El Michoacano

El poder de Pueblos Unidos: Paso a paso, la fuga de los hermanos Maldonado

José Artemio Maldonado Mejía, El Rabias o El Michoacano, líder del grupo criminal Pueblos Unidos –dedicado al huachicoleo en Hidalgo–, diseñó un plan para liberar a sus hermanos, presos en el penal de Tula, pero terminó usándolo para su propio escape tras ser detenido.
miércoles, 9 de febrero de 2022 · 07:16

José Artemio Maldonado Mejía, El Rabias o El Michoacano, líder del grupo criminal Pueblos Unidos –dedicado al huachicoleo en Hidalgo–, diseñó un plan para liberar a sus hermanos, presos en el penal de Tula. La policía lo capturó antes de que pudiera llevarlo a cabo, pero ese mismo plan –que incluía un croquis del penal, acopio de armas de alto poder y reclutamiento de sicarios– lo utilizó para realizar su propia fuga. Datos y documentos a los que Proceso tuvo acceso permiten reconstruir paso a paso el operativo que permitió el escape del Michoacano.

PACHUCA, HGO. (proceso).- La investigación por la fuga de José Artemio Maldonado Mejía, El Rabias o El Michoacano, líder del grupo criminal Pueblos Unidos, se encontró con una historia insólita: el jefe criminal planeaba el escape de sus hermanos Mariano, El Gordo o M1, y José Antonio, El Pilo, de la cárcel de Tula cuando fue detenido, el 26 de noviembre de 2021, en Texcoco. Sin saberlo, Maldonado terminó por orquestar su propia salida de ese mismo penal.

Proceso tuvo acceso a información extraída de dos teléfonos celulares presuntamente utilizados por El Michoacano. Esos datos, relacionados con las pesquisas en torno a la evasión de nueve reos de la cárcel de Tula el pasado 1 de diciembre, son parte de la carpeta de investigación 16-2021-03398.

En mensajes de texto y voz, fotografías y videos, el líder del grupo Pueblos Unidos dejó evidencia de cómo, con su hermano Mariano, planeó el escape, previsto para el 28 o 29 de noviembre. No obstante, la captura del Michoacano postergó la operación. El objetivo cambió: ahora el objetivo era liberar al jefe del cártel.

Para su fortuna, El Michoacano fue enviado al mismo penal que sus hermanos, quienes tenían el croquis interno para ubicar los sitios donde se encontraban los objetivos. Ellos habían mapeado los puntos débiles de seguridad y el número de custodios, así como los lugares por donde debía ingresar el comando armado.

Incluso ya tenían la tanqueta hechiza para derribar la entrada, así como las armas de alto calibre, los vehículos, los sicarios y el resto del personal que participarían en la operación: una treintena reclutada en Michoacán y en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, con habilidades para el uso de explosivos y, uno en particular, en lanzagranadas.

Los rastros del escape

Una de las conversaciones intervenidas en los celulares es entre El Pilo y un interlocutor cuyo contacto no tiene nombre (sólo dos emoticones de cara furiosa) data del 16 de noviembre. Rabias, como las caras de los emojis, es otro de los sobrenombres de José Artemio, El Michoacano.

El primer mensaje de voz recuperado es de un niño, presuntamente el hijo de Artemio:

–Ta’ bien, ta’ bien; ¿qué haces? –pregunta el menor.

El Pilo le envía una fotografía en la que aparece de cuerpo entero. Viste camisa vino estampada y pantalón de mezclilla. Posa con el pulgar de la mano izquierda arriba; tiene una esclava y un anillo plateados; en la otra mano se observa un reloj, también plateado.

–Andaba patrullando el penal –contesta El Pilo desde la cárcel donde está recluido.

El siguiente mensaje de voz es del adulto que también usa ese dispositivo.

–Te vas a ir en el paquete –le dice–, para que te alistes. Te quiero al vergazo, ¿eh?

–Sí, está bien –escribió El Pilo.

–Ora pues, ya está. Al puro vergazo, ¿eh? Borra todo a la verga lo que hables aquí. Te quiero bien pilas, güey. Se van a ir en combo.

–Sí.

Fragmento del reportaje publicado en la edición 2362 del semanario Proceso cuya versión digital puedes adquirir en este enlace.

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