España
Madrid "cede" el Sáhara Occidental a Marruecos
En una medida que sorprendió a propios y extraños (especialmente a sus aliados políticos), el presidente español, Pedro Sánchez, cedió a las posturas marroquíes de control sobre el Sáhara Occidental… lo que provocó la inmediata ira de Argelia, país estratégico del norte africano.En una medida que sorprendió a propios y extraños (especialmente a sus aliados políticos), el presidente español, Pedro Sánchez, cedió a las posturas marroquíes de control sobre el Sáhara Occidental… lo que provocó la inmediata ira de Argelia, país estratégico del norte africano y del que España depende mayormente para su suministro de gas, en momentos en que la guerra de Ucrania cerró la llave del combustible ruso.
MADRID (Proceso).– El gobierno del presidente Pedro Sánchez sorprendió dando un giro radical a la posición histórica que España había mantenido respecto al conflicto en el Sáhara Occidental, en una carta que envió al rey de Marruecos, Mohamed VI, en la que le expresa: “España considera la iniciativa marroquí de autonomía como la base más seria, realista y creíble para la resolución del diferendo” sobre el Sáhara marroquí.
En esa propuesta, Rabat se muestra dispuesto a ceder competencias administrativas y fiscales, pero reservándose el control de cuestiones religiosas y de seguridad.
Este movimiento en el ajedrez geopolítico consiguió reconducir las tensas relaciones bilaterales con Marruecos pero provocó el malestar del otro vecino norafricano, Argelia, que es un socio estratégico por ser uno de los principales proveedores de gas para España, esto en plena crisis global por los hidrocarburos a consecuencia de la guerra en Ucrania.
Argel convocó a consultas a su embajador en España, Said Musi, por el cambio de la postura española en relación con el Sáhara Occidental. A principios de 2021 Argelia proveía 43% del gas que consume el país peninsular; sin embargo con la clausura del gasoducto Magreb-Europa, la cuota de suministro decayó hasta 23.2% en febrero de este año, cuota ampliamente superada por Estados Unidos con hasta 33%, convirtiéndose en el principal proveedor de gas actualmente.
Argelia y Marruecos rompieron relaciones en 1976 cuando el primero reconoció a la República Árabe Saharaui Democrática, proclamada por el Frente Polisario.
Los dos países mantienen relaciones muy distantes y no consiguen superar sus diferendos; por ello, en agosto pasado Argel anunció la ruptura definitiva de relaciones diplomáticas con Marruecos, al que acusó de realizar “acciones hostiles” contra Argelia, como utilizar el software espía Pegasus, desarrollado por Israel, presuntamente para espiar a funcionarios argelinos de primer nivel.
Así, el canciller español, José Manuel Albares, mantuvo en su comparecencia en el Congreso de los Diputados que “Argelia es un socio sólido, estratégico, prioritario, fiable para España. También como suministrador de gas”.
La decisión de Sánchez tomó por sorpresa a toda la clase política española, incluido el partido Unidas Podemos, su socio en el gobierno, que se desmarcó de esa decisión. Ione Belarra, líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, escribió en Twitter que “el conflicto del Sáhara Occidental exige una solución política justa, duradera y aceptable para todas las partes”, de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad, que “prevea la libre determinación del pueblo saharaui”. Y añadía que “España no debe apartarse del derecho internacional”.
El resto de fuerzas políticas criticaron que Sánchez había sido nuevamente ninguneado por Marruecos, porque la noticia se conoció el viernes 18, a través de una nota del Gabinete Real de Marruecos que destacaba los fragmentos que más interesaban a las autoridades marroquíes.
La carta completa se conoció días después, al ser filtrada al diario El País; en ella Sánchez reconoce “la importancia de la cuestión del Sáhara para Marruecos”. “Nuestro objetivo es el de construir una nueva relación basada en la transparencia y la comunicación permanente, el respeto mutuo y el respeto a los acuerdos firmados por ambas partes, la abstención de toda acción unilateral, para estar a la altura de la importancia de todo lo que compartimos”, señala.
El Frente Polisario, el movimiento nacionalista que busca terminar con la ocupación marroquí en ese territorio, consideró este cambio de posición una traición de Pedro Sánchez al pueblo saharaui, como lo expresó Hamdi Mansour, su delegado en Canarias, en una entrevista en radio.
A su vez, Adulah Arabi, el delegado del Polisario en Madrid, advirtió que ya habían advertido “una presión permanente del gobierno de Marruecos en el claro intento de condicionar el restablecimiento de las relaciones entre los dos países a un cambio en la postura sobre el Sáhara Occidental. La crisis entre ambos países era producto de esa presión”, y “este es el peaje que se ha pagado para el restablecimiento de las relaciones entre los dos países”.
Por su parte, la Comisión Europea validó el giro del gobierno español respecto a la autonomía del Sáhara; sin embargo precisó que cualquier solución debe basarse en un compromiso que respete las resoluciones de la ONU. “La Unión Europea saluda los desarrollos positivos en las relaciones bilaterales entre sus Estados miembros y Marruecos”.
Naciones Unidas recordó que el conflicto del Sáhara Occidental debe resolverse con un “compromiso pleno (de las partes) con el proceso político facilitado por la ONU”
El portavoz de la ONU, Stéphane Durarric, instó a las partes a apoyar los esfuerzos del enviado personal para el Sáhara, Staffan de Mistura, “destinados a reanudar el proceso político” de negociación entre las partes del conflicto, citó un cabe de la agencia EFE.
Argelia también movió sus fichas. El ministro argelino de Exteriores, Ramtane Lamamra, se reunió con su par chino, Wang Yi, quien apoyó “los esfuerzos por una solución justa y duradera basada en el derecho internacional” y en “las resoluciones de la ONU”.
Asimismo, el ministro chino valoró el apoyo ejercido por Argelia a “la estabilidad y el desarrollo de las regiones del Sahel y el Sáhara”, según un comunicado emitido por su oficina.
Ya el pasado 18 de enero, el canciller Albares se reunió en Washington con su par estadunidense, Tony Blinken, con quien abordó entre otros temas la crisis en las relaciones con Marruecos, además de la situación con Rusia.
En un encuentro con periodistas al final de su encuentro, Albares señaló que había acordado con Blinken unir fuerzas para la “resolución del conflicto del Sáhara Occidental que ya dura demasiado” y “para el que hay que encontrar una solución”.
La crisis entre España y Marruecos duraba 10 meses, desde que unos 8 mil jóvenes y niños, alentados por las autoridades marroquíes, cruzaron a nado la frontera hasta la playa del Tarajal, en Ceuta, ciudad española del norte de África, el 18 de mayo (Proceso 2327).
El detonante había sido el enojo de Marruecos porque, un mes antes, el 18 de abril, el gobierno de España recibió en un hospital de Logroño a Brahim Gali, líder del Frente Polisario, quien llegó grave aquejado de covid-19. Gali, un enemigo declarado de Marruecos en la lucha por el control del Sahara Occidental, había entrado a España en un avión del gobierno argelino y portando un pasaporte diplomático de este país.
En noviembre de 2020 Marruecos y el Frente Polisario rompieron su tregua y entraron en una “guerra de posiciones”, con fuego real, cuando el ejército marroquí penetró en la zona de amortiguación de la ONU, cerca del puesto de Guergerat, en la frontera con Mauritania (Proceso 2304).
Tropiezos diplomáticos
Pablo Moral Martín, especialista en relaciones internacionales e investigador en estudios Euromediterráneos por la Universidad Complutense de Madrid, considera que aún existe un vacío de información en torno al viraje de España para alcanzar este acuerdo, y sobre cuáles pueden ser las contraprestaciones que ganaría España por parte de Marruecos.
Sin embargo, de entrada considera un error este “bandazo” en la postura sobre el Sáhara, primero porque fue decidido “de forma unilateral por el presidente del gobierno”, sin hacer consultas con la oposición ni con los socios del gobierno. “Es lamentable porque la política exterior debería estar basada en el consenso; más aún, al ser un caso tan sensible, como es el del socio estratégico más importante en el vecindario sur, debería tratarse con más delicadeza y como una posición de Estado”, explica.
Cree que con este cambio, España “se posiciona contra la postura del derecho internacional y la defendida por la ONU para un acuerdo entre las partes, una posición que España venía defendiendo desde 1975”.
Asimismo, dice, “España se desvincu-la de su responsabilidad como antigua potencia administrativa del Sáhara, que sigue teniendo de iure, porque Naciones Unidas sigue considerando que esa colonia pertenece a España, aunque esté ocupada por Marruecos”.
El investigador sostiene que esto sienta un precedente peligroso, porque en este caso “España está jugando a la real politik haciendo la prioridad de sus intereses estratégicos sin considerar el derecho internacional, y esto es lo que en este momento se le está criticando a Rusia en el caso de Ucrania; entonces cómo explica España que la ocupación de Marruecos del Sáhara Occidental es más lícita que lo que está haciendo Rusia en Ucrania. Es un dilema moral, y claro que repercute en la reput-ación internacional de España”.
La otra vertiente, explica, es que “legitima la ocupación marroquí en el Sáhara, legitima la agresiva política exterior de Marruecos hacia España de los últimos años, en especial los últimos 10 o 15 meses, es decir, esa coerción, esa presión que ejerce mediante el chantaje y el hacerse de la vista gorda con la seguridad migratoria (en la frontera con Ceuta y Melilla), al final España la ha aceptado y ha enviado a Marruecos el mensaje de que son aceptables sus hechos consumados, como es su ocupación en el Sáhara Occidental”.
Algunas de esas “tácticas de erosión de las relaciones” por parte de Marruecos, considera, se relacionan con la presión económica a Ceuta y Melilla, a España, su juego con el derecho internacional o con las resoluciones de la Unión Europea sobre la pesca en las aguas del Sáhara Occidental. “Es decir, hay muchas vertientes, y el mensaje que España envía es que acepta todo eso como medidas legítimas para conseguir objetivos políticos”.
Mientras tanto, prosigue, Marruecos no tiene ningún incentivo para abandonar ese comportamiento o repetirlo en el futuro.
Otra “torpeza” en el cambio de posición, dice, es haber provocado la “molestia” de Argelia, uno de los principales proveedores energéticos con esta decisión, “en un momento de crisis energética global, con los altos precios del gas que están afectando a España”.
Recuerda que en los primeros días de la guerra en Ucrania se llegó a plantear la opción de que España se convirtiera en un hub de gas para Europa como alternativa al suministro de gas de Rusia, porque es el país europeo más libre de la dependencia rusa, y por su red de plantas gasificadoras. Sin embargo, para eso necesitaba tener de su lado a su socio estratégico: Argelia; pero optó por ganarse su enemistad.
Socio preferente
“Marruecos siempre ha sido en el Magreb el socio preferente de Estados Unidos, Francia y Alemania, que son partidarios de esa postura sobre el tema del Sáhara Occidental, y tiene mucho que ver con la gran relación que Marruecos tiene con estos países en cuanto a cooperación económica y de seguridad”, explica.
Por tanto, España debía “conciliar estos intereses”: por un lado, recomponer la relación con Marruecos y posicionarse del lado de sus aliados occidentales; por otro lado, no enfadar a Argelia, del cual España es más dependiente que Francia, Alemania y Estados Unidos. Sin embargo, “ese equilibrio se ha roto a favor de Marruecos”.
Ahora, continúa, “Argelia tendrá más incentivos para no confiar en España, que queda desprestigiada, lo que puede poner en riesgo el proyecto de ser una entrada alternativa al gas ruso. Es previsible que Argelia decida enviar más gas por otras rutas, en este caso por Italia (por el gasoducto Transmed que une a ambos países)
En relación con el espaldarazo de China a Argelia, Pablo Moral considera que el gigante asiático suele ser muy pragmático en las relaciones internacionales, y en conflictos como el del Sáhara tradicionalmente se ha posicionado de manera muy neutral y del lado de la ONU. Esto para Marruecos no suponía ningún inconveniente, porque en los hechos es el país que controla el Sáhara, y si no hay ningún tipo de novedad o sobresalto, les viene bien.
Autor del artículo “China en África: del beneficio mutuo a la hegemonía de Pekín”, Moral sostiene que a China no le interesa enemistarse con ninguno de los dos países norafricanos, ya que el continente africano casi en su totalidad es un aliado estratégico para sus ambiciones geopolíticas. Con su enorme potencial económico, ha tenido una influencia económica, política y cultural que deja al continente africano en una posición de dependencia muy acentuada.
“China es un país cuyo discurso se posiciona como defensor del multilateralismo y del papel de la ONU en la gobernanza global (otra cosa es que dé ejemplo o no), y con eso China también ha encontrado esa oportunidad de desmarcarse de la postura occidental, logra diferenciarse de sus rivales geopolíticos y delimita ese incipiente mundo de bloques al que parece que nos volvemos a avocar.”
En relación con Marruecos, aunque es un socio estratégico para Estados Unidos, Francia o Alemania, el país norafricano ha tenido la habilidad de aceptar todo tipo de inversiones de China, que tiene presencia en puertos, infraestructura, incluso hay cooperación en el tema de los fosfatos y la minería. “China tiene a Marruecos como un socio rentable. Y no podemos olvidar que en la nueva ruta de la seda que impulsa China, Marruecos puede formar parte de esa ruta marítima que geográficamente le asegura el corredor mediterráneo”.