Coronavirus

El año de las enfermedades proscritas

Durante más de un año, la vida de quienes padecen enfermedades crónico-degenerativas se ha trastocado. La mayoría han sido relegados por la emergencia sanitaria derivada del covid y tanto en hospitales públicos como privados no los atienden "a menos que llegues muriéndote".
sábado, 8 de mayo de 2021 · 15:09

Durante más de un año la vida de quienes padecen enfermedades crónico-degenerativas se ha trastocado. La mayoría han sido relegados por la emergencia sanitaria derivada del covid. Según los testimonios recogidos por Proceso, hoy es difícil que los enfermos de cáncer, quienes necesitan alguna intervención quirúrgica o un seguimiento periódico, sean considerados; hoy, en hospitales públicos y privados reconvertidos no los atienden “a menos que llegues muriéndote”, dice uno de los entrevistados.

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Desde que empezó el confinamiento a causa de la pandemia por covid-19 en México, hace más de un año, “está prohibido enfermarse de otra cosa que no sea eso; de lo contrario no lo atienden a uno”, asegura Arturo, quien cuenta la historia de su esposa.

Su tratamiento de quimioterapias contra el cáncer en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, narra, fue interrumpido varios meses, lo cual le provocó un preocupante retroceso en su recuperación, dice afligido.

Varios pacientes con padecimientos diversos coinciden con Arturo –un nombre ficticio, para evitar represalias contra su esposa–. Dicen a la reportera que durante ese lapso les han pospuesto cirugías programadas; otros sobreviven con medicamentos adquiridos a sobreprecio, que ellos deben comprar por su cuenta, y dietas caras que los hacen olvidar por momentos su dolor; unos más observan cómo su salud y su ánimo se desvanecen ante la negativa de ser atendidos en hospitales públicos y privados reconvertidos para atención exclusiva de covid-19; ahí no los atienden, dicen, “a menos que llegues muriéndote”.

La esposa de Arturo lleva años luchando contra el cáncer. Con un primer tratamiento en el Instituto de Nutrición lograron eliminarlo. Sin embargo, el mal reapareció, por lo que requirió más quimioterapia.

El año 2019 fue un alivio, pues sólo acudía al hospital a sus revisiones mensuales. Pero pronto le detectaron un tumor que la llevó a someterse a tratamientos con radiación. “Iba muy bien, era casi imperceptible”, dice el entrevistado.

En marzo de 2020, los médicos le detectaron a la paciente otro tumor. La noticia llegó casi al mismo tiempo en que el Instituto de Nutrición comenzó a recibir pacientes con covid-19, lo que en pocos días lo convirtió en lugar exclusivo para casos de ese tipo.

“Ahí fue cuando mi esposa empezó a perder la buena atención que tenía. Le suspendieron las radiaciones y le dijeron que se esperara porque debían dar preferencia a todos los del covid hasta en la zona de Urgencias. Le dijeron que ya no fuera y que, sólo si se ponía mal, fuera a Urgencias”, cuenta Arturo.

Abril, mayo, junio… Los meses pasaban. Cuando el número de contagios por el virus bajó, la recibieron de nuevo en el Instituto. Se reanudaron las quimioterapias “con todos los cuidados del mundo para que no se fuera a contagiar de covid”, pero el tumor ya había crecido.

La sometieron a quimioterapias “tremendas, con secuelas muy fuertes… A la fecha no está bien, pero afortunadamente no tiene dolor, sólo está muy débil, con un cansancio tremendo”, dice Arturo. Él está consciente de que “los médicos no tienen la culpa de que les ordenen atender sólo casos covid y no saben hasta cuándo se va a normalizar” la atención a los demás enfermos.

Tampoco está en contra de que las instituciones atiendan a las personas con el virus. Sin embargo, alega el derecho que tienen a ser atendidos los pacientes de cáncer, lupus, diabetes y otras enfermedades graves y crónicas.

Asegura que la interrupción del tratamiento a su esposa “le detuvo el avance que iba logrando. Ella no iba por una gripa. Su caso es delicado. Claro que sí le perjudicó; la hemos pasado mal”. Y, por si fuera poco, subraya, durante la pandemia los medicamentos “¡subieron de precio más de 100%. ¡Son carísimos!”.

Acostumbrarse al dolor

El 5 de septiembre de 2014 inició el tormento de Airam Soto. Iba en motocicleta con su novio cuando un conductor en estado de ebriedad los atropelló. El diagnóstico: fractura de pelvis, lesiones en la columna vertebral, ambos brazos zafados, fractura de muñeca izquierda y del hueso calcáneo, además de rompimiento del tendón de Aquiles del pie izquierdo y lesiones graves en la cara y el cráneo. Varios médicos le dijeron que no volvería a caminar.

Con el respaldo de su pareja, su hijo y su madre, comenzó con las múltiples cirugías, reconstrucciones y rehabilitaciones. De la cama pasó a la silla de ruedas, a las muletas, al bastón y ahora anda sin ayuda, aunque se ha caído porque su pie se “traba”. Por un tiempo regresó a su trabajo como policía de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, pero tuvo que pasar a incapacidad porque su cuerpo no aguantaba el peso del equipo de protección, además de que perdió habilidades físicas.

Meses antes de la pandemia por covid-19, Airam comenzó a hacer trámites en el centro de salud cercano a su casa, en la alcaldía Tlalpan, para que la aceptaran en el Hospital General Ajusco Medio, de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México (Sedesa), “pero no me quisieron referir porque me dijeron que mis lesiones ya eran viejas”.

A mediados de 2019 recurrió al Instituto Nacional de Rehabilitación, donde los médicos se sorprendieron de que caminara por su propio pie. Tenía citas para comenzar estudios, pero se las detuvieron porque descubrieron que estaba embarazada. Fue una sorpresa porque antes ya había tenido dos intentos infructuosos. Después del nacimiento de su hija, en abril de 2020, regresó a la institución, donde le agendaron citas para agosto.

Y cuando fue, tuvo malas noticias: “Me dijeron que no me podían dar cita hasta que estuviéramos en semáforo (epidemiológico) verde, que porque lo mío no era urgente”. En octubre supo que comenzaron a abrir citas, pero vino otro tropiezo, pues todos en su familia se contagiaron de covid-19, aunque sólo ella y su esposo presentaron síntomas graves.

Dos meses después intentó de nuevo agendar, “pero con el rebrote de casos me dijeron que sólo atendían pacientes urgentes y que, de plano, me tenía que esperar seis meses para hacer una nueva cita”.

Casi al mismo tiempo fue al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, porque ya comenzaba a perder la memoria por las lesiones en su cabeza. Ahí la atención fue más rápida y le hicieron estudios, pero “dos días después el semáforo cambió a rojo y ya no recibieron a nadie”. Airam no se ha cansado de llamar por teléfono para saber cuándo la pueden atender, pero sólo recibe negativas; a veces hasta malos tratos del personal.

“La interrupción en la atención por la pandemia sí me ha afectado mucho. Es muy feo, desesperante; aunque ya me acostumbré un poco al dolor, porque ni los medicamentos me lo quitan. Primero me dolía mi pierna y hasta la mitad de la cadera, ahora el dolor ya me llega a los hombros. Ya cojeo más y camino menos, la mano se me inflama y tuve que regresar a usar un soporte que había dejado. Además, he comenzado a tener lagunas mentales y a veces ya no reconozco a mi familia. No quiero empezar a olvidarlos.”

Pero no sólo Airam ha padecido esa tardanza en la atención porque los hospitales públicos son covid o híbridos. También su bebé ha tenido que esperar turno para que la atiendan en el Hospital Pediátrico de Coyoacán por una posible displasia en la cadera. “La llevé y me dijeron que aún no hay citas, que a lo mejor en mayo. Ya no falta mucho, a ver si me la aceptan”.

Esta mujer de 39 años ha pasado por tanto dolor que hasta es optimista y paciente al pedir a los directivos de los hospitales “que revisen y clasifiquen los casos. Quizá no es una urgencia, pero se va agravando. Nos ven por fuera, pero no saben lo que tenemos, deberían hacer estudios completos para descartar o atender prioridades”.

Citas, por correo

Hace nueve meses, José Cruz, de 65 años, comenzó a sentirse mal de la próstata. Como jubilado del IMSS acudió a consulta, le dijeron que era una infección y le dieron medicamento para tratarla. Pero al poco tiempo el dolor aumentó. Regresó y el médico le comentó que podría ser cáncer y que debían hacerle un estudio avanzado, pero sigue en espera de la cita.

Como no se trata de cualquier enfermedad, sus hijos intentaron que lo aceptaran en el Instituto Nacional de Cancerología, pero ahí se toparon con la copia de una hoja del Departamento de Control y Referencia de Pacientes que indica: “Durante este periodo de contingencia, solicite su cita vía correo electrónico, adjuntando (escaneo) la información correspondiente a la siguiente dirección: citasprimeravezcancerologia@incan.edu.mx”.

Le sigue otra nota aclaratoria: “Se dará respuesta con base al envío completo de requisitos en un tiempo promedio de 20 días hábiles. No sature el correo enviando más de una solicitud. La demanda de atención es alta, por lo que solicitamos su comprensión”.

Sector privado, también espera

Catalina Corona tiene 30 años, pero el último lo ha sobrellevado con una dieta muy estricta y cara que la ha salvado de tener ataques de dolor en la vesícula. Su médico le dijo que se la deben quitar, pero la pandemia por covid-19 no lo ha permitido.

“Me enfermé a inicios de 2020. A mediados de febrero busqué la forma de que me hicieran la operación en un hospital privado, por el seguro que tengo en mi trabajo. Estaba por programar la fecha cuando cerraron todo. El doctor me dijo: ‘Va a estar muy complicado operarte, el virus se viene fuerte y tenemos que interrumpir el caso’. Y así fue”, narra.

Los meses pasaron sin ver un panorama claro para su operación. Hasta ahora lo ha podido sobrellevar con una dieta estrictamente controlada que la hizo perder peso, a cambio de evitar el dolor. Sólo ha tenido un episodio de dolor insoportable que la obligó a tomar un medicamento muy fuerte. También debió recibir clases de yoga que la ayudaran a evitar el estrés, pues eso también le provoca molestias.

A principios de 2021, Catalina se contagió de covid-19, presuntamente en su trabajo, pues varios compañeros resultaron positivos, pero sólo tuvo síntomas leves. Al recuperarse y, más tarde, al ver que la segunda ola de contagios bajaba, preguntó de nuevo a su médico si ya podían programar su cirugía, pero la respuesta fue la misma.

“Me dijo que aún no lo veía muy recomendable, que hay que esperar un poco más. Yo ya tengo el dinero para pagar mi operación en un hospital privado. El problema es que, aunque las operaciones de la vesícula son muy comunes y rápidas, el doctor me dice que todavía no, pues no se quiere arriesgar. Debo seguir esperando”, comenta.

Desconversión

Desde principios de febrero de 2021, en los hospitales públicos y privados, tanto de la red de la Sedesa como del IMSS, ISSSTE e institutos nacionales, comenzó a presentarse una baja en el número de hospitalizaciones por covid-19.

A pregunta de Proceso sobre el porcentaje de hospitales públicos y privados que ya tienen servicio normal para agendar citas y programar cirugías y análisis, la secretaria de Salud, Oliva López, informó que “estamos, justamente, trabajando la desconversión con el conjunto de unidades hospitalarias. Todos”.

La funcionaria comentó que, en los hospitales generales, sobre todo los híbridos, de la red de la Sedesa, se han recuperado 50% de las camas para atención de otras enfermedades, cirugías programadas y consulta externa de especialidades. “Esto es importante señalar porque, si bien se pospusieron algunas cirugías, algunas atenciones, básicamente fue en los hospitales generales híbridos”, dijo.

En tanto, el pasado 21 de abril, el IMSS difundió un comunicado en el que anunció la reapertura, a escala nacional, de su atención en cirugía general, oncología, ginecología, oftalmología, entre otros servicios, como parte de la recuperación de sus servicios médicos “disminuidos” a causa de la pandemia de covid-19. Y previó “continuar con la atención de padecimientos no covid y avanzar con la recuperación de servicios médicos entre el viernes 14 y el domingo 16 a nivel nacional, y continuarlo del 11 al 13 de junio”.

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