Revista Proceso

Mulato Teatro, proyecto comunitario en Morelos

La compañía Mulato Teatro destaca en sus proyectos las mezclas culturales y raciales de México con sus tres raíces: la indígena, la europea y la africana.
sábado, 14 de noviembre de 2020 · 12:22

TICUMÁN, Morelos.- La compañía Mulato Teatro, fundada por la actriz y directora colombiana Marisol Castillo y el dramaturgo mexicano Jaime Chabaud, destaca en sus proyectos las mezclas culturales y raciales de México con sus tres raíces: la indígena, la europea y la africana.

La afrodescendiente Castillo (Cali, 1977) acentúa motivada en entrevista a Proceso:

“¡Hay que rescatar la cultura de todas esas variantes que nos hacen ser lo que somos ahora!”

En tanto, Chabaud (Ciudad de México, 1966), Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón 2013, recuerda que comenzaron a trabajar hacia 2005, si bien fue en 2014 cuando nombraron a la sociedad Mulato Teatro:

“Mi esposa Marisol Castillo y yo empezamos a laborar un poco sin ninguna identidad muy clara, simplemente levantábamos obras, muy comprometidos. En aquel tiempo, a Marisol, quien es afrodescendiente, en México le era muy difícil trabajar porque a los productores, así estén montando una pieza estadunidense y el texto marque que uno de los personajes es negro, ni se les ocurre incluir un afro, pues en general hay un prejuicio.

“Entonces nos dimos a la tarea de crear un proyecto para ella, y con los años empezaron a llamarla José Caballero, Luis de Tavira, David Olguín, Enrique Singer, Sergio Vela y Richard Viqueira, entre otros.” 

 

La rebelión de Yanga

Hacia 2008 reforzaron su propuesta con Cuentos eróticos africanos del Decamerón Negro, de Leo Frobenius, bajo la dirección de Jesús Jiménez y Marisol Castillo. Se estrenó en el Foro La Gruta, refiere Chabaud:

“Está basada en un libro del etnólogo y arqueólogo Frobenius, un alemán que en el siglo XIX recabó cuentos eróticos en África, con dramaturgia de Orlando Cajamarca y Alfredo Valderrama, del grupo Teatro Esquina Latina de Cali. Le metimos mano y un cuento más de mi autoría. Es la historia del mundo contada a través del sexo desde la cosmovisión africana, y ahí fuimos como comenzando a definir ya una línea de trabajos sobre la africanidad de Latinoamérica.”

Para 2011 efectuaron Cocinando con Elisa, de la argentina Lucina Laragione, donde hay una jefa de cocineros indígena y una afrodescendiente. La obra, dirigida por Enrique Singer, se estrenó en la Sala Xavier Villaurrutia y funcionó muy bien. Luego, en 2017, siguieron con Yanga, de Chabaud, bajo la dirección de Alicia Martínez Álvarez. El gestor cultural y responsable de la editorial Paso de Gato relata en la sede morelense de Mulato Teatro:

“Yanga llevó mucho tiempo de investigación y escritura. Fuimos a Yanga, Veracruz. Gaspar Yanga es un héroe africano. A principios del siglo XVII huyó de las haciendas cañeras veracruzanas, con más esclavos cimarrones, y poco a poco fue formando un ejército. Tenía su refugio en la Sierra de Zongolica y no lo podían apresar. En 1611 logró una negociación: el virrey y el rey le dan una cédula real otorgándole un territorio libre en 1612. Le ponen Yanga, primer territorio libre de América. 

“Colombia y México se pelean por cuál fue el primer territorio libre, porque tuvieron un Yanga, el negro Benkos Biohó, igual en el siglo XVII.”

De Gaspar Yanga menciona que no existe biografía alguna:

“Unos dicen que era viejo, otros que era un príncipe africano, en fin. Hay muchas inconsistencias en la historia de Yanga, por lo cual creamos una ficción. Hay antecedentes de novelas, de obras de teatro; por ejemplo, Othón Arróniz hizo una obra de teatro sobre Yanga en los setenta. Y muchos historiadores lo consignan. Con esta obra se entendió plenamente el proyecto que constituimos bajo el nombre de Mulato Teatro, una línea de trabajo importantísima que nadie hacía en México. Ahora ya hay por lo menos dos o tres grupos que se centran en la afro-mexicanidad, pero fuimos pioneros en el asunto de tratar el mundo de la negritud en el país.”

 

Mancuerna singular

Castillo y Chabaud también son pedagogos. Ella llegó a México hacia 2003. Se había iniciado en 1988 en el teatro comunitario como actriz aficionada dentro de un grupo barrial de Cali, y para 1993 pasó a ser parte del elenco artístico y maestra del grupo Esquina Latina, dirigido por Luz Nohemí Ocampo y por Orlando Cajamarca. Ahí aprendió actuación, dirección, producción y una variedad de técnicas teatrales que incluían la cuentería teatral, el clown y la manipulación de marionetas.

Se ha capacitado con reconocidos maestros del gremio actoral tanto nacional como internacional. Fue beneficiada por el Fondo Nacional Para la Cultura y las Artes (Fonca) en los Programas de Intérpretes, convocatoria 2007, y Creadores Escénicos, convocatoria 2015.

Chabaud lleva 30 años dedicados a la crítica, la investigación y la escritura teatral. Estudió letras hispánicas y literatura dramática y teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Después cursó cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, en la UNAM).

Fue becario del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca (2001, 2004, 2011 y 2014); del Salvador Novo del Centro Mexicano de Escritores (1988 y 1989), de la Sala Beckett en Barcelona, España (1996), y de Iberescena (2008). Coordinador del Área de Investigación del Centro Nacional de Investigación Teatral “Rodolfo Usigli” (CITRU-INBA), también fue subdirector de Artes Escénicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y ha publicado varios libros.

En 2010, Mulato Teatro adquirió el terreno en el pueblo mágico de Ticumán, municipio de Tlaltizapán, Morelos, donde sólo elaboraban las propuestas de la compañía; pero ya desde hace tres años trabajan con la comunidad del lugar.

El resultado es Estampas zapatistas (2019) y se le nombra al grupo de Ticumán El cuatecomate (como al árbol de la familia de las bignonaceas). El año pasado fue un éxito esta pieza y le otorgaron el reconocimiento Emiliano Zapata por su aportación al municipio de Tlaltizapán y al estado de Morelos.

En agosto de este año estrenarían Domingo Angola, con el elenco de El cuatecomate y actrices profesionales, pero por el covid-19 se pospuso. Chabaud platica que a Domingo Angola, escrita por él y dirigida por Castillo, le tienen mucho cariño:

“Es una producción de este 2020 catastrófico y es fundamental, aunque no la única línea de trabajo de Mulato Teatro, pero sin duda es para nosotros crucial, como familia, como mexicanos, pues Marisol ya se nacionalizó mexicana. Es sobre un titiritero que huye de la Inquisición. Se trata de contribuir a la civilización el asunto afrodescendiente que, en términos de cultura, la verdad aún sigue siendo absoluta demagogia. 

“No han apoyado nada de la cultura afro. Bueno, muy poquito, para no ser extremista. No hay una política respecto al tratamiento a la africanidad en la alta cultura del país. Entonces, poner nuestro granito de arena ahí se vuelve fundamental, pero no vamos a dejar de crear obras de teatro en la Ciudad de México, porque nos parece fundamental tener un pie ahí.”


Golpes burocráticos

El cuatecomate de Mulato Teatro se compone por 22 personas de Ticumán. 

A decir del dramaturgo, Morelos es uno de los estados con mayor historia de teatro comunitario en la nación. Aquí llegó el teatro de evangelización en los primeros años de la conquista de México, con los franciscanos y los dominicos.

En la revista de Teatro latinoamericano y caribeño (enero-junio 2020), de Casa de las Américas, La Habana, Cuba, escriben Castillo y Chabaud los antecedentes históricos del teatro rural en México del siglo XX:

Tuvo cinco momentos relevantes a partir de iniciativas gubernamentales: las Misiones Culturales (su esplendor de 1934 a 1940), con el Crefal (Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, 1950 a 1964), el Teatro Conasupo (Compañía Nacional de Subsistencias Populares) de Orientación Campesina (1970 a 1976), el Taller de Arte Escénico Popular (1977-1982) y el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena de Tabasco (1983), aún vigente.

–¿Cuál es la situación del teatro comunitario en Morelos?

–A Margarita González Saravia, como secretaria de Turismo y Cultura de Morelos, le deslumbró el trabajo de teatro comunitario. Las intenciones eran estupendas pero…

Al segundo año de gobierno les cortaron presupuesto, responde él. 

“¡Fue un golpazo! Ella construyó un proyecto para echar a andar al teatro comunitario, y ahí se cortó. Y luego el presidente Andrés Manuel López Obrador la invitó a dirigir la Lotería Nacional para la Asistencia Pública. Hace un mes tomó posesión Julieta Goldzweig, entonces yo aún no puedo decir nada de manera irresponsable…

“Y por parte del gobierno federal se murió el proyecto de teatro comunitario. A nosotros primero nos buscó Esther Hernández, directora de Vinculación Cultural, por el tema de cubrir la cuota de afro-mexicanidad. Nosotros llegamos con la computadora y les dijimos: ‘Vean esto’... Nos iban a apoyar dos años y la promesa no se cumplió, fueron sólo tres meses. Anularon el proyecto del teatro comunitario por un mal planteamiento administrativo. A nosotros se nos acercó la comunidad de Ticumán porque sabían que como profesionales de teatro los dos vivíamos aquí.”

–¿Qué lo inspiró a escribir Estampas Zapatistas? (que se presentó el 31 de octubre con cubrebocas y toda medida sanitaria).

–Igual, fue a pedido de la comunidad. En enero del año pasado nos preguntaron: “¿No vamos a hacer nada sobre el general Emiliano Zapata por los 100 años de su asesinato?”, y yo dije: “¡Pero cómo no!”. La figura de Zapata ya era algo instalado en mí, desde un piso de mucha ignorancia sobre la historia, pero todas esas cosas de la mitología zapatista que vuelan en el aire estaban situadas en mí”.

Por entonces el elenco de Ticumán aún poseía muy pocas herramientas en las clases que les impartían Jaime y Marisol, y “trajimos en distintos momentos a Indira Pensado, maestra de voz de la Escuela Nacional de Arte Teatral, y a Hebe Rosell”, cantante fundadora de la banda de rock El séptimo aire, con Memo Briseño, en los ochenta, maestra de voz y musicoterapeuta. Castillo sugirió crear viñetas para Estampas Zapatistas. Entrevistaron a más de una docena de ancianos, hijos y nietos, que pelearon con Zapata, más la investigación bibliográfica.

Enfatiza el académico teatral, quien junto con el destacado actor José Sefami inauguró la librería Paso de Gato en el Foro Shakespeare, el pasado 30 de octubre:

“Aquí toda la gente está vinculada a la historia de Zapata de una manera poderosísima. Ticumán está a sólo 10 kilómetros del cuartel general de Zapata en Tlaltizapán. Se habla sólo de Chinameca y Anenecuilco, donde nació y mataron a El caudillo del sur. Tlaltizapán es importante. Él eligió este punto estratégico para vivir y para guerrear desde aquí.”

Estampas Zapatistas lleva 30 funciones. La pandemia, dice Castillo, “detuvo otras presentaciones que se efectuarían desde abril pasado”. Su esposo agrega:

“En el trabajo comunitario realizar 30 funciones es un logro inmenso, porque los actores trabajan, son albañiles, campesinos, floricultores, carpinteros, herreros, dependienta de farmacia, en fin. Mal comen porque reciben un salario mínimo, dos al máximo, y le sacan tiempo a su cansancio para venir y hacer teatro.”

 

Un centro cultural

El autor de Realidades inhóspitas. Obras para alzar la voz compró, con los ahorros familiares, otro terreno en Ticumán para crear el Centro Cultural Mulato Teatro.

Chabaud lleva a esta reportera al lugar. Asiste también un nieto de Zapata, Tiburcio Zapata Fierros. El lugar, de clima benigno, aún es pura tierra y hierba. Explica el creador de las obras teatrales ¡Qué viva Cristo Rey! y El ajedrecista:

“Aquí se planea construir un teatro al aire libre para conciertos y cine. Un teatro cámara negra, que es una mole de 25 metros por 18 metros cuadrados y 11 metros de alto. Un teatro en forma con cerca de 200 butacas. Salones de ludoteca, música y artes visuales. Y existirá una biblioteca, que donaré, porque poseo unos 8 mil ejemplares.

“Aquí en Ticumán hay 3 mil 600 habitantes, y cuatro de cada 10 muchachos están consumiendo alguna droga ya o son parte de la maquinaría del narcotráfico. Hay que combatir eso. Para levantar el Centro Cultural planeamos buscar recursos federales y de la iniciativa privada. En total el costo del proyecto está cercano a los 12 millones de pesos. El teatro caja negra lo estamos calculando en 4 millones.”

Miguel Ángel Suárez Rumec, director de la plataforma Rumec y del Sindicato del Rap, se une a Chabaud para conseguir apoyos de la iniciativa privada.

“Sentimos que el centro es muy importante para la sociedad”, dice.

Por su parte, la actriz Castillo indica:

“Estamos en un estado donde las personas no saben cuál es su ascendencia y no conocen su historia. Con Mulato Teatro visibilizamos todas las raíces. Aquí es una zona cañera y existen evidencias de que hay herencia africana. En un censo de la Colonia se advierte que había 300 esclavos negros aquí cerca, en una hacienda, y en Yautepec había una casa de venta de esclavos. Por ejemplo, muchos no sabían que Zapata poseía 16% de raíz negra; lo dice Womack.”

Con alegría, finaliza que la compañía exalta los valores universales y, sobre todo, los derechos individuales. 

Reportaje publicado el 8 de noviembre en la edición 2298 de la revista Proceso.

 

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