josé gil olmos

Sin AMLO no hay Morena

Así que mientras dure AMLO seguirá funcionando Morena, sometiendo a los grupos, corrientes y tribus que la conforman. Hasta ahora se han detectado ocho corrientes dentro del movimiento.
lunes, 16 de septiembre de 2024 · 05:00

Mientras dure Andrés Manuel López Obrador, Morena vivirá. La frase podría entenderse en un sentido lapidario o como una sentencia, pero es una realidad y esa realidad se transformará en cogobierno junto con Claudia Sheinbaum en la Presidencia.

AMLO es la amalgama que une al partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena). AMLO es el eje gravitacional del partido, del gobierno actual y entrante. AMLO es la palabra máxima para los morenistas diputados, senadores, gobernadores y presidentes municipales. AMLO es el dogma y nadie en el partido se atreverá a desacatar su palabra, que es una orden.

Ni su hijo Andrés López Beltrán, Andy, su heredero político en la Secretaría de Organización de su partido, podrá llenar el lugar que tiene su padre. Es tan fuerte y esencial su presencia que a través de Andy AMLO seguirá cogobernando el país junto con Claudia Sheinbaum, pues dicho movimiento, que sigue sin llegar a ser un partido, es la columna, el escudo y la trinchera del gobierno.

Andrés López Beltrán. Heredero. Foto: Germán Canseco.

La paradoja de esto es que Morena, sin ser un partido consolidado —pues depende de un solo hombre—, ha sido una verdadera sorpresa en la historia política nacional reciente al alcanzar el poder en sólo 13 años, algo que no logró el PAN ni ningún otro partido opositor al PRI.

Bajo la égida de AMLO, Morena vive su mejor momento: tiene la Presidencia de la República, la mayoría en el Congreso de la Unión, gobierna 24 estados, controla 20 congresos locales y otros siete en alianza, tiene 514 municipios de un total de 2 mil 470 y en cuanto a población gobierna el 90% a nivel nacional.

Además, con la reciente aprobación de la reforma judicial enviada por AMLO, tendrán el control del Poder Judicial. Ese poder absoluto es un riesgo a partir de lo que hemos vivido como país en el pasado. “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, escribió en el siglo pasado lord Acton.

Formalmente Morena se compone por 300 consejeras y consejeros nacionales, de los cuales 200 son electos en el Congreso Nacional Ordinario y 100 lo componen los 32 presidentes, secretarios generales y secretarios de organización de los Comités Estatales, así como el presidente, secretario general y secretario de Organización. Salvo la presidencia y la secretaria de gobierno, a cargo de Luisa María Alcalde y Andy, todo seguirá igual al celebrarse el domingo 22 de septiembre su congreso nacional.

No obstante de que tiene esa composición, todo el peso del movimiento recae en una sola figura, en la de su fundador AMLO, quien a pesar de que ha dicho que se retira de la actividad política, difícilmente se le puede creer que dejará en otras manos lo que construyó desde 2013, cuando fundó Morena haciendo un juego de palabras con la Virgen de Guadalupe, la Virgen Morena.

En este sexenio que ya agoniza, desde el Poder Ejecutivo y ahora en Morena, el presidencialismo se ha fortalecido, es decir, no ha habido un cambio de régimen como tanto se pregonó, sino que el régimen de sistema presidencialista ha alcanzado la cúspide como en los tiempos del PRI hegemónico.

Bajo este presidencialismo fortalecido y centrado en la figura de AMLO, ni una hoja del follaje político se mueve. Insisto, la famosa transformación del régimen fue solamente una frase de campaña porque en los hechos el presidencialismo, es decir, el motor de la política nacional centrado en una sola persona, se robusteció con AMLO.

Pero este presidencialismo omnímodo encarnado en AMLO se extendió hasta el poder legislativo y el judicial donde, a partir de las últimas reformas a la Constitución, la orden de AMLO, no de Claudia Sheinbaum, será acatada como dogma: no se mueve ni una sola coma a sus ideas petrificadas en iniciativas.

En Morena no existe una figura del tamaño de AMLO. De hecho, ningún partido, organización política o ciudadana lo tiene. El poder de AMLO en Morena es absoluto y su correa de transmisión será su hijo Andrés, Andy, como le llaman los seguidores de López Obrador.

Esto significa que Morena no se ha desarrollado institucionalmente. Todos los simpatizantes y militantes del movimiento acatan las órdenes de su líder AMLO, quien ha hecho a su imagen y semejanza al partido.

López Obrador. De salida. Foto: Montserrat López.

Así que mientras dure AMLO seguirá funcionando Morena, sometiendo a los grupos, corrientes y tribus que la conforman. Hasta ahora se han detectado ocho corrientes dentro del movimiento: la de los llamados “puros”, que vienen acompañando a AMLO desde antes de la formación del partido; los experredistas de Alternativa Democrática, liderados por Héctor Bautista; Izquierda Democrática de René Bejarano; la del grupo Texcoco de Higinio Martínez; los “marcelos” de Marcelo Ebrard; los “monrealistas” de Ricardo Monreal; los “berthos” encabezados por Bertha Luján; y los “talibanes” de Yeidckol Polevnsky. Pero se podrían agregar algunas tribus con los seguidores de Noroña, de Brugada, Layda, etc.

Cada uno de estos grupos o tribus tiene su parcela política y de influencia, todos buscan un pedazo de pastel que reparte AMLO. Pero una vez que AMLO ya no esté, desparecerá la amalgama que une al movimiento y esos grupúsculos con sus liderazgos darán la batalla por apoderarse de Morena. Será una especie de autofagia.

Por cierto... “Haiga sido como haiga sido” (Calderón dixit), los nuevos héroes de Morena son la familia Yunes, ese clan y cacicazgo de Veracruz que lleva a cuestas una cauda de denuncias de corrupción, negocios inmobiliarios en Boca del Río, pederastia, fraude procesal y daño patrimonial. Arropados por Morena, dieron su voto a favor de la reforma judicial. Esto es lo que festejan en Morena, la traición como máxima de la política mexicana. Paradoja de la historia: Tanto odio a Calderón que terminan asemejándose.

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