La matanza de Tlatelolco
Judith Reyes, trovera incomprendida por la izquierda
"Alas para un canto libre" es un álbum producido por Urdimbre Audiovisual y el Fonca que salda al fin el tributo a Judith Reyes, La Tamaulipeca, quien dedicara al movimiento estudiantil de 1968 su canción más emblemática."Alas para un canto libre" es un álbum producido por Urdimbre Audiovisual y el Fonca que salda al fin el tributo a La Tamaulipeca, quien dedicara al movimiento estudiantil de 1968 su canción más emblemática. Quince mujeres se reunieron en este CD antológico. Tres de ellas: Iraida Noriega, Nina Galindo y Valentina Barrios, al lado del cantor León Chávez Teixeiro y al productor Josué Vergara se adelantan aquí al homenaje que el 2 de octubre se rendirá a Judith Reyes en el Centro Cultural Los Pinos.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Quince cantoras conforman igual número de guerreras femeninas en el gran ejército que simboliza Judith Reyes, La tamaulipeca, compositora del corrido “Tlatelolco”, o “Tragedia de la Plaza de las Tres Culturas”, a quien por fin se le rinde homenaje con el CD antológico Alas para un canto libre.
Desde Bath, Inglaterra, donde radica, el cantor León Chávez Teixeiro envió un audio celebrando el álbum, si bien señaló que tras la masacre del 68 su amiga Judith fue menospreciada más y más, hasta su muerte en 1988:
“Judith Reyes, mujer entrañable, amorosa, solidaria, leal, coherente y crítica, revolucionaria, anticapitalista. Rechazó las famas y los dineros del espectáculo y jamás se vendió ni se acomodó en el oportunismo político, como muchos lo hicieron después del movimiento del 68.
“Para mí era una leyenda antes de que la conociera, y cuando la conocí para mí fue muy importante –suspira–. ¿Por qué? Porque era una cantante que realmente participaba en los procesos de lucha, de manera directa. Y en las luchas, según yo, campesinas guerrilleras principalmente, como sus canciones lo muestran. Para mí ella fue un impulso, un ejemplo, un referente: la mamá de las y de los roleros verdaderamente luchadores contra el capitalismo.
“Tons’ la conocí cuando estaba Judith en el mero apogeo y después, cuando para mí la izquierda se cae y se empieza a acomodar en el echeverriísmo, y luego, incluso a finales de los setenta, me doy cuenta de que una buena parte de los famosos cantores de izquierda no la respetan. No la recuerdan y está ahí, presente; pero hay incluso cierto desprecio a su estilo y a sus propias canciones, no se dan cuenta de que Judith, quien aún estaba viva, ya era histórica, sus canciones eran ya historia, como seguirán siendo, siempre.”
El CD sólo ha sido presentado de manera virtual en la Fonoteca Nacional dirigida por Pável Granados.
Pétalos de una gran flor
Alas… abre con vocalizaciones de Leticia Servín en “Canción para los presos políticos de México”, pieza que muestra la claridad prosódica de Judith (con quien la tecladista de jazz Olivia Revueltas destaca como una de las guerreras de la música que lucharon por el movimiento estudiantil del 68).
Continúa Cecilia Toussaint el vals romántico “Otra vez” (en las líneas del CD, Liliana García Sánchez escribe: “Se partió del registro de casi un centenar de composiciones… Se incluyeron cuatro canciones de la etapa en que fue conocida como La tamaulipeca, una de ellas ‘Otra vez’, de la autoría de Tata Nacho, que se incluyó por la importante amistad que los uniera”). Da paso a la explosiva Iraida Noriega, jazzista de buena cepa, quien dijo a Proceso:
“Si hacemos la revolución es porque queremos estar mejor y que haya alegría, ésta no se nos puede olvidar. Así nos dimos a la tarea de buscar otras músicas de la Judith y allí apareció ‘La Lucas’, que de entrada me parece una canción de humor fantástico, y que sigue una temática muy femenina llena de picardía y de juego. Evidentemente La Lucas es una mujer llevada, vaciladora.
“Al pensar en la línea de instrumentos acústicos del disco pensé en traer el espíritu del folclor a la mesa, precisamente teniendo a una banda de alientos con alma oaxaqueña o con el espíritu de las bandas norteñas. De ahí salió mi arreglo, fueron súper generosos Juan Pablo y Josué Vergara, los productores y directores musicales del álbum porque yo les presenté el arreglo y, órale, tuvieron una linda receptividad a la idea.”
Sabina Barrios Tabbush logra una interpretación impecable del son musicalizado por Juan Pablo Villa a los versos de Judith “Canción de l@s desaparecid@s”, con coro de Julia Castillo Barrios. Chela Cervantes se arranca al cuatro venezolano “Sólo que la mar se seque” (letra y música de Eduardo Alarcón y La tamaulipeca). Sabrosura jarocha de Julia González Larson con su jarana y la triada huasteca Xochicanela en “Las razones de Lucio Cabañas”, acompañada de Zeiba Kuicani y Cynthia Elizabeth Molina Gutiérrez. Adelante, Norma López Chirino impresiona con los aires colombianos del “Corrido a Camilo Torres”, dando pie a las cuartetas “Iztacalco” destiladas por la voz azul de Nina Galindo, quien dijo a Proceso:
“Me costó mucho trabajo escoger una canción de Judith pero me decidí por ‘Iztacalco’ porque es urbana, muy padre, de la Ciudad de México, pues en Iztacalco e Iztapalapa tengo gente joven muy querida, conozco desde cómo sus abuelos llegaron a habitar allá cuando todo prácticamente era sembradíos.
“El arreglo de ‘Iztacalco’ de Jorge García Montemayor es algo que nunca había experimentado personalmente, pero lo disfruté y me divertí mucho, claro, junto a mi carnal queridísimo Josué Vergara más el maestro Juan Pablo Villa. Es una canción tristemente alegre y yo estoy muy agradecida también con Liliana García, quien ideó primero este CD, por su invitación.”
“La parranda larga” (dada a conocer por Jorge Negrete en la cinta El rapto, de 1953) la vuelve tango Fernanda Parranda, desde Argentina. Resuena enseguida “Tragedia de la Plaza de las Tres Culturas” con la bravía María Inés Ochoa, La rumorosa, heredera del sentimiento valiente de la inolvidable Amparo Ochoa, El jilguero sinaloense (“Qué cruenta fue la matanza/ hasta de bellas creaturas,/ cómo te escurre la sangre/ Plaza de las Tres Culturas…”).
Justamente a Judith Reyes se dedica el texto “Cómo te escurre la sangre, Plaza de las Tres Culturas”, capítulo inicial del libro Ellas. Las mujeres del 68 (Ediciones Proceso, 2019), escrito por la periodista y artista plástica Susana Cato, con prólogo de Elena Poniatowska. En él leemos:
Generacionalmente, con el músico José de Molina, Reyes contó lo incontable (cantó lo incantable) y heredó el tema de la canción de protesta. La música prohibida en el 68 incluía a León Chávez Teixeiro, Óscar Chávez. Y siguió una generación nacida del 68, con Ismael Colmenares [Maylo] y Enrique Ballesté en el CLETA de Filosofía y Letras, quien dijo: “No encontraba patria hasta que llegó el 68”.
El sábado 2 de octubre, Liliana García Sánchez presentará su volumen Judith Reyes. Una mujer de canto Revolucionario (1924-1988), a las 17:10 horas, y el domingo 3 Susana Cato Ellas. Las mujeres del 68 con la pianista Olivia Revueltas y Ana Ignacia Rodríguez La Nacha, a partir de las 14:50, ambos eventos en la cancha de tenis del Complejo Cultural Los Pinos, como parte de las conmemoraciones del 2 de octubre de 1968 (ver recuadro).
A periodistas y cartonistas
Elia Crotte goza con su crítica política al “charrismo” priista en “Los monicacos”, a coro con Julia Castillo Barrios en Alas. Tributo a Judith Reyes.
El trío de Mayra Cebreros (Los Nakos), la chilena-mexicana Margarita Cruz y Zeiba Kuicani alternan cuartetas en “Rebeldía rural”, y Argelia Ek Ballesté Viveros (hija de Enrique Ballesté Gálvez, autor de “Jugar a la vida”, quien tenía 22 años cuando el 68) lanza su parodia rebelde “Gorilita Gorilón”. Sigue Amelia Escalante “Con los chicanos”, armada de sororidad tex-mex. Finalmente, en dos minutos Judith brinda su postura política en grabación del cantautor uruguayo Daniel Viglietti de 1974. Para el cuadernillo del CD, Maylo Colmenares, fundador de Los Nakos, recuerda:
En 1973, Mario Cantú, dirigente chicano de San Antonio, invitó a cantar a Judith Reyes, Juan Alejandro, Anthar y Margarita Cruz, Magaly (Yelly) Ararcón y Los Nakos por la conmemoración del 5 de mayo en EU; a ella le dieron un pasaporte poniendo sus datos con pluma y una visa restringida a pocos días. Siete años después, en la Casa del Lago, la escuché dedicar su canción de Los chicanos a Mario y “a ellos que no olvidan a Zapata, Rubén Jaramillo y luchan contra el imperialismo yanqui”.
No podía faltar un tema especial de Valentina Barrios con Los Indómitos, porque pinta de colores rocker la acústica fonográfica de Alas… a ritmos terciarios: “Los restos de don Porfirio”. Valentina dijo a Proceso:
“Grabar el tema fue un proceso estimulante y reparador… La estructura es reflejo de nuestro ensamble, suena indómita, y es que, además de receptivos y generosos, mis compañeros Gonzalo Luna, Diego Caná y Carlos Santana son músicos muy creativos. Canción genial, con letra escrita en 1964, resume la historia política mexicana del siglo XX…
“Esta versión es para rendir un amoroso homenaje a la autora, a los movimientos populares libertarios y a la labor de periodistas y dibujantes de cartón político que, con sus incómodas opiniones y trazos, como esta pieza de Judith Reyes, antes y ahora obligan a la reflexión de los individuos que conformamos la sociedad mexicana.”
–Si fue menospreciada por la izquierda, ¿acaso hoy se conoce a Judith?
–Aunque su obra y su nombre son reconocidos en pequeños grupos y poca gente –responde Valentina–, la figura de Judith Reyes es parte fundamental en la historia de la canción mexicana porque, entre otras cosas, motivó a muchos jóvenes a hacer canción y arte de utilidad para la gente, sin perder de vista que el escenario es un espacio ideal para acompañar a la sociedad en sus procesos de organización. Las canciones que escribió son documentos históricos y también material de aprendizaje y recreación, que motivan a saber de dónde venimos y a mirar a dónde vamos, cosa que siempre le vienen bien al arte, a la cultura y a la política.
Josué Vergara cuenta que en octubre de 2019 se encontró en Chihuahua con Liliana García Sánchez, licenciada en Antropología Social (Universidad Autónoma de Querétaro) y “biógrafa oficial de Judith Reyes”. Allá ella le propuso hacer el tributo, “un poco pensando en mi experiencia del disco a León Chávez Teixeiro con La chava de la Martín Carrera”. Josué ideó que fuese un homenaje cantado por puras mujeres, y él añade en audio para Proceso:
“Le fuimos dando redondez al proyecto, sugiriéndole yo a Iraida Noriega, a Cecilia Toussaint, Leticia Servín, Valentina Barrios y Nina Galindo. Le llevamos el plan al Fonca, Liliana básicamente planteó la justificación y objetivos, encargándose de la investigación por su trabajo de antropóloga y titular del proyecto ante el Fonca. Yo me centré en lo musical.”
Josué grabó, editó y mezcló Alas… contando en la dirección y producción musical con el apoyo de su colega cercano Juan Pablo Villa:
“Pensamos en un disco bonito y limpio, con músicos y arreglistas como Gustavo Nandayapa (batería), Aarón Cruz (bajo), Leo Soqui (acordeón), los guitarristas Ángel Chacón, Juan Cubas Fridman, Jorge García Montemayor, Gustavo Rangel (Su Mercé, Coro Acardenchado), el propio Juan Pablo Villa y yo. Además invitamos a gente importante del movimiento de la música popular mexicana, como Carlos Popis Tovar (percusiones) o Jorge Cox Gaytán (violín). La masterización se realizó con el emblemático Juan Switalski”.