josé gil olmos
Claudia no es AMLO
Con más votos que Andrés Manuel, más gobiernos estatales de Morena y una mayoría legislativa, que le permitirá tener un poder casi absoluto para realizar las reformas a la Constitución, Claudia tendrá el reto de saber administrar su gobierno.Pareciera ser una afirmación obvia decir que Claudia Sheinbaum no es Andrés Manuel López Obrador, pero si tomamos en cuenta que será la próxima presidenta de México, la primera mujer en sentarse en la silla presidencial, la jefa comandante de las Fuerzas Armadas y del Poder Ejecutivo, esta consideración cobra relevancia fundamental ahora y para los próximos años.
Claudia no tiene el carisma de Andrés Manuel como se vio en los actos de la larga campaña de medio año en los cuales su discurso y propuestas estabas basados principalmente en la obra de su mentor. Tampoco tiene la facilidad pedagógica de mantener por largas horas una conferencia contado historias, y carece de los recursos discursivos para responder a sus críticos con una facilidad natural pulida con el paso de los años.
Claudia no tiene, o al menos no lo ha mostrado, un proyecto como el de Andrés Manuel que planteó la Cuarta Transformación, precedida por la Independencia, la Reforma y la Revolución. Su proyecto es la continuidad.
Claudia sí tiene sus propios recursos políticos que habrá de desplegar en los próximos años, pero no es el animal político que Andrés Manuel mostró día a día utilizando el poder desde Palacio Nacional, y, sobre todo, en la famosa mañanera, desde la cual movía los hilos invisibles del poder realizando maniobras finas y relevantes como, por ejemplo, adelantar quien sería su heredera. Y, al mismo tiempo, quienes serían los candidatos de la oposición: Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez.
Tampoco Claudia tiene la personalidad egocentrista de Andrés Manuel que concentró en sí mismo el ejercicio del poder presidencial partiendo del hecho de que ese poder no se comparte, sino que se ejerce desde la soledad. Algo que en su momento habrá de realizar Claudia, pues ella es la presidenta y López Obrador ya lo fue.
La religión y su uso político electoral tan redituable a lo largo de su carrera política será una más de las diferencias entre Andrés Manuel y Claudia, quien, aunque no lo reconozca públicamente, tiene una ascendencia familiar judía alejada de la católica cristiana, no obstante que en campaña también hizo uso de la figura de la Virgen de Guadalupe.
Científica universitaria con estudios en California por cuatro años para su doctorado en el Lawrence Berkeley Laboratory, becada por la UNAM, Claudia no es López Obrador que apenas curso la licenciatura en la Máxima Casa de Estudios y, salvo sus viajes a Cuba, no tuvo mayor interés por prepararse fuera del país.
La próxima presidenta, a diferencia de su antecesor, no tiene prurito ideológico para hablar con los representantes financieros internacionales cuando es necesario, como ahora que tras el anuncio de que en la próxima legislatura López Obrador presentará 18 reformas constitucionales, entre ellas la del Poder Judicial que causó el desplome del peso y pérdidas en el mercado de valores, habló con los representantes del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Con más votos que Andrés Manuel, más gobiernos estatales de Morena y una mayoría legislativa que le permitirá tener un poder casi absoluto para realizar las reformas a la Constitución, Claudia tendrá el reto de saber administrar su gobierno con una meta difícil, pero no imposible de llevar a cabo: dejar su propia marca, su huella en la historia política del país como la primera mujer presidenta.
Ese será su dilema desde donde gobierne: ser sólo la continuadora del proyecto amloísta o dejar la huella de su propio proyecto.
Por cierto… ¿Por qué tanta prisa de aprobar las propuestas de reformas constitucionales como la del Poder Judicial si con la mayoría que tendrá en la próxima Legislatura tiene todas las manecillas del tiempo en su favor? ¿Ya como presidenta electa, Claudia podría empezar a ejercer su poder y tomar distancia de Andrés Manuel y tranquilizar a los mercados financieros que ya dieron muestra de ser el contrapoder que no logró la oposición? Ese podría ser su primer acto de ejercicio de poder desde la silla presidencial.