Bluetooth
100 años del también actor Blue Demon
Si recordar es vivir, este adagio aplica a la mente del hijo y heredero del legendario luchador Blue Demon, Alejandro Muñoz Lomelí al evocar la sencillez de su padre, el celo profesional que sostuvo con otra leyenda enmascarada del ring, El Santo y sus pasos estelares por el cine mexicano.Si recordar es vivir, este adagio aplica a la mente del hijo y heredero del legendario luchador Blue Demon, Alejandro Muñoz Lomelí al evocar la sencillez de su padre, el celo profesional que sostuvo con otra leyenda enmascarada del ring, El Santo, pero sobre todo: sus pasos estelares por el cine mexicano. Nacido el 24 de abril de 1922 en Nuevo León, Blue Demon gozará próximamente de una exposición en el Museo del Estanquillo con fotos, documentos y objetos de la colección familiar, además de las pinturas creadas por el artista Israel Rodríguez Balbuena.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Alejandro Muñoz Moreno, conocido como Blue Demon (Demonio Azul), no sólo dejó huella en el cuadrilátero, sino también en el séptimo arte con 27 películas que forman parte del llamado género del cine de luchadores, el cual predominó en los años sesenta y setenta del siglo pasado en México.
Su hijo, Alejandro Muñoz Lomelí, estudió marketing y no siguió los pasos del pancracio; pero recuerda a su padre a 100 años de su nacimiento, el 24 de abril, con una exposición bajo la curaduría de Aldo Sánchez Ramírez, que incluye fotografías, documentos, objetos y las pinturas creadas por el artista Israel Rodríguez Balbuena:
“Perpetuamente Blue Demon manifestó –platica Muñoz Lomelí en las instalaciones de Proceso–, con la sencillez que siempre tuvo, que era luchador y no actor.”
Menciona entre sus compañeros de la pantalla grande a estrellas como Carlos Ancira, Elsa Cárdenas, Martha Elena Cervantes, Éric del Castillo, Jaime Fernández, Alma Delia Fuentes, Nubia Martí, Ana Martin, Aldo Monti, Maura Monti, Ana Luisa Peluffo, David Reynoso y Regina Torné.
“Fueron actores de primera línea, lo orientaban y él se dejaba llevar, él sabía que su personaje era el atractivo de taquilla y que el apoyo del elenco era para robustecer el filme.”
Su primer largometraje con el papel protagónico fue Blue Demon, el demonio azul (1964), dirigido por Chano Urueta (Chihuahua, 1895-DF, 1979), con Jaime Fernández, César Gay, Ivonne Govea, Nathanael León, Altia Michel, Mario Orea, Fernando Osés, Carlos Suárez y Rosa María Vázquez. Fue una película de terror donde Blue Demon se enfrentaba a un científico que se convierte en licántropo y asesina a la gente. Fungió como director de fotografía Alex Phillips hijo para una producción de Fílmica Vergara.
Sigue Muñoz Lomelí:
“El productor Vergara fue a la Arena México y en el vestidor le entregó a mi padre una tarjeta. Le dijo que era para filmar un largometraje y si quería que se comunicara con él. Mi papá le llamó a los pocos días. Le dijo a mi madre, Goyita (Gregoria Lomelí): ‘Mira, hija, me están invitando para una película y voy a hablar’.
“Ella intervino mucho en la cuestión administrativa de mi papá, porque él no contaba con el tiempo para andar cobrando ni nada de esas cosas, ni de ver fechas de presentación: lo hacía mi mamá. Era la que llevada toda la administración. Cuando ella se empezó a cansar con la edad, le dijo a mi padre: ‘Mira, ahora que mi hijo sea el que lleve la carrera, el que haga las citas para las presentaciones, que cobre, en fin’. Y yo empecé a ser su representante.”
Dice respecto a la película Blue Demon, el demonio azul:
“El señor Vergara le dio el guion escrito por Rafael García Travesi y Fernando Osés a mi papá, para que lo leyera. Le señaló: ‘Es de ficción y espero que le guste porque lo va a catapultar muy fuerte… el cine es un medio que también proyecta mucho’. Se pusieron de acuerdo en todos los términos. Mi padre expresó que le dieran tiempo de aprenderse los parlamentos, y le informaron quiénes formarían el elenco: eran actores con experiencia para proteger a Blue Demon en cualquier cosa que se atorara. Las locaciones fueron en una hacienda olvidada en Azcapotzalco.
“La película dejó mucho dinero, fue muy popular. Entonces el mismo señor le ofreció la segunda cinta. Luego otros productores empezaron a interesarse también en él y lo contrataron. Siempre con sencillez, mi papá expresaba: ‘Voy y me divierto un rato…’.”
Rounds de sombra
Llovieron los siguientes contratos fílmicos:
Blue Demon vs el poder satánico (1965), de Urueta; La sombra del murciélago y Arañas infernales (1966), de Federico Curiel, más Blue Demon vs cerebros infernales y Blue Demon contra las diabólicas (1966), de Urueta; Blue Demon, destructor de espías, de Emilio Gómez Muriel; Blue Demon en pasaporte a la muerte (1967), de Alfredo B. Crevenna; Blue Demon y las invasoras (1968), Santo y Blue Demon contra los monstruos y El mundo de los muertos, de Gilberto Martínez Solares, con Santo contra Blue Demon en la Atlántida (1969), de Julián Soler; Los campeones justicieros (1970) y Las momias de Guanajuato (1970), de Federico Curiel.
La invasión de los muertos (1971), Noche de muerte y La mafia amarilla, de René Cardona, así como Vuelven los campeones justicieros, de Federico Curiel, Santo y Blue Demon contra Drácula y el hombre lobo, de Miguel M. Delgado y Las bestias del terror (1972), de Alfredo B. Crevenna; Triunfo de los campeones justicieros, de Rafael Lanuza; Santo y Blue Demon contra el Dr. Frankenstein (1973), de Miguel M. Delgado; El hijo de alma grande (1974), de Tito Novaro; La mansión de las siete momias (1975), de Rafael Lanuza; Misterio en las Bermudas (1977), de Gilberto Martínez Solares y, finalmente: La llave mortal (1989), de Francisco Guerrero, y el documental Blue Demon el campeón bajo la producción de Muñoz Lomelí, de 1989.
Por supuesto, en todas esas historias Blue Demon siempre veló por la justicia, lo mismo que El Santo y otros luchadores populares. El crítico e investigador de cine Rafael Aviña escribió en el libro Historia ilustrada del cine de luchadores:
“A falta de héroes, la cinematografía mexicana encontró en el cine de luchadores la mejor opción para rescatar el antiquísimo enfrentamiento entre el bien y el mal.”
Muñoz Lomelí complementa:
“El personaje de mi padre defiende a la sociedad. Su personalidad fue así hasta el final.”
–¿A Blue Demon le gustaba actuar?
–Sí, se divertía, como él decía; pero igual se ponía nervioso, porque cuando es algo que no dominas siempre te preocupa realizar todo bien.
–¿Qué opina de esas películas que hizo su papá con El Santo, el enmascarado de plata?
–Para los productores fue un imán de taquilla porque eran los máximos ídolos. La proyección que tuvieron los dos fue muy grande y años después de su muerte los largometrajes se siguen exhibiendo. Por ejemplo, en Europa son películas catalogadas de culto. Yo me admiro de eso. El hecho de que ande por allá Blue Demon hace que se me quieran salir las lágrimas. Bueno, me pasó, en Barcelona, España, vi un mural de Blue Demon, y dije: ¡Ah!, caray.
Sony creó una serie de televisión biográfica titulada Blue Demon, y al respecto expone:
“Fueron tres temporadas que se proyectaron entre 2016 y 2017 y se puede ver todavía en la plataforma Blim. Estuve meses con Sony trabajando. El destacado actor Tenoch Huerta recreó a mi padre.”
Los demás actores que intervinieron: Ana Brenda Contreras (Gregoria Vera), Joaquín Cosío (Ignacio Vera), Ianis Guerrero (Carlos Cruz), Silverio Palacios (Tío Crescencio) y más.
Suena la campana
Con entusiasmo, Muñoz Lomelí narra que su progenitor salió de su terruño, ubicado en Rinconada, Nuevo León, porque sintió que en ese pueblo no iba a prosperar mucho:
“Se fue con unos tíos que estaban radicados en Monterrey y eran ferrocarrileros. Él no entró de inmediato a los ferrocarriles porque era muy chamaco. Tendría como 14 o 15 años. Pudo entrar a los 17. Ahí conoció a mucha gente, como al hermano de Rolando Vera (una de las grandes leyendas en los orígenes de la lucha libre mexicana), que se llamaba Franklin. Eran amigos. Mi papá me platicó que ahí también trabajaba Rolando, y cuando lo vio le impresionó su físico. Un día le preguntó a Franklin: ‘¿Quién era ese señor?’, y le respondió que era su hermano, un luchador profesional, daba clases de luchas, y se lo presentó.”
–¿Rolando Vera le enseñó todo a Blue Demon?
–Vera le advirtió que no eran sólo cachetadas, sino que se trataba de una profesión muy dura. Y lo fue preparando. Salía de ferrocarriles muy cansado e iba a entrenar, o a al revés: antes de ir a trabajar se iba a entrenar, porque tenía horarios diferentes. El apellido completo de Vera era Verástegui, Rolando Vera era su nombre de luchador y vio que mi papá le echaba ganas. Después de tres años le consiguió su primera lucha profesional en Laredo, Texas. Ese mismo día nací yo en Monterrey, el 12 de marzo de 1948. Vera le mencionó que subiría al ring con un atuendo, con una máscara, que nada tenía que ver con el que ahora se conoce”.
Enfatiza que entonces esa vestimenta ya era azul rey:
“En aquel tiempo era una máscara de piel muy difícil de soportar, sudaba mucho, era terrible. Tengo una fotografía que le tomaron y dedicó a mi abuelita, la mamá de él. El atuendo se lo arreglaron después en la Ciudad de México. Después de esa lucha, mi padre trabajaba en diferentes arenas alrededor de Monterrey, para irse fogueando. Todavía no era estrella ni nada de eso; pero como el empresario Jesús Lomelí buscaba los talentos para la Arena México en la Ciudad de México, vio actuar a mi padre y pidió que se lo enviaran.”
Blue Demon le contó a Rolando Vera. Sin embargo, éste no fue sensible al impulso de irse ipso facto a la capital mexicana:
“Mi papá le dijo: ‘¿Cómo?, ¡es mi oportunidad’. Él le recalcó: ‘No vas hasta que yo te diga y cuando te prepare bien porque allá hay 30 estrellas y no te van a dejar lucir, te vas a regresar derrotado’. Le repitió que partiría cuando ya estuviera listo. Tres meses después fue cuando ya vino a México a tocar las puertas.”
Rivalidades y legados
–También Rolando Vera fue quien lo bautizó como Blue Demon, ¿verdad?
–Sí. Mi padre me platicó que Vera le indicó: “Te vas aponer este atuendo y te llamarás Blue Demon”. Mi papá le preguntó qué quería decir, y le dijo que demonio azul. En la lucha olímpica siempre le agradó llamarse así, Blue Demon. Primero fue rudo. Cuando venció a El Santo, en 1954, que le quitó el Campeonato Mundial Medio, se trasformó en técnico y la gente lo recibió muy bien.
–¿Es verdad que El Santo y Blue Demon se odiaban?
–Lo que había era celo profesional, cada quien quería lucir. Ese tipo de competencia profesional sí la hubo, pero no se odiaban, no era que cada vez que se veían se agarraban a golpes, no.
Blue Demon preservó el anonimato de su rostro debido a que ninguno de sus adversarios logró desenmascararlo, subraya en un texto Hilda Soria en la revista Historia de la lucha libre, de Mina Editores.
Se le pregunta sobre Luis Roberto Rabadan Urueta, quien se hace llamar Blue Demon Jr. Y responde:
“Es hijo adoptivo de mi padre. De Blue Demon y mamá (Goyita) sólo nacimos mi hermana Marla y yo. Mi papá hizo un acto humanitario y crió a Luis Roberto desde pequeño. Él le manifestó a mi padre que quería ser luchador y uno de sus maestros fue Blue Demon. Mi papá me encomendó que fuera con el notario y preparara un convenio para que su hijo adoptivo se llamara Blue Demon Jr., por cada presentación debía darle un porcentaje.”
Ahí quedó la cosa “porque nunca le dio un peso”, añade:
“Mi padre falleció el 16 de diciembre de 2000 en la Ciudad de México. Entonces, Blue Demon Jr., me llamó por teléfono y me señaló que ya no quería que yo ‘usara’ el nombre de Blue Demon. Empezaron los problemas y una demanda.”
No obstante, “el juez dictaminó que yo era el heredero”.