Revista Proceso
El voto por correo en EU: una guerra soterrada
Ante el hecho de que un tercio del electorado estadunidense podría sufragar por correo, demócratas y republicanos sostienen una encubierta guerra legal que podría cambiar las reglas en los comicios del próximo 3 de noviembreAnte el hecho de que un tercio del electorado estadunidense podría sufragar por correo, demócratas y republicanos sostienen una encubierta guerra legal que podría cambiar las reglas de este método de votación en vísperas de los comicios del próximo 3 de noviembre. En esta disputa, los objetivos son opuestos: los demócratas quieren auspiciarlo, los republicanos, dificultarlo; los primeros argumentan que es necesario facilitarlo dado el contexto de la pandemia por covid, mientras que los segundos –con el presidente Donald Trump a la cabeza– sostienen que expandir el voto abre la puerta al fraude y al oportunismo electoral.
WASHINGTON DC, EU (Proceso).– El 3 de noviembre, como cada cuatro años, Haley Snow portará la estampa “Yo Voté” que se entrega en Estados Unidos tan pronto se pasa por las urnas. A diferencia de votaciones anteriores ahora lo hará desde casa, semanas después de llenar la boleta, sin acudir a la casilla electoral el día marcado por la Constitución.
“Voté por correo. Fue la primera vez que no lo hice en persona el día de elección, que es lo que me gusta”, dice Snow, registrada en Washington D.C. “De todas formas recibí la estampa y me la pondré ese día en que hay tanto en juego”.
En medio de la pandemia, la encuestadora YouGov indica que un tercio del electorado estadunidense planea votar por correo en las elecciones presidenciales, con una participación que podría superar por mucho las 139 millones de personas que votaron en 2016.
“Nunca habíamos tenido algo así antes del Covid”, dice Victor Vlasak, secretario municipal encargado de las elecciones del condado de Richland, estado de Wisconsin, donde 40% pidió votar por correo. “Quiero pensar que el número de solicitudes demuestra que las personas confían en esta forma de votación”.
El voto por correo, sin embargo, ha sido por meses la trinchera donde converge la polarización electoral: cada una de sus etapas se debate en la contienda y en los tribunales, e incluso ha puesto en tela de juicio al servicio postal.
“Han habido muchas preguntas sobre el proceso electoral, sobre la seguridad y la integridad de la elección en los últimos meses”, dice Kyle Boswick, director de elecciones del condado de Saginaw, estado de Michigan.
Las críticas más constantes emanan de la Casa Blanca. Desde la primavera hasta este otoño electoral, el presidente Donald Trump ha calificado esta forma de votación de “fraude”, retratándola como una artimaña del Partido Demócrata entre otras teorías de la conspiración que podrían explicar y deslegitimizar su eventual derrota.
“Elecciones 2020 amañadas, millones de votos por correo serán imprimidos por países extranjeros, y otros. ¡Será el escándalo de nuestros tiempos!”, escribió el 22 de junio, en la red social Twitter. El discurso ha permeado, creando un clima de desconfianza.
“Investigué el voto por correo, porque vi mucha desinformación en las noticias, en las que se le asociaba con fraudes”, cuenta Andy Valenti, registrado en Washington D.C. “Miré ejemplos como el estado de Oregon que lo aplica hace años con porcentajes mínimos de fraude. Pero cuando mencioné en redes que así lo había hecho recibí mensajes de gente diciéndome ‘¿piensas falsificar tu voto?’”.
El riesgo de fraude por correo existe: alrededor de 0.0025% según un análisis de datos públicos del Washington Post. El estudio encontró 372 posibles casos entre 14.6 millones de votos en las elecciones de 2016 y 2018 en tres estados, como Oregon, que realizan su votación enteramente por correo. A esta práctica, que un total de cinco estados emplea, se añaden décadas del uso del voto “en ausencia”: el que emplearon en las elecciones de 2018 tanto Trump como su vicepresidente, para enviar su voto por correo.