Marco Antonio Cruz
La pesadilla kafkiana en la mirada de Marco Antonio Cruz
Basándose en el dibujo, el video en stop motion, el arte-objeto y el uso de materiales como el fieltro de lana, así como el acompañamiento musical de Erik Satie, el fotógrafo Marco Antonio Cruz (1957-2021) se dio a la tarea de reinterpretar la obra cumbre de Franz Kafka: La metamorfosis.Basándose en el dibujo, el video en stop motion, el arte-objeto y el uso de materiales como el fieltro de lana, así como el acompañamiento musical de Erik Satie, Marco Antonio Cruz se dio a la tarea de reinterpretar la obra cumbre del escritor checo Franz Kafka: La metamorfosis. Reconstruyó así la habitación y el relato de Gregorio Samsa, personaje principal de la obra que un día despierta convertido en insecto...
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Marco Antonio Cruz se amparó en la ficción suprema de Franz Kafka y sus escarabajos.
Mediante un abordaje multidisciplinario al texto de La metamorfosis (1915), Cruz elaboró una serie de piezas relacionadas con el universo del escritor checo, a las que añade una profunda reflexión sobre la mirada. En su conjunto, el experimento nombrado “Ensayo del Dr. Kafka y La metamorfosis”, es un ejercicio de desdoblamientos y reinterpretaciones que van del dibujo al video, pasando por el arte-objeto y el uso de materiales como el fieltro de lana.
A partir de 2012, tras una revisión inicial de su archivo y edición de sus ensayos fotográficos, decidió ahondar en sus habilidades plásticas, aprendidas en la Escuela Popular de Arte en Puebla, cuando se comenzó a gestar la mirada del artista, inquietud que también lo llevó a trabajar con la caricatura en periódicos de oposición durante los ochenta, oficio que no retomó sino hasta 2020. Fue en 2015 cuando realizó la pieza a propósito del centenario de la aparición del clásico.
A lo largo de 15 escenas en stop motion –una técnica en video que acelera las fotografías para dar la sensación de movimiento– Cruz reconstruye la habitación y el relato de Gregorio Samsa, el personaje principal del cuento de Kafka que repentinamente se convierte en insecto.
Dentro de la habitación de Samsa, Cruz produce toda una atmósfera melancólica, con gusanos y escarabajos como reparto, acompañada de Gymnopédie No. 1, una de las tres composiciones para piano compuestas por Erik Satie en 1888. En la primera escena del video –de casi ocho minutos– se observa un amasijo de gusanos de maguey revolviendo el centro de una cama. Enseguida un ojo de acrílico se asoma por la cuenca de un retrato de Kafka, de donde posteriormente emerge un escarabajo que camina por encima de su rostro.
Se trata de una reflexión sobre la mirada, allí cuando el ojo se transforma en escarabajo. Para su ejecución, Cruz diseñó una maqueta de la habitación de Samsa. Buscó en papelerías y tiendas de antigüedades accesorios en miniatura para darle vida a la pesadilla del personaje, quien tras no alimentarse durante varios días muere y es arrojado a la basura.
En la construcción de la maqueta cuidó que cada detalle evocara algo preciso sobre la narración kafkiana. La “habitación de verdad” tenía cuatro paredes “archiconocidas”. Construyó pequeños muebles, diseñó la loseta, el tapete, las cortinas y las sábanas. Colocó el retrato de una mujer envuelta en pieles, un ropero con dos milagritos colgados: el corazón y la mano, una bandeja con una tetera, una taza en miniatura, un marco dorado, incluso, en un pequeño estante, una reproducción del diario El Universal con un retrato de la fotógrafa Tina Modotti.
En otra escena se observa a un ejército de escarabajos sobre un mapa de Praga. Dicho tránsito es observado a través de una lente que deforma los caparazones, elaborando así una reflexión sobre la óptica, pues se trata de un ojo que deforma, que da cuenta de la metamorfosis de lo óptico, de la misma forma que en la escena anterior, cuando el retrato de Kafka pierde el ojo.
En otra toma, los escarabajos se multiplican, suben y bajan sobre tres conos con algunos garabatos del autor fallecido en 1924 y que se definía a sí mismo como una persona visual, “un hombre ojo”, según cuenta Gustav Janouch en su libro Conversaciones con Kafka, publicado en 1971. A pesar de que Kafka nunca exploró la técnica fotográfica, sí reflexionó alrededor de fotografías a las que insuflaba una narrativa o comentario, orientado a desmontar los engaños detrás de un encuadre.
Mientras permanece inmóvil, un escarabajo sueña con viajar a la Luna, asunto que Marco resuelve de manera muy artesanal elaborando un proyector para el teléfono celular, reproduciendo un fragmento de la película Viaje a la luna (1902), del cineasta George Méliès.
Hacia el final del video elabora algo basado en el género pictórico que reflexiona sobre lo material y la muerte, donde aparece un reloj de arena desbordado y un par de cráneos que el reportero Arturo Rodríguez le prestó en esa ocasión. Con esta referencia, Cruz explora su mirada poética que nos conduce hacia una disolución del sentido. La muerte enturbia el agua y finalmente burbujea como si los escarabajos se hubieran ahogado en su propia pesadilla.
El peso de esta atmósfera contribuye a articular un relato que se fue formando en esa década. El 10 de enero de 2014 terminó los trazos de un retrato de Kafka con un escarabajo en el ojo derecho. Para poder trazar la figura de un escarabajo, Cruz recolectó distintas colonias de insectos para su cometido: primero fueron los gusanos, después los mayates y luego un escarabajo rinoceronte. Sus movimientos lo mantenían absorto detrás del recipiente donde los contenía. Lápiz en mano estudiaba su anatomía y comportamiento, mientras trazaba las patas, las antenas, las tenazas, los caparazones.
En su casa los amaestraba, les hacía un corral o los conducía hacia el alimento, incluso los alentó a vivir dentro de una manzana. “Son mis actores”, decía como el orgulloso dueño de un circo de insectos. Esa afición de entomólogo derivó en la creación de antenas y mandíbulas más precisas.
Durante la edición del video en su oficina, maniobraba el teclado como si imitara una pieza de Satie. En sus cuadernos trazaba un mundo kafkiano que no veía muy distanciado de la realidad. Incluso planeó un viaje a Praga, donde pretendía encontrar esos lugares donde Kafka posó su ojo.
En abril de 2016 realizó una estancia en el Centro de las Artes de San Agustín, donde perfeccionó su técnica con algunos materiales para su experimento. “Pensábamos que Cruz iba a pedir trabajar en el laboratorio de fotografía; nos sorprendió cuando dijo que quería ir al taller de afelpado, con la idea de mezclar lo fotográfico”, cuenta Jesús Martínez, quien compartió con el fotógrafo algunos consejos para trabajar con el fieltro de lana.
“Durante su estancia descubrió otros materiales gráficos que le ayudaron a realizar un tapiz basado en una acuarela de un esqueleto transformándose en un escarabajo. Estaba obsesionado por el concepto de transformación, quería trasladar las cosas a un nuevo lenguaje, experimentando con los volúmenes, los insectos y las personas”, cuenta Martínez, quien coordina el taller.
Como resultado del trabajo con agujas produjo un tapiz de 1.25 x 95 centímetros, hecho con fieltro de lana teñido. En él se observa la trasmutación de un esqueleto humano en escarabajo.
“Kafka fue una sorpresa, estaba muy entusiasmado con su regreso creativo. No se repetía, le gustaba arriesgar sus propuestas. Kafka es un síntoma del regreso a las artes plásticas. Ese es el Marco que nos perdimos con su muerte. Él tenía todo ese potencial”, asegura el investigador Alberto del Castillo.
En su monografía, aun por escribir, la obra de Kafka aparece no como una necesidad, sino como un espejo: el arte es la respuesta real, el resultado de haber imaginado un mundo ficticio que siempre existió en la imaginación de Cruz.