Italia

Temor y frustración entre la izquierda: El futuro, en manos de la extrema derecha

Las fuerzas progresistas italianas –feministas, integrantes del colectivo LGBTI+, inmigrantes, entre otros– están enojadas y confundidas, y ven con pesimismo el futuro de su país por el riesgo de perder los derechos civiles conquistados.
viernes, 7 de octubre de 2022 · 15:40

Las fuerzas progresistas italianas –feministas, integrantes del colectivo LGBTI+, inmigrantes, entre otros– están enojadas y confundidas: tras perder las elecciones del pasado 25 de septiembre ante la ultraderecha, ven con pesimismo el futuro de su país por el riesgo de perder los derechos civiles conquistados, pero también por la política exterior que habrá frente a la guerra de Ucrania, y por la economía que, aseguran, se verá seriamente afectada.

ROMA (Proceso).– El pasado miércoles, Día de Acción Global por un Aborto Legal y Seguro (que surgió en 1990 en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe), decenas de miles de italianas salieron a manifestarse en varias ciudades del país. La iniciativa había sido organizada por el colectivo Ni Una Menos y, en su gran mayoría, las activistas eran jóvenes mujeres.

Sin embargo, este año no se trataba de una recurrencia como la de cualquier otro año. “Estamos furiosas porque en este escenario político, entre guerras, crisis económica, crisis climática y la campaña electoral, nuestros cuerpos siguen siendo un campo de batalla”, explicaron.

Las feministas italianas se referían a la victoria de Giorgia Meloni, la líder del partido de extrema derecha Hermanos de Italia que el pasado 25 de septiembre ganó las elecciones legislativas en el país.

Más allá de las evidentes diferencias ideológicas (el colectivo Ni Una Menos se sitúa también en Italia en el espectro político de la izquierda), la razón de la ira de las activistas remitía a que, durante toda la campaña electoral, el aborto fue uno de los temas más discutidos. Algo que ocurrió tras que Meloni dijera que quiere “aplicar plenamente” la actual legislación para ayudar a las mujeres a “no abortar” cuando así lo deseen. Y esto en un país, como Italia, en el que el número de clínicas públicas para ejercer ese derecho es insuficiente, y en el que casi 70% de los ginecólogos del país es objetor de conciencia y rechaza atender a las mujeres que piden abortar.

Ira y confusión

Desesperación, temor, frustración, confusión, enojo. Todos esto puede describir esta semana el sentimiento de esa parte de la población desgarrada por la victoria ultraderechista en Italia. El futuro del país, los derechos civiles conquistados hasta ahora (y los que aún se reclaman), pero también la política exterior frente a la guerra de Ucrania, y la economía, son las principales preocupaciones que mantienen en vilo a muchos de los que no se sienten representados por los ganadores. Y esta es una constelación que aglutina a grupos diversos: activistas, feministas, integrantes del colectivo LGBTI+, inmigrantes y, de manera evidente, también las bases del progresista Partido Democrático (PD) italiano.

Antonella Giorgetti tiene 65 años y 35 de ellos los pasó metida en política. Empezó cuando aún existía el Partido Comunista Italiano, y luego transitó por sus herederos, el también desaparecido Demócratas de Izquierda y, ahora, el PD. También ha sido secretaria de un importante político y, ya jubilada, quiso volver a trabajar para los demócratas italianos. Cuenta que lo que más le preocupa no es que regrese el fascismo, que le suena a tema viejo, sino el daño que ve posible que los ultraderechistas le hagan a la Italia de hoy.

“Yo temo más por la economía. Ella no sabe nada y cree que sí. Nos arruinará en menos de un año. Nuestra economía se hundirá, ya verán”, dice Giorgetti.

A sus 56 años Rossella Coltorti, una empleada de Roma, también ha militado durante décadas, y su visión no es muy distinta a la de su compañera de partido. “También me pregunto qué pasará con el derecho al aborto, con Ucrania, con los inmigrantes. Estoy preocupadísima. Tengo miedo”, dice esta representante de las bases del PD.

Con 26 años, Alessio Tamburro es de otra generación, pero coincide: “No creo que sea posible que en 2022 el fascismo se reinstaure en Italia. Pero sí me siento muy amargado. Meloni era ministra de la Juventud en 2011, cuando Italia con (el magnate y entonces primer ministro) Silvio Berlusconi estuvo al borde de la quiebra”, afirma este estudiante de ciencias políticas. “Las actuales propuestas de la coalición de derecha son incoherentes, ni se sabe de dónde piensan sacar el dinero”, dice Tamburro.

Migrantes africanos. Explotación extrema. Foto: Antonio Sempere / Europa Press

El peruano Johnny Valdivia, de 50 años, la mitad de los ellos transcurridos en Italia, también ha razonado sobre el asunto. “Para los inmigrantes no cambiará mucho (con Meloni). Los africanos seguirán cobrando dos euros la hora para hacer trabajos que los italianos no quieren hacer”, dice este inmigrante naturalizado italiano y que finalmente votó por los 5 Estrellas.

Pero “si llegaran a atacar ciertos derechos, saldré a la calle a protestar. No les dejaré hacer lo que quieren”, advierte, al dirigir, sin embargo, críticas muy puntuales contra el PD por no haber pactado con los 5 Estrellas una alianza para presentarse juntos a los comicios.

Los derrotados

Esa ha sido la otra secuela inmediata de los comicios: el PD acabó en la mira de un sinfín de críticas por haber perdido las elecciones. Un terremoto que ya el pasado lunes, el día después de la votación, tuvo como consecuencia que el líder de la formación, Enrico Letta, anunciara la rápida convocatoria a un congreso para debatir sobre el futuro de los demócratas. Acto seguido, Letta comunicó su decisión de no repetir en el cargo.

El PD es desde ese día un partido nervioso en el que vale el todos contra todos; los representantes de cada corriente emprendieron una carrera para imputar responsabilidades. Las informaciones sobre los varios candidatos que se han postulado para sustituir a Letta incluso dispararon más el malestar. Las bases lo han visto como la prueba de que sus líderes están más interesados en sus cuotas de poder, que en el bien común y en resolver los problemas de la ciudadanía. Una situación que desde hace tiempo repercute sobre la identidad misma de la formación.

Tamburro habla con desencanto. “La realidad es que he entendido que, después de años de militancia, aún no sé qué es ser de izquierda, y no creo que la culpa sea mía”, afirma. “Nuestro partido ya no sabe cómo hablar con la gente. Meloni da miedo porque ha logrado centrarse en los problemas de la gente, tiene un discurso más eficaz que el nuestro”, añade Giorgetti.- “Hemos perdido fuerza y credibilidad”, coincide Coltorti, al añadir que eso le hace temer que la oposición política a la ultraderecha sea débil.

Algunas preocupaciones tienen antecedentes. Ejemplo fue durante la semana la abstención de Hermanos de Italia de una moción debatida en la administración de Liguria, región del noroeste del país, a favor de garantizar el pleno derecho de las mujeres a pedir la interrupción del embarazo. En otras regiones, ya administradas por Hermanos de Italia, como los Abruzos y Las Marcas, los obstáculos para abortar ya son realidad. Lo denuncian las asociaciones de promoción social y las propias mujeres.

Marcha proaborto. Feministas en lucha. Foto: AP / Luca Bruno

A mediados de octubre el nuevo Parlamento italiano tiene previsto reunirse de nuevo. Después de eso, el presidente de la República, Sergio Mattarella, empezará sus reuniones con los partidos y, salvo imprevistos, debería dar a Meloni el encargo de formar el nuevo gobierno italiano.

Será entonces cuando Meloni y sus socios –Forza Italia, de Silvio Berlusconi, y la Liga, de Matteo Salvini– también deberían presentar una lista de ministros para su nuevo equipo. Mattarella la evaluará y decidirá si los candidatos no tienen ideas y perfiles que vayan en contra de la Constitución o de la Unión Europea. De tenerlos, serán rechazados.

El guion podría sufrir cambios, pero aun así el triunfo cosechado por Meloni la hace partir con ventaja. Su victoria, de hecho, supone un enorme resultado para Hermanos de Italia, un partido que hace cuatro años cosechó apenas 4% de los votos y que, por tanto, ha multiplicado su poder electoral por seis.

Con este punto de partida, Italia, nación fundadora de la Unión Europea (UE), emprende ahora un camino lleno de?incógnitas.

Desde la Segunda Guerra Mundial no había pasado que un partido de la extrema derecha liderara una coalición ganadora de unos comicios. Todo ello en un momento en el que hay una guerra a las puertas de Europa, la de Ucrania, y el país es el mayor receptor de los fondos del plan de recuperación pospandémico de la UE, equivalente a unos 200 mil millones de euros entre préstamos y ayudas, que Italia recibirá si cumple con una serie de reformas pactadas con Bruselas.

De ahí que Mario Draghi, el primer ministro saliente de Italia, prometiera esta semana una transición “ordenada” hacia el gobierno que tomará el poder.

Draghi se pronunció de esta manera después de que durante horas circularan en la prensa italiana todo tipo de reconstrucciones sobre cómo el país está llevando a cabo el traspaso del poder político. Con ello, el exjefe del Banco Central Europeo también aseguró que el cambio se mantiene dentro de “las correctas relaciones institucionales”.

Dirigiéndose directamente al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, también Meloni intentó apagar la preocupación de los socios tradicionales de Italia. Lo hizo al asegurar que Ucrania no perderá el sostén de Italia. El gobierno de Kiev “puede contar con nuestro leal apoyo por la causa de la libertad del pueblo ucraniano”, sostuvo la política romana. “Manténganse fuertes y mantengan firme su fe”, continuó la ultraderechista, según el texto difundido en Twitter. “Es el tiempo de la responsabilidad. El tiempo en que, si se quiere formar parte de la historia, debe comprenderse la responsabilidad que tenemos ante decenas de millones de personas. Si somos llamados a gobernar esta nación, lo haremos para todos los italianos”, había dicho ya la noche electoral.

Reportaje publicado en el número 2396 de la edición impresa de Proceso, en circulación desde el 2 de octubre de 2022. 

 

Comentarios