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Tardía y débil estrategia de política industrial
La estrategia Rumbo a una Política Industrial, del gobierno federal, carece de incentivos para un sector históricamente ignorado, a decir de los líderes de las cámaras nacionales del ramoPresentada el pasado 20 de septiembre, la estrategia Rumbo a una Política Industrial, del gobierno federal, carece de incentivos para un sector históricamente ignorado, a decir de los líderes de las cámaras nacionales del ramo. Para José Antonio Centeno Reyes, presidente de la Canacintra, esa estrategia nace “sin claridad” en cuanto a incentivos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Además de tardía, la estrategia de política industrial impulsada por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la iniciativa privada nace sin la claridad en los incentivos para un sector desatendido durante décadas, con escaso valor agregado y que pasó de ser un motor a ser el eslabón débil de la economía mexicana.
Los bocetos de la nueva política industrial ya están sobre la mesa, pero son insuficientes.
“Claro que hay mucho camino por avanzar. Estamos definiendo los qué. Ahora tenemos que trabajar de manera muy específica y muy detallada en los cómo, los quiénes y sobre todo los con qué. Es decir, ya definir las líneas de acción muy específica de cómo se va a lograr cada uno de los objetivos generales que se han planteado: ¿quiénes son los actores relevantes y qué le corresponde a cada quién?”, advierte José Antonio Centeno Reyes, presidente nacional de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra).
Para el líder industrial, una política de tal magnitud también requiere de recursos financieros, los cuales no se incluyen en el Paquete Económico 2023 propuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Acota el empresario: “Por otro lado, de dónde van a salir los recursos para implementar todo, todo lo que se requiere. Hay muchos esfuerzos que requieren inversión pública-privada, que requieren presupuesto, que también requieren capacidades del propio Estado. De forma específica, en este presupuesto no hay nada etiquetado como tal, per se, a esta política. Sin embargo, la política es algo mucho más y esto tiene que derivar en políticas públicas y en acciones productivas”.
El pasado 20 de septiembre, la titular de la Secretaría de Economía (SE), Tatiana Clouthier, acompañada por el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, así como el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), José Abugaber, presentaron la estrategia Rumbo a una Política Industrial, la cual consta de cuatro ejes transversales.
El primero es Innovación y tendencias tecnológicas-científicas. Según la SE, la industria mexicana requiere ser actualizada a las tendencias tecnológicas y científicas para incentivar la productividad, con la intención de transitar de país maquilador a país productor de conocimiento.
El segundo eje es la formación de capital humano para fomentar un desarrollo económico incluyente, por lo que debe impulsarse la adquisición de habilidades que permitan que la fuerza laboral mexicana no se quede atrás en la adopción de nuevas tecnologías.
El tercero es la promoción del contenido regional y encadenamiento de Micro, Pequeñas y Medianas empresas (mipymes).
“Esta política será el tractor principal del crecimiento de las mipymes mexicanas, así como una herramienta para profundizar la integración con América del Norte, mediante la creación de cadenas de suministro fuertes y sostenibles”, explicó la SE.
Mientras que el cuarto eje se refiere a las industrias sostenibles y sustentables. Según la dependencia, esa política promoverá el desarrollo económico nacional, procurando que los medios empleados contribuyan en la transición hacia una economía sostenible y sustentable.
Mejor clima para la inversión
Cada uno de los ejes contiene hasta 13 acciones puntuales encaminadas a cumplir con los objetivos de la política industrial enfocada a sectores estratégicos, como el agroalimentario, el eléctrico-electromecánico, electromovilidad, servicios médicos y farmacéuticos e industrias creativas.
Por su parte, el gobierno tiene el compromiso de otorgar incentivos fiscales sujetos a metas para nuevas inversiones de empresas de los sectores objetivo, con apoyo de la Secretaría de Hacienda: un mapeo de incentivos fiscales existentes para su instrumentación en los sectores estratégicos y para aumentar financiamientos a mipymes proveedoras de las industrias objetivo. También el incremento de financiamientos a programas para la mejora tecnológica de empresas mexicanas, además de promover su alianza con los tres niveles del gobierno y con sectores académicos.
Asimismo la estrategia plantea actualizar normas y estándares para su modernización, además de reducir y facilitar los trámites para la creación de empresas y para la instalación de inversores.
También la coordinación, con las dependencias de seguridad estatales, de estrategias para fomentar un mejor clima de inversión y promover mayores condiciones de propiedad intelectual en la industria, principalmente.
Estado de derecho
Para el presidente nacional de la Canacintra no es suficiente el contenido de la estrategia, se necesitan señales claras y acciones coherentes del gobierno.
“Lo que nosotros planteamos como un punto fundamental para que la política industrial tenga éxito fue el generar condiciones que permitan tener un completo estado de derecho, un respeto a la legalidad, un respeto, por supuesto, a los contratos previamente establecidos. Mandar los mensajes correctos. Pero todo esto se engloba en estado de derecho, que son reglas claras, reglas que no cambian, reglas que no son a modo, claridad y perspectiva de largo plazo.”
Ese es un factor fundamental, acota el industrial a este semanario, para que la política industrial llegue o no a tener éxito en la visión de largo plazo.
De acuerdo con el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, la nueva estrategia de política industrial tiene un enfoque “dirigista” del Estado, pero realmente no señala acciones específicas ni quiénes serán los responsables de ellas.
“Conceptualmente preocupa que señala sectores ‘estratégicos’ específicos y propone estímulos fiscales. Algunos de sus propósitos podrían resolverse mediante información provista por los sectores público y privado; otros, aunque deseables, se contraponen claramente a las políticas reveladas por el gobierno, y muchos no requieren de guía de política pública, sino que están en el interés propio de las empresas”, criticó el principal centro de análisis de la cúpula empresarial mexicana.
Para Consultores Internacionales, una firma especializada en consultoría económica, estratégica, prospectiva y fortalecimiento empresarial, con 50 años de experiencia, la política industrial recientemente presentada por el gobierno federal presenta un diagnóstico acertado, una selección de sectores estratégicos debatible y una carencia de herramientas de política pública para arrancarla.
En su análisis, publicado el pasado 26 de septiembre, dejó claro que sin políticas públicas, continúa siendo una política industrial a la que le faltan conectores para aterrizarla en política pública y acciones.
Sin presupuesto y excepto por la marca “Hecho en México”, agregó, no existen programas de desarrollo de proveedores para subir el contenido regional, aumentar financiamientos a mipymes, incentivos fiscales para promover inversiones y relocalización de empresas para nuevos clusters y explotar el nearshoring o relocalización de las empresas.
Lo cierto es que México llega tarde a la nueva configuración del comercio mundial, en la que países emergentes, como China o Corea, ya tienen resultados de su política industrial planteada en décadas pasadas y ya ven cómo colocarse como líderes mundiales en tecnología.
Un ejemplo es la propuesta Made in China 2025, surgida en octubre de 2015 con el propósito de fortalecer la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías en 10 sectores de su economía. El programa incluye tres fases:
La primera es, para 2025, reducir la diferencia tecnológica con los países líderes; la segunda, para 2035, fortalecer la posición tecnológica de China, y la tercera, prevista para 2045, liderar la innovación global.
El ambicioso objetivo busca elevar la proporción de componentes nacionales en esos sectores, desde 40% en 2020 hasta 70% en 2025, de acuerdo con el artículo El conflicto Estados Unidos-China y las perspectivas del “desacoplamiento estratégico”, elaborado por el experto Osvaldo Rosales y publicado en el Trimestre Económico, editado por el Fondo de Cultura Económica.
Otro ejemplo es el de Corea, país asiático donde el valor agregado interno contenido en sus exportaciones (en porcentaje de las exportaciones) es notablemente más elevado que el de México.
No sólo eso, está más fuertemente integrado en las redes globales de valor por la producción de partes y componentes para el resto del mundo; los eslabonamientos internos, medidos por los empleos indirectos que genera, son más intensos, y la productividad del trabajo y las remuneraciones por ocupado en la actividad exportadora llegan a triplicar las de México, según el artículo Diferencias en la calidad de las exportaciones manufactureras de México y Corea por niveles tecnológicos, escrito por Gerardo Fujii-Gambero.
Después de la recesión económica provocada por el covid-19, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), dirigido por el experto José Luis de la Cruz Gallegos, advirtió que la recuperación industrial no es inercial, pues tiene un componente de cambio estratégico que favorecerá a las naciones y empresas que estén implementando una nueva generación de política industrial.
De hecho, el IDIC fue uno de los principales diseñadores de la nueva estrategia de política industrial.
En entrevista con este semanario, De la Cruz Gallegos reconoce que es una política “rezagada”, pero al mismo tiempo celebra que se haya cambiado “el paradigma” de que “la mejor política industrial es la que no existe”.
“Entra rezagada, pero hubo que vencer el paradigma de que la mejor política industrial es la que no existe. Y ese era un elemento arraigado en los últimos 40 años. De hecho, todavía hace cinco años, a la administración pasada, a quienes impulsábamos la política industrial, nos decían ‘setenteros’. Entonces yo creo que, uno, sí es positivo que se haya vencido ese paradigma, es positivo que venga desde el Estado y es positivo que el sector privado esté de acuerdo en que esa es la política industrial.”
Si bien, el esquema es muy general, el director del IDIC tiene claras las particularidades sobre cómo establecer las primeras acciones a favor de la política industrial, aunque en el Paquete Económico 2023 no vengan considerados recursos explícitos para la estrategia.
“Yo creo que hay dos elementos básicos: uno que ya está en sí en el presupuesto. La inversión física que se está programando para el presupuesto del año que entra es de alrededor de 200 mil millones de pesos en términos reales, cifra superior a la del año pasado.”
Explica a Proceso:
“La política industrial, ¿cómo podría entrar ahí? Primero direccionando los paradigmas que se plantearon: contenido nacional, mayor valor agregado e inclusión de empresas mexicanas: lo Hecho en México. Es decir, si se promueven esos elementos, ya por sí solos, este aumento de recursos podría ser un primer detonante.”
El segundo impulso, abunda, puede venir de los créditos otorgados por la banca de desarrollo, y un tercer elemento descansaría en la revisión del Paquete Económico para el siguiente año que se está haciendo en el Congreso de la Unión, en el que podrían adicionarse recursos para algunos de los sectores estratégicos considerados en el plan.
José Luis de la Cruz es optimista y concluye: “Al final del día, esas inversiones en el nuevo contexto global, de alguna forma quieren llegar a México. ¿Por qué? Por los cambios que se están viviendo en China, el conflicto con Estados Unidos, lo que ocurre entre Rusia y Ucrania”.
Es decir, remata, México de manera natural, es uno de los candidatos a recibir esa inversión. Entonces, a mí me parece que esos flujos van a llegar, pero que, evidentemente, contar con una política industrial puede favorecerlos todavía más y puede direccionarlos hacia los sectores estratégicos que se han determinado y que además están en línea con lo que se estableció sobre la mesa en los diálogos de alto nivel que tienen Estados Unidos y México.