Italia

Los migrantes, en la mira del gobierno ultraderechista de Italia

Matteo Piantedosi acaba de tomar posesión como ministro italiano del Interior y ya amenazó con prohibir la entrada de dos barcos que transportan migrantes libios o norafricanos por el Mediterráneo.
sábado, 5 de noviembre de 2022 · 09:27

Matteo Piantedosi –cercano a la ultraderechista Liga, de Matteo- Salvini– acaba de tomar posesión como ministro italiano del Interior y ya amenazó con prohibir la entrada de dos barcos que transportan migrantes libios o norafricanos por el Mediterráneo. Así da la cara el gobierno de la recientemente asumida primera ministra Giorgia Meloni.

ROMA (Proceso).– Matteo Piantedosi, nuevo ministro italiano del Interior y hombre cercano a la ultraderechista Liga, de Matteo Salvini, arrancó esta semana su mandato con la amenaza de prohibir la entrada en su país a dos barcos humanitarios que rescatan migrantes en el Mediterráneo. La advertencia también fue, de facto, la primera medida ejecutiva pública del gobierno de Giorgia Meloni, el más derechista de la historia de la Italia republicana (1946). Los “golpes de mesa” que predecían los analistas no han tardado en aflorar.

Tardaron poquísimo, de hecho. La invectiva de Piantedosi se conoció el martes 25, cuando Meloni se encontraba en medio del debate parlamentario para su investidura en la Cámara de Diputados y aún le faltaba la ratificación de su toma de posesión en el Senado (lo que ocurrió un día después). En esas circunstancias, Piantedosi divulgó su directiva poniendo en la mira a los dos navíos, uno de bandera noruega y el otro alemán.

Los barcos destinatarios de la medida fueron la nave germana Humanity One y el buque noruego Ocean Viking, de la ONG europea Sos Méditerranée, ambos en ese momento con operaciones de rescate en curso en el mar Mediterráneo y alrededor de 300 náufragos a bordo.

Piantedosi los culpó de no respetar “el espíritu de las normas europeas e italianas” en materia de “seguridad y control de las fronteras para el contraste de la inmigración ilegal”.

El nuevo ministro italiano también dijo que había empezado a estudiar la posibilidad de prohibir la entrada de los barcos en “aguas territoriales” italianas, y que todo esto había sido comunicado a las capitanías de puerto de Italia y a las embajadas de los dos países europeos, en una decisión que el ultraderechista vicepresidente de Gobierno, Salvini, festejó en lo inmediato. “Bien la intervención del ministro de Interior, en relación con dos ONG. Como prometimos, este gobierno- hará respetar las reglas y las fronteras”, consideró ese mismo día el líder de la Liga.

No fue una sorpresa. Entre 2018 y 2019, cuando el propio Salvini era ministro de Interior y promotor de la mano dura contra las ONG que salvan migrantes en el mar, Piantedosi era su jefe de gabinete y en esa calidad firmó varias de sus medidas. También fue investigado por ello.

El ruido antiinmigración

Fue la primera señal de que la estrategia del nuevo Ejecutivo italiano había vuelto a ser la de la confrontación pública, con resultados que aún se desconoce, pero que, incluso así, encaminan a Italia a una situación similar a la de cuando Salvini adoptó una estrategia de choque directo y mediatizador con las ONG que ayudan a los migrantes. Tanto es así, hasta la fecha, que todo ha sido público y ampliamente divulgado en los medios de comunicación italiano.

El propio Salvini lo ratificó dos días después, el jueves. Eso se desprendió de su intervención, con un tuit en el que sugirió que Italia finalmente sí impedirá el desembarco de barcos humanitarios de ONG extranjeras. “Mensaje para los traficantes de seres humanos y sus cómplices: como dijimos en el programa electoral de la derecha, Italia no tolerará más el dinero de la inmigración clandestina y de los desembarcos descontrolados”, escribió el también ministro de Infraestructuras, con competencias sobre los puertos. “Que las organizaciones extranjeras se las arreglen (...) váyase a sus países”, añadió, en un texto colocado sobre una imagen de los dos navíos humanitarios involucrados.

Por supuesto, la nueva escalada de la confrontación no ha tardado mucho en suscitar la preocupación de numerosas ONG que denuncian que sus operaciones han sufrido crecientes obstáculos en los últimos años, lo que ya ha puesto en mayor riesgo a los migrantes.

“Hasta 2018 las operaciones de rescate las llevábamos a cabo coordinándonos en todo momento con la Guardia Costera de Italia, incluso hacíamos juntos los rescates”, explicó a esta periodista Claudia Lodesani, responsable de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Libia. “Esto ya no pasa. Nosotros les informamos de nuestras operaciones, pero el sistema anterior ha sido desmantelado”, añadió.

Aún así, “sigue repitiéndose ese mensaje, que es esa cortina de humo, de que las ONG son las responsables de las llegadas”, según Lodesani. “Pero este año las ONG rescataron sólo 16% de los migrantes llegados (a Italia) a través del mar. El 53% desembarcó en Italia por su cuenta, y el resto fue rescatado por barcos militares”, argumentó la trabajadora humanitaria, al añadir que nuevos obstáculos sólo pondrán en riesgo más vidas, “sin resolver” el fenómeno. “Es necesario encontrar alternativas para una inmigración ordenada, no tratar la situación como una emergencia”, razonó.

En este clima, el pasado miércoles, unas 40 ONG le pidieron al gobierno italiano que no renueve el memorándum con el que Roma le da a Libia –un país acusado por violaciones de derechos humanos– dinero y apoyo técnico a cambio de frenar las salidas desde sus costas. No obstante, ninguna señal en esta dirección ha llegado hasta ahora, a pocos días de que el acuerdo se ratifique automáticamente, si Italia no lo revoca.

Gran reemplazo

Por el contrario, Giorgia Meloni, la nueva primera ministra, parece estar más en sintonía con Salvini en materia de migración. En su primer discurso en el Congreso italiano dejó claro que aplicará la mano dura. “En Italia, como cualquier otro Estado serio, no se entra ilegalmente”, aseveró, al proponer el bloqueo naval de los barcos que parten del norte de África para frenar la inmigración. “Lo que queremos impedir es que sean los traficantes los que seleccionen (las personas que tienen derecho al) ingreso en Italia”, explicó.

En esta línea, Meloni también propuso reactivar la Operación Sophia, una gran misión de rescate que duró de 2015 a 2019, y que nació para desmantelar a las mafias que trafican con personas desde las costas de África hacia Europa. Pero he aquí una contradicción con Salvini, puesto que fue precisamente él, con su negativa a permitir los desembarcos en puertos italianos, quien dio su golpe mortal a la misión.

Con ello, en ese entonces se prefirió sólo concentrarse en un aspecto del proyecto: la formación de guardacostas libios, que es precisamente lo que prevé el acuerdo entre Italia y Libia y lo que las ONG y la propia ONU han criticado en los últimos años por las continuadas violaciones de derechos humanos que acontecen en el país africano.

Otros aspectos plantean más interrogantes. Meloni defendió, la última vez en plena campaña electoral, a gobiernos como el del húngaro Víctor Orban. No obstante, precisamente Hungría, así como otros países del este de la Unión Europea, se negaron rotundamente en los últimos años a acoger a números significativos de los migrantes que llegan a las costas de los países del sur de Europa.

La razón es, paradójicamente, parecida al argumento de Meloni, tal como ha expuesto ella misma en su autobiografía Yo soy Giorgia, en la que muestra simpatía por la controvertida teoría del “gran reemplazo”, por lo que se cree que los flujos migratorios están destinados a reemplazar a la población blanca y cristiana de Europa. Santiago Abascal, el líder del español Vox, también la ha defendido.

Tanto es así que Meloni contrapone su postura a la acusación que le hace al centroizquierda de querer solucionar el problema demográfico –Italia es uno de los países más viejos del mundo– con “una invasión” de migrantes. En esta línea, Hermanos de Italia, su partido, ve también con malos ojos la posibilidad de conceder la nacionalidad a menores extranjeros nacidos o crecidos en Italia y que han estudiado en el país.

Sin embargo, la incógnita más inmediata es qué consecuencias tendrá, en la práctica, esa estrategia, más allá de dificultar la vida a los migrantes más necesitados que buscan una vida mejor al cruzar el Mediterráneo. Los analistas tendrán que estudiar, en estas semanas, las maniobras de Meloni y Salvini para entender el alcance de una época que se inicia con muchas turbulencias.

Reportaje publicado el 30 de octubre en la edición 2400 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

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