Se supone que los seis vicepresidentes que colaboran con el Consejo Directivo, presidido por Carlos González, trabajan en coordinación con los presidentes de cada asociación para dirigir el tenis nacional en las categorías infantil, juvenil y senior.

Una de sus funciones básicas –que no se cumple– es impulsar a los talentos mexicanos desde sus inicios en el deporte competitivo hasta su inserción en el profesionalismo, alrededor de los 18 años; otras de sus obligaciones son la capacitación de entrenadores y visores de talentos, así como el diseño de un sistema de competencia en el cual los tenistas participen en la mayor cantidad de torneos y eso les ayude a elevar su nivel e incluso tener mayor interacción en el ámbito internacional.

Para lograr todo eso se requieren recursos económicos, y ninguno de quienes han dirigido la FMT los han podido generar. La única marca patrocinadora, Dunlop, es fabricante de raquetas y pelotas. Los 350 pesos anuales que la federación recauda por concepto de afiliación de cada tenista se reparten entre las asociaciones estatales y otra parte se queda en las arcas de la FMT.

Obstáculos

Las carreras de los tenistas en México las sostienen los padres de familia. En menor medida, la Conade ha aportado recursos públicos –a consideración de quien la dirija–, que son utilizados principalmente para que los seleccionados nacionales compitan; los recursos gubernamentales no pueden ser utilizados por los tenistas ­profesionales.

Si éstos se forman en clubes deportivos privados, son los padres quienes pagan la membresía por el uso de esas instalaciones; ello sin incluir los gastos por la compra de material y la indumentaria: tenis, raquetas, cuerdas, pelotas y, por supuesto, el sueldo del entrenador.

Por lo general, es a los 12 años cuando los niños tenistas comienzan a competir en torneos en las entidades federativas. El número de eventos nacionales anuales es de 20, cada uno en una ciudad diferente. Pero los gastos son altos. Van, otra vez, desde lo boletos de avión o pago de las casetas y la gasolina, si se trasladan en un vehículo propio, además del hospedaje, comidas y bebidas rehidratantes…

Y si bien en el circuito juvenil de torneos existe el housing, es decir, la posibilidad de que pueden hospedarse en una casa de manera gratuita durante la duración del torneo, ese ahorro lo destinan a solventar otros gastos.

Participar en un solo torneo puede costar aproximadamente 2 mil dólares. Además, no existe una distinción entre los tenistas eliminados en primera ronda o quienes llegan a la final; todos deben pagar los mismos días de hospedaje y alimentación.

Luego viene el salto a los torneos internacionales, pues los niños necesitan medirse con sus pares de otros países para mostrar su competitividad. Para ellos es importante conocer otros estilos de juego, pues éstos les permiten mejorar su táctica mental y ­físicamente.

Un jugador de tenis de entre 14 y 18 años debe viajar al extranjero 30 de las 52 semanas al año. Este gasto supera los 3 mil dólares mensuales. Y es justamente ahí cuando comienza la incertidumbre para el tenista mexicano.

Y cuando en la categoría juvenil logra mantener el paso, podrá acceder al profesionalismo. Quien sobresalió entre los 16 o 17 años tiene oportunidad de participar en los torneos Futures –el primer escalón del tenis profesional–, creados por la Federación Internacional de Tenis.

Son certámenes que pagan bolsas que van de entre los 5 mil a los 15 mil dólares, previos a los torneos de la WTA y de la ATP. Son la transición al profesionalismo.

Temple de héroes

Convertirse en profesional del tenis no es tan sencillo. La potosina Marcela Zacarías, número 243 del ranking de la WTA, explica: “El salto de (la categoría) junior al profesionalismo es muy complicado. Conozco gente que fue número uno en junior, pero en el máximo circuito ni siquiera se acerca a 300”.

Un ejemplo es Luis Patiño, quien se ubica en el lugar 719 del ranking de la ATP. Nacido en Guadalajara, fue campeón nacional en la categoría de 10 y menores con sólo nueve años de edad. En la categoría junior alcanzó, en 2011, el lugar 37 mundial. A su llegada al circuito profesional no ha logrado lo que se esperaba de él; su mejor posición la consiguió en 2015, cuando ocupó el lugar 567 en el ámbito internacional.

Si un tenista quiere recorrer el camino del profesionalismo de manera adecuada está obligado a viajar con entrenador y preparador físico, pero son pocos quienes lo hacen, pues implica el pago de sus salarios, además de los gastos del viaje. Un entrenador cobra al menos 3 mil dólares mensuales.

Luis Patiño refiere que él diseña su calendario de competencias de acuerdo con los torneos que resulten menos costosos y otorguen más puntos para tratar de mejorar su posición en el ranking. Si viaja con su entrenador deberá desembolsar entre 5 mil y 7 mil dólares al mes.

Para el tenista mexicano, este deporte es muy mal pagado; “sólo hay dinero para los primeros 150 lugares del ranking. De ahí en fuera es una miseria (unos mil 500 dólares). Está muy mal distribuido el dinero”.

Y aun cuando ha tenido la fortuna de contar con patrocinadores para costear su carrera, se queja porque, dice, le piden resultados a corto plazo y debe cumplirlos. Los patrocinadores “no entienden que en el tenis pierdes más de lo que ganas, a menos que seas Novak Djokovic, pero alguien normal necesita unas cuatro semanas buenas para mantener su ranking”.

El caso de Renata Zarazúa es especial. Ella encontró en el arquitecto Javier Sordo Madaleno a un aliado económico que le ha permitido concentrarse en lo más importante de su carrera: lo que sucede en la cancha sin exigirle mejores resultados. Y lo ha logrado gracias al dinero recibido.

De esa manera la jalisciense pudo viajar acompañada a los torneos; aun así, su familia ha hecho un enorme esfuerzo económico para financiar su carrera como tenista profesional. En singles, Zarazúa le ha dado a México los mejores resultados en el tenis femenil en los últimos 25 años. En dobles, Giuliana Olmos es quien se lleva las palmas.

“Nunca me puso como condición ganar cierto número de partidos o torneos para seguir patrocinándome. Eso me evitó sentir presión desde tan chiquita, porque no puedes jugar tu mejor tenis si estás pensando en el dinero. Agradezco que hasta en mis peores momentos (Sordo Madaleno) ha confiado en mí. Por eso cuando gano no sólo soy yo, es mi equipo el que está detrás: mis papás, mi hermano, mi patrocinador” (Proceso 2304).

Marcela Zacarías lo admite: en sus primeros dos años como profesional contó con el apoyo del gobierno de San Luis Potosí, así como del Centro Bic de Mérida, con dinero de la Conade y de algunos patrocinadores. La ayuda se vio reflejada en el mejor lugar del ranking (el 181), obtenido cuando tenía 21 años.

Apuestas fallidas

Luis Patiño se dice abandonado por la FMT. Y eso le impide obtener los resultados que de él se esperan:

“La federación no existe para nosotros, no nos apoya en nada. Lo hizo cuando era junior y una que otra gira; la Conade, menos. Me encantaría que nos dieran apoyo económico, pero no escucho nada de parte de la Federación, ni un mensaje. Sólo nos hablan cuando es la Copa Davis (donde los tenistas representan a México como seleccionados nacionales). Me gustaría tener más contacto, pero como nunca ha sido así, pues ya se me hace normal.”

Zacarías también se queja. Le duele ver cómo tenistas de otros países reciben de sus federaciones la ayuda necesaria; eso les permite vivir del tenis.

“Siendo tenista profesional, representando a México por todo el mundo, debería existir un apoyo para el esfuerzo. Yo sé que esto es un trabajo, pero si mi país me pudiera apoyar más, sería más fácil. De otra manera el sacrificio se duplica o triplica. Si tuviera más apoyo podría hacer las cosas aún mejor, habría mejores resultados.”

Para Armando Trigo –tenista senior y promotor de torneos de esa categoría y parte de la FMT entre 2007 y 2009– la federación no está obligada a darles dinero a los tenistas profesionales, precisamente por eso, porque ellos deben ser capaces de generar sus propios recursos.

Pero también considera un error de la FMT colgarse como medallas los resultados obtenidos por Renata Zarazúa, Marcela Zacarías o la propia Giuliana Olmos –tenista mexicana pero hecha fuera del país–, “porque son logros individuales, le duela a quien le duela. Es mérito de ellas, de sus familias y de quienes creyeron en ellas y las apoyaron económicamente”, enfatiza ­Trigo.

Luis Patiño está convencido: en México quien es tenista profesional lo hace “por amor al arte”. Tratar de consolidar una carrera como profesional depende de dos situaciones: “Tienes mucha lana o un gran potencial y alguien apuesta por ti. Yo no le recomendaría a nadie que juegue tenis en México, porque no hay apoyo”.

En 2013 el empresario yucateco Nicolás Madahuar anunció el proyecto para que México tuviera un tenista en el Top 100 de la ATP o de la WTA. El Centro Bic de Alto Rendimiento, un complejo de entrenamiento en Mérida, sería la cuna donde se puliría a los talentos más prometedores del país para ayudarlos a trascender. Los tenistas serían arropados económicamente si no contaban con suficientes recursos y serían provistos de todo lo necesario para alcanzar el objetivo.

El Centro Bic de Alto Rendimiento se puso en marcha en 2011. Dos años después Madahuar dijo que en cinco años México tendría a 15 tenistas entre los 500 del mundo. “Estoy seguro de que en un tiempo tendremos a un Top 100”, aseguró.

Han pasado nueve años y la expectativa no se cumple.

La última ocasión en que un tenista mexicano logró estar en el Top 100 de la ATP fue en 1992, cuando Luis Herrera se posicionó en el lugar 49. Por las mujeres, en 1995 Angélica Gavaldón logró el lugar 35 de la WTA. 

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