El proyecto de rescate del bosque debía encabezarlo un amplio equipo de especialistas, no una sola persona, por más que sea “un gran artista” como Gabriel Orozco. Y es que para el arquitecto Alberto Kalach, imaginación y conocimiento como herramienta son punto de partida, justo lo que no observa en el anuncio “escueto y superficial” dado a conocer oficialmente el domingo pasado. Se está actuando al revés: primero era el diagnóstico y no las obras. Aquí, sus argumentos y propuestas, algunas enunciadas desde 2012.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El arquitecto Alberto Kalach sustenta absolutamente un proyecto integral para el
Bosque de Chapultepec, pero disiente de la pretensión de hacer un pabellón de arte contemporáneo en la Primera Sección –cuya traza es histórica–, y en la construcción de un oneroso y ancho puente que no solucionará el problema más grave: la poca accesibilidad.
El problema, dice, es que “nadie conoce realmente qué van a hacer”, al evaluar el anuncio dado a conocer el pasado domingo por la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, que califica así:
“Muy escueto y superficial.”
A la espera de que, en un acto democrático y ciudadano, las autoridades den a conocer los diagnósticos y estudios mediante los cuales se plantearon dichas obras y otras ideas que, en su opinión, realmente no conforman un plan maestro, habla en entrevista con el propósito de abrir un debate.
En principio, porque considera que un proyecto para Chapultepec debe estar en manos de un equipo muy grande de especialistas, y no de “un gran artista” como Gabriel Orozco.
Por lo cual cita a Sheinbaum de que se trata “de un parque de 800 hectáreas y uno de los espacios más simbólicos y significativos de la ciudad y del país, pues pertenece a todos los mexicanos”-
Ya en 2012 el arquitecto y su equipo habían planteado la “integración de todo el bosque” al lanzar un proyecto que llamaron “Gran Chapultepec”.
Kalach, en coordinación con su Taller de Arquitectura (Tax) y la revista Arquine propusieron al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la editorial Contornos la coedición de un Atlas, que apareció en dos cuadernos de gran formato bajo el nombre Proyectos para la Ciudad de México, con un tiraje de 10 mil ejemplares.
Profusamente ilustrado con imágenes satelitales de Google Earth y proyecciones digitalizadas, desarrollaron, tras un estudio detallado de la geografía de la Cuenca de México, 37 proyectos para espacios de toda la ciudad, los más conflictivos y de urgencia para su intervención:
Rescate de lagos y humedales, de ríos y cañadas, reforestación total, delimitación de bordes urbanos y nuevos centros, recuperación de parques y plazas, movilidad y transporte. Entre ellos, los lagos de Texcoco y Zumpango, el control de inundaciones en el Valle de Chalco, de ríos como el de los Remedios y las cañadas de Tecamachalco; además, de la reforestación y agricultura de poblados, como Amecameca y el Cerro de la Estrella, Interlomas y Santa Fe; perímetros como el de la Reserva del Ajusco. Y la recuperación del Cerro del Chiquihuite.
Muy específicamente para Chapultepec, proponían en un apartado “incrementar el área pública del bosque 36%” y reducir el área de Los Pinos “de 60 a 0 hectáreas”, a partir de un enunciado:
“El Bosque de Chapultepec, uno de los espacios públicos más bellos de la ciudad, está subutilizado.”
Ahí asentaban estos otros puntos:
Revalorar la avenida Constituyentes y el bosque; desviar el transporte de carga hacia avenida Observatorio y avenida Jalisco; liberar la altura de construcción sobre avenida Constituyentes; perímetro peatonal; vialidad y transporte interno; abrir el parque 16 horas al día los 365 días del año; nueva infraestructura cultural; corregir trazos de banquetas en cruces peatonales; crear un nuevo acceso al bosque en el cruce con General Tiburcio Montiel; poner cuatro semáforos en el tramo Parque Vía-Circuito Interior; intervenciones de paisaje.
“Atlas –definía Kalach en la presentación, de acuerdo con la mitología griega– se representa como la figura que sostiene en sus espaldas la bóveda del cielo, el soporte del orden cósmico”. Y en el sentido geográfico, señalaba, “es un libro de mapas que de manera sistemática trata de hacer comprensible la conformación de la tierra, presentando un compendio o síntesis de la realidad física o socioeconómica del territorio”.
Por lo cual, el trabajo “parte de una realidad física imperante y apunta, usando la imaginación y el conocimiento como herramienta, hacia una nueva conformación de la ciudad posible: más bella, más eficiente, sustentable”, en el sentido del aforismo del poeta José Emilio Pacheco: “Una ciudad fea, nos afea”.
Calidad de vida
Con base en esa experiencia, señala vía telefónica a
Proceso que un plan maestro debe ir de lo general a lo particular, dada su magnitud y problemas:
“Echarnos hacia atrás, volar alto y ver cómo se integra Chapultepec dentro de la ciudad. El primer problema grave es que tiene muy poca accesibilidad.”
Sobre todo en la Segunda y Tercera secciones, porque desde Polanco y las Lomas es fácil entrar, pero hacia el sur y del lado de la avenida Constituyentes resulta muy difícil:
“En ocho kilómetros y medio que tiene Constituyentes frente al bosque, o sea es su frente más largo, tiene sólo cuatro accesos, ¡cuatro accesos! Entonces las colonias populares (Daniel Garza, Las Américas, Las Palmas, Hidalgo, Belén de las Flores, por mencionar algunas), donde vive la gran mayoría de la gente, donde no hay parques, no hay áreas verdes, las casas no tienen jardín, la gente vive hacinada, no pueden entrar al bosque porque no hay accesos.”
Para dar una idea, dice que el Zócalo mide 200 metros de largo, “si hay un acceso cada dos kilómetros pues estamos fritos, es caminar 10 veces el Zócalo para ir de una puerta a otra”.
Suma que es una avenida de alta velocidad, sin semáforos, por la cual circula carga pesada. Lo primero, entonces, es hacer el bosque asequible. Y una forma de lograrlo es con la revaloración de Constituyentes. Hacerla una vía más pacífica, con los semáforos y cruces peatonales con distancias entre sí marcadas por las normas, carriles más estrechos para reducir la velocidad del tránsito y desviar el de carga:
“En una ciudad de este tamaño, no puede haber el de carga por las zonas habitacionales. Sin embargo lo podría tener –ya está trazado y construido– por zonas industriales. Ése es un proyecto importantísimo porque no sólo haría el bosque más accesible a cientos de miles de personas, sino que bajaría el tráfico de la avenida 30%, reduciría los índices de contaminación y reduciría el impacto del transporte pesado en la infraestructura vial, un costo que paga la ciudad reparando calles y tubería rota por permitir su paso.”
En opinión suya, la accesibilidad es una prioridad, pero no puede resolverse con unos puentes (como se ha planteado en el proyecto de Gabriel Orozco), porque para un discapacitado, persona mayor, señora con una carriola será trabajoso, entonces “lo más civilizado es cruzar a nivel de un semáforo peatonal”.
Su proyecto prevé varios puentes para cruzar Periférico en distintos puntos. Dice que es buena idea conectar ambos lados de la avenida de esta manera, si se quiere que la gente fluya, pero es mejor, en lugar de hacer “un puentesote gordo, de 12 metros de ancho” (como la famosa calzada flotante), hacer varios de entre tres a seis metros de ancho, con el mismo presupuesto, “porque lo que vi es una suma exagerada para un puente peatonal de esa dimensión”.
La obra, diseñada por el arquitecto Benjamín Romano, costará 187 millones de pesos. Y la empresa Fredel Ingeniería y Arquitectura, S.A. de C.V., obtuvo la licitación para hacerla.
Añade Kalach que todo está en el qué y el cómo. Y opina que muchos de los qués del proyecto Chapultepec de Orozco son atinados –porque “son de sentido común, vemos que se necesita cruzar de un lado a otro, porque además nosotros lo hemos publicado desde hace 15 años y es de dominio público mucho del trabajo que hemos hecho–, pero el cómo es la segunda parte y hay que hacerla bien”.
Además de conectar las colonias populares con el bosque, debe plantearse un manejo hídrico y forestal con plantas de tratamiento, porque es una zona muy árida y hay que mejorar los suelos erosionados a lo largo de cientos de años. Y es esencial para todo el parque la atención a la infraestructura cultural y recreativa. Pero aclara que ya no más en la Primera Sección:
“Está muy bonita, está divina, no le falta nada. Es un diseño de hace más de 100 años que ha ido mejorando en su vegetación. Si acaso necesita reparación de fuentes y un poquito más de limpieza, y punto. No puede tener más edificios de los que ya tiene. De hecho, desde hace décadas el Consejo Ciudadano del Bosque y muchas autoridades y gentes pensantes dijeron: ‘Ni un edificio más en el bosque porque ya llegó a una saturación’.
“La infraestructura cultural puede estar en otras zonas de Chapultepec, que es muy grande, y mejorar la vida de los barrios. Una inversión pública debe ser para mejorar la calidad de vida de la gente. Si se hace una infraestructura cultural o recreativa, debe ser donde no la hay. Con eso cambias todo el barrio: los visitantes que van a esa parte del bosque se cruzarán después, por uno de estos pasos peatonales, a tomarse algo en el comercio, en el restaurancito, en la fonda de enfrente. Cambias la dinámica, le das vida a otras áreas de la ciudad.”
No tiene sentido hacer más infraestructura, por ejemplo, en Polanco, “en la parte más bonita y concurrida… hay que poner el dinero donde falta”. Por ello la idea de un museo más (el Pabellón Contemporáneo Mexicano) le recuerda el controvertido proyecto de la Estela de Luz, construido en el gobierno de Felipe Calderón frente a la Puerta de Los Leones.
En principio, no le pareció mala la idea de una obra para el Bicentenario de la Independencia, pero justo por la elección del lugar declinó la invitación y convocó a sus colegas a hacer lo mismo. Tendría que haberse hecho, si se quería, sobre Paseo de la Reforma, en la Glorieta de Peralvillo, para irradiar y crear con la inversión una nueva dinámica en la zona.
La construcción del Arco de La Defensa en París, Francia, le parece un ejemplo de cómo una inversión pública cambia un barrio, porque ese lugar “estaba totalmente amolado”:
“En un parque y en una ciudad tan grande, el museo podría hacerse desde donde están Los Pinos hasta diferentes puntos de la Segunda o Tercera Sección. No puede ni debe estar todo en el mismo sitio.”
Información pública
Aunque son varios los temas que deben atenderse, pareciera que todo se ha centrado en la discusión de un museo en la Primera Sección, ¿por qué?
“Porque hay un interés particular del director del proyecto, Gabriel Orozco, porque él es un artista contemporáneo y él quiere estar ahí frente al Museo Tamayo, frente al Museo Nacional de Antropología, pero ahí ya no hay espacio. Si se hace, deberá abrirse otra discusión sobre ampliar el presupuesto a Cultura para darle recursos operativos a los museos que ya existen, porque parece que no hay presupuesto. Entonces, ¿para qué hacer otro museo si no hay presupuesto para los museos?”
Otro tema por discutirse es la apertura real de diversas áreas, particularmente las militares (no se ha abierto el Campo Marte, por ejemplo) y Los Pinos (aunque no haya ido a vivir ahí Andrés Manuel López Obrador, como prometió en su campaña):
“Siguen siendo una barrera, porque es la extensión de cuarteles militares más grande y siguen ahí. Hay que completar la acción de sacar los cuarteles para que efectivamente permee Chapultepec.”
El conjunto ocupa alrededor de 50 hectáreas. La Casa Blanca en Washington, el Palacio de la Moncloa en Madrid o el Palacio del Elíseo en París no tienen más de cinco hectáreas. Y para dar una idea de la dimensión, señala que en 50 hectáreas podría instalarse un campus universitario completo, y el ir y venir de estudiantes le daría mucha vida al bosque.
El principal problema seguirá siendo el acceso.
De ahí su propuesta de transporte interno, que no requeriría de inversión porque ya hay calles y calzadas bastante anchas al interior del parque, sólo necesitarían adecuaciones, colocar paradas y concesionar o comprar autobuses ecológicos. Les llama Chapulinbús:
“Con ello se haría accesible todo el bosque, porque caminarlo o recorrerlo en bicicleta, como propone Orozco… pues no tiene idea de lo que es la escala, es muy grande, la gente quiere ir a descansar y a pasear. Si toma un autobús porque se bajó del Metro Auditorio y lo deja en el Museo de Antropología y luego en unos cinco minutos ya está en el Museo del Niño o el Museo de Historia Natural… entonces se hace una ruta inteligente, son soluciones asequibles, económicas, en un momento en el que el dinero no sobra, nunca ha sobrado, pero menos ahora.”
La gran mayoría de visitantes, indica, llega por tres estaciones del Metro: Auditorio, Constituyentes y Chapultepec, ubicadas en la Primera Sección. A las otras secciones es más difícil acceder, por lo cual el transporte interno ayudaría. Para solucionar estos problemas, dice, se deben hacer estudios de flujo de población y movimiento de gente, cuántos miles de personas viven en el perímetro, cómo llegan, a qué se dedican, cuáles son sus necesidades. Sobre el tráfico y el agua, qué cauces corren por las barrancas de la Tercera Sección y cuánta puede ser tratada.
“Supongo que después de un año y medio de que anunciaron el proyecto, ya los deben tener. Sería interesante pedirle a la autoridad que nos comparta los estudios de cómo va a ser la movilidad dentro del bosque, dónde van a ser los accesos, dónde habrá semáforos peatonales para la gente que vive en todos esos barrios.”
Se le pregunta cómo es posible no presentar diagnóstico y tener los proyectos para obras públicas, como el puente. Él insiste en que hacer pacífica la avenida Constituyentes para que la gente entre al bosque es una opción que no necesita de construcciones, basta con poner en la entrada de la vía a Toluca un letrero con una flecha que diga: ‘camiones de carga para allá’ y una patrulla para que no pasen.
Originalmente concebía desviarlos en Observatorio, pero en una propuesta entregada al gobierno en 2018 encontró la ruta Chamapa-Lechería hasta Naucalpan y Azcapotzalco, “que, por mucho, es la mejor ruta. Si bien ahí hay una caseta de cuota, eso se soluciona con negociaciones, no con obra pesada. Estamos muy acostumbrados a resolver todo con obra y concreto, pero hay muchas cosas que se pueden resolver con regulación, y el problema del tráfico de carga es de regulación más que de obra costosa”.
Afirma que los estudios que hizo al respecto son abiertos, los puso a disposición de la autoridad en ese año, y ahora sería interesante “y muy democrático” que los responsables del proyecto dieran a conocer sus estudios correspondientes y las razones para hacer dos puentes sobre Periférico y no cuatro o cinco en otros lugares, o el porqué de un museo de arte contemporáneo destruyendo el Jardín Botánico.
A la pregunta de si los entregó a Sheinbaum, el arquitecto aclara que no directamente, “no es fácil acceder a grandes personalidades”, pero reitera que son públicos. A quien sí le dio a conocer el proyecto y se reunió con ella es a Alejandra Frausto, “conversamos mucho antes de que entrara en acción Orozco, pero ella pensó que desde el punto de vista publicitario él era mejor baraja, y es la que decidió usar”.
Pero revira:
“Esto no es sólo retórica y publicidad, requiere también conocimiento, y no hablo de mí, sino de muchísimos técnicos que deberían estar involucrados, y en el discurso no hemos oído nombres de nadie más que del diseñador de los puentes.”
Reconoce en Orozco un gran artista a quien respeta mucho. Evita así la confrontación y hablar de una posible enemistad, pues para él lo importante es el debate de las ideas, pero “no todos conocen de todo, en una sociedad donde la división social del trabajo existe hace muchos años, debería tomarse en cuenta”.
Kalach ha señalado que en el proyecto oficial encuentra varias de las propuestas de Gran Chapultepec. Recuerda que, al inicio, Orozco “se acercó a mí, me dijo que quería participar, le dije ‘con mucho gusto’, que era un proyecto colectivo y cuantas más cabezas se unieran sería mejor, pero él decidió hacerlo solo. Y como tenía el apoyo de la secretaria de Cultura, dije, ‘por favor, adelante’. Pensé ‘ojalá y lo hagan bien’. Lo anunciaron hace un año y medio y después de entonces no hemos visto gran cosa”.
Y nada de un plan maestro que amarre todo, dice a Proceso:
“Hay muchos temas que deben revisarse, que deben ser abiertos, todo es perfectible, y la intención de platicar con ustedes es abrir la discusión de ideas, las mejores ideas para tener el mejor proyecto.”
Reportaje publicado el 16 de agosto en la edición 2285 de la revista Proceso.