Luis Leñero
Luis Leñero: la sociología como instrumento de cambio
Debe celebrarse la aparición del libro Luis Leñero Otero: La sociología aplicada a la acción social, de Eduardo Suárez del Real Aguilera, impreso hace tres meses bajo el sello de La Verbolería, editorial fundada en abril de 2014.1
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Leñero es un apellido constantemente mencionado en el medio cultural mexicano. Ya sea que se aluda a Carmen, escritora y cantante; a Estela, dramaturga y crítica teatral; a Isabel, pintora y periodista; a Eugenia, actriz y pintora; a Luis Leñero Elu, músico, o a esa cuarteta de pintores formada por los hermanos Francisco, Alberto, José y Miguel Castro, escuchamos o leemos con frecuencia comentarios, notas, reseñas sobre el trabajo de alguno o de varios de esos artistas que son miembros de una misma familia, todos bisnietos de don Vicente Sánchez-Leñero Gil y de María Juana Orozco Usúa.
A esa familia –cuyas dotes llevan a evocar a otra ilustre familia de artistas: la de los Revueltas– pertenece también el escritor Vicente Leñero, primer difusor del apelativo familiar merced a su estupenda obra literaria.
Sin embargo, hay otros miembros de esa familia que, con una trayectoria igualmente importante en el mundo de las humanidades, no han tenido la atención del público que su obra merece (un buen lector, un buen conocedor de arte, sabe que las ciencias sociales son parte indispensable de la vida cultural). Tal es el caso del doctor Luis Leñero Otero, hermano de Vicente, autor de una obra dilatada y admirable en el terreno de la sociología, que no sólo se compone de publicaciones impresas (sus propios libros, naturalmente, además de numerosos ensayos en obras colectivas y artículos en revistas nacionales y extranjeras), sino también de una muy larga labor académica y pedagógica que incluye investigaciones, décadas de enseñanza (ha sido profesor de más de 40 generaciones de alumnos universitarios), dirección de múltiples tesis, trabajo de campo con comunidades, seminarios y congresos (como organizador y como participante), en fin, una vida que se distingue por la generosidad con que ha llevado a cabo todo eso.
Por ello debe celebrarse la aparición del libro Luis Leñero Otero: La sociología aplicada a la acción social, de Eduardo Suárez del Real Aguilera, impreso hace tres meses bajo el sello de La Verbolería, editorial fundada en abril de 2014.
El volumen, de casi 300 páginas, permite conocer el pensamiento de Luis Leñero al mismo tiempo que dibuja los rasgos más relevantes de su persona y brinda un detallado catálogo de su labor profesional.
Eduardo Suárez del Real, poeta (DF, 1959), hizo este libro porque, gracias a la amistad que cultiva con Marisa Leñero, pintora, hija de Luis, conoció a éste y comenzó a interesarse por su trabajo. Muchas horas de plática de por medio, Eduardo se dio cuenta de que la persona y la obra de don Luis tenían que darse a conocer y decidió darse a esa tarea. A lo largo de cuatro años conversó con él y tomó apuntes que luego convirtió en un muy ameno relato. Biografía, memorias, entrevista, ensayo, se amalgaman con gran tino para entregar un perfil por demás interesante.
Integrante de una familia católica de convicciones firmes, Luis Leñero tuvo desde muy joven el deseo de ayudar a los necesitados y de dotarlos de conocimientos que les posibilitaran una vida mejor. Su padre, Vicente Leñero Orozco, comerciante, quería que hiciera una carrera como contador; él le dijo que no quería ser contador, sino profesor y sacerdote. Lo que de veras le interesaba era cambiar el mundo.
“Llegué a la sociología buscando acción. Realizar algo que verdaderamente pudiera modificar mi entorno social y humano, que pudiera servir –le dice a Eduardo–. La proyección de mi vida profesional demuestra que la sociología es un arma de acción y promoción social útil; a mí siempre me ha preocupado lo humano y esta disciplina ha sido la pista de aterrizaje de mi espiritualidad.
“Esa espiritualidad, de manera científica y aconfesional, ha encontrado su campo de conocimiento y de acción en la sociología…”, se lee en las páginas 173 y 174.
Movido por ese deseo de cambio, fundó el 15 de mayo de 1960, como asociación civil, el Instituto Mexicano de Estudios Sociales (IMES), en un contexto de lucha por transformaciones sociales y políticas que en nuestro país se vuelven plenamente visibles gracias a los movimientos magisterial y ferrocarrilero de 1958 y en América Latina a raíz de la naciente revolución cubana. Desde ese año, hasta la fecha, el instituto ha logrado mantenerse al margen de partidarismos políticos, pero su compromiso social con quienes menos tienen es indudable. Luis Leñero ha sido un decidido impulsor de la acción autogestiva, la educación popular y la promoción social y comunitaria para superar la añeja y cada vez más acentuada desigualdad que existe entre la población de México.
Durante mucho tiempo el IMES se ubicó en el número 1486 de avenida Cuauhtémoc. Al cumplir 50 años, se mudó a la colonia San Pedro de los Pinos.
El vasto trabajo del doctor Luis Leñero –licenciado en ciencias sociales por la UNAM en 1963; maestro por la Facultad de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad de Lovaina, Bélgica; doctor por la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad Libre de Bruselas; profesor emérito de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa–, es por demás interesante, y el libro que aborda esta breve nota es un excelente conducto para conocerlo.
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Al comienzo de Vivir del teatro Vicente Leñero recuerda cómo, cuando él y Luis eran niños y jugaban con títeres, su padre les enseñaba los rudimentos de la mecánica teatral. Es un recuerdo entrañable que Vicente señala como el inicio de su carrera en el teatro, y del gusto por las artes que su padre siempre supo fomentar en ellos. Ambos hermanos fueron siempre buenos lectores, pero aunque Luis también tuvo inclinaciones literarias, patentes de una u otra manera en las muchas páginas que ha escrito, su camino fue distinto.
No obstante, ambos compartieron siempre los valores morales que les imbuyó su formación religiosa y que los hicieron no menos sino más críticos frente al papel que la Iglesia ha jugado en México. En noviembre de 2014, en una entrevista en la que se habló de los normalistas desaparecidos a finales de septiembre en Ayotzinapa, el doctor Leñero dijo que México enfrenta una quiebra moral y política en la que no sólo las instituciones del Estado han fallado, sino también la Iglesia, instancia a la que correspondería dar un poco la tónica de lo que podría ser una moral.
Dada la claridad e inteligencia de Luis Leñero, sorprende, pero sólo hasta cierto punto, que Vicente no haya escrito un ensayo o artículo para destacar el trabajo de su hermano, así como su bonhomía. Sólo hasta cierto punto, porque la modestia –o mejor dicho: el pudor, un pudor sincero, real, hacía que ambos le sacaran la vuelta a la autopromoción y la notoriedad. Hay que recordar la incomodidad que Vicente Leñero cuenta que experimentó cuando Rafael Giménez Siles le pidió que escribiera una autobiografía para la colección “Nuevos escritores mexicanos del siglo XX presentados por sí mismos”.
Probablemente Luis Leñero experimentó algo muy similar cuando Eduardo Suárez del Real le propuso hacer este libro. Al final aceptó, por si acaso “a algún joven sociólogo le puede servir de algo mi experiencia.”
La realidad es que, aunque Luis y Vicente se empeñen en escapar de la notoriedad, el talento los delata. Eso es justamente lo que sucede con Luis Leñero Otero: La sociología aplicada a la acción social, cuya pronta reedición es fácil predecir. l
* El colaborador de Proceso obtuvo los materiales del libro para su reproducción.