Marco Antonio Cruz
China y sus contrastes, capturados por la lente de Marco A. Cruz
"Conviví con Marco Antonio Cruz casi 40 días en el viaje que hicimos a Beijing a principios de 2008, antes de los Juegos Olímpicos. Caminamos juntos toda Beijing, él cargando en dos mochilas el equipo fotográfico"CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Conviví con Marco Antonio Cruz casi 40 días en el viaje que hicimos a Beijing a principios de 2008, antes de los Juegos Olímpicos. Nos recibió una tormenta de arena que durante tres días lo tuvo angustiado, porque el polvo no dejaba ver nada. Trabajamos jornadas de 18 horas diarias. Caminamos juntos toda Beijing, él cargando en dos mochilas el equipo fotográfico: angulares de todos tamaños y distintos modelos de cámaras con los que capturó a la China milenaria y la moderna, la de los contrastes entre ricos y pobres. Al cabo del viaje, Marco había adelgazado unos 10 kilos.
El maestro jamás puso un pero, nunca se dijo cansado, aguantó el paso que nos marcamos y en las noches todavía le sobraban fuerzas y disciplina para vaciar sus tarjetas en la computadora, seleccionar fotos y “limpiarlas”. Me senté todas las noches un ratito a su lado para verlo trabajar, a contemplar las maravillosas imágenes que yo había visto con él en las calles, las que bajo su ojo eran mucho mejores.
Fue un viaje mágico con muchos aprendizajes. Muchas de las imágenes de su Bestiario son de los animales que encontró a nuestro paso por Beijing. Me arrancó sonrisas cada vez que lo escuché pedirle a los chinos un fapiao (recibo), o cuando le daban ganas de montarse en una de las bicicletas que inundaban las calles como si fueran cascadas interminables. Me quedo con sus ojos llenos de gozo ante los ancianos que pintaban sobre las banquetas, con pinceles gigantes mojados en agua, letras y palabras del alfabeto chino que el sol malvado secaba casi de inmediato.