Olga Pellicer
Relaciones con el vecino en época de elecciones
La única línea de plata en el horizonte es la posibilidad de reunir a grupos binacionales de expertos independientes que comiencen a trabajar seriamente en propuestas para buscar solución a los problemas que afectan la relación México-Estados Unidos.Llega a su fin uno de los sexenios más intensos de la vida política y económica de México. La llamada “Cuarta Transformación” ha coincidido con grandes convulsiones en el orden internacional y procesos de polarización interna que convierten el sexenio en uno de los más difíciles de la historia contemporánea de México.
Como es normal en estas épocas, un corte de caja se hace necesario. Las cuentas no son alegres, pero tampoco catastróficas. Basta ver lo que ocurre en otros países de América latina para concluir que México está en una situación de claroscuros.
La situación económica es oscilante. A primera vista el saldo es positivo. Hay estabilidad, confianza en la relocalización de empresas estadunidenses que se encontraban en China, alza en los salarios mínimos, disminución de cuatro millones de personas en situación de pobreza.
Detrás se encuentran, sin embargo, varios problemas. El tema del crecimiento de la deuda pública, la urgencia de una reforma fiscal cuyo costo político le tocará al próximo gobierno, dudas sobre la sustentabilidad de la elevación de pensiones que se está prometiendo y carencias notables en materia de infraestructura de vías de comunicación, capacitación de mano de obra y seguridad y estado de derecho.
En materia política el panorama es mucho más complicado. Es siempre difícil que termine el gobierno de un líder populista tan carismático como AMLO, cuyos índices de popularidad son muy altos. No se puede trasladar su carisma a quien se espera que lo suceda, la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. La incertidumbre respecto a su futuro es fuente de diversas especulaciones. La más frecuente es: ¿qué pasará si no tiene el éxito arrollador que le pronostica AMLO? No sería la primera vez que éste decide desconocer el resultado de una elección. La memoria de la toma del Paseo de la Reforma sigue presente. ¿Cómo reaccionarían los poderes fácticos, entre ellos el Ejército, si semejante desconocimiento se repite?
Otro tema que suscita preocupación es la vecindad de México con Estados Unidos. La popularidad de AMLO convive, e incluso se fortalece, con la presencia de una serie de problemas en su relación con el país del norte que se han acelerado notablemente en los últimos meses.
El hecho de que esta vez coinciden los procesos electorales en ambos países ha contribuido a politizar y ampliar la percepción de tales problemas. No siempre ha sido así. En épocas pasadas, por ejemplo en 1988 o en el año 2000, la llegada al poder simultáneamente de nuevos presidente abrió la puerta a numerosos signos de amistad y encuentros para asegurar que se iniciaban momentos de buena cooperación y objetivos comunes entre ambos países.
La situación es totalmente distinta en el 2024. Esta vez las elecciones en Estados Unidos van precedidas de fuertes campañas por parte de los grupos republicanos destinadas a generalizar la idea que quienes llegan desde la frontera con México representan una seria amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos.
La posición del Partido Demócrata es distinta y mucho más favorable a la buena relación con México. Sin embargo, ello no ha impedido que el presidente Biden, guiado por importantes intereses relacionados con su política exterior como es el apoyo militar a Ucrania e Israel, haya aceptado cerrar la frontera con México si con ello obtiene un acuerdo bipartidista que le permita enviar dicho apoyo.
Ahora bien, la parte más grave de la situación a que me he referido es que los dos problemas más serios que enfrentan México y Estados Unidos en la actualidad, migración y tráfico de dogas, no tienen solución bajo el esquema que se ha venido imponiendo.
En efecto, el fenómeno migratorio, visto desde el ángulo de los migrantes mexicanos, que siguen representando el número más elevado de quienes intentan cruzar a Estados Unidos, no podrá resolverse si se sigue repitiendo que son una invasión que amenaza la seguridad nacional estadunidense. En la realidad, dadas las necesidades actuales de la economía de Estados Unidos, los migrantes representan uno de los factores más positivos que podrían contribuir al crecimiento económico de ese país.
Desde el punto de vista del mercado laboral, la oferta de trabajo para los migrantes es muy alta, lo cual puede regularizarse de manera que sea una migración ordenada, previsible y legal. Desafortunadamente, se presta mucho más atención a ver como los detienen que a ver cómo contribuyen a la economía.
En el caso del tráfico de drogas, la aproximación al problema es igualmente equivocada y contraproducente. Sin la legalización de las drogas, que reduciría las ganancias de los traficantes, sin atacar a las mafias al interior de Estados Unidos que se benefician de la distribución y a los grupos financieros que se enriquecen con el lavado de dinero, la solución del problema no es posible.
La única línea de plata en el horizonte es la posibilidad de reunir a grupos binacionales de expertos independientes que comiencen a trabajar seriamente en propuestas para buscar solución a los problemas que afectan la relación México-Estados Unidos. Las noticias sobre un posible acuerdo sobre seguridad para América del Norte, sobre el cual comienza a circular información por parte de algunos expertos (revista Nexos, artículo de Eduardo Guerrero, febrero de 2024) es un camino a seguir.
Falta mucho para hacer efectivo un cambio sustantivo en la aproximación a fenómenos que están siendo utilizados desde perspectivas puramente electorales e ideologizadas. Abrir caminos de esperanza es, sin embargo, necesario en los difíciles momentos que estamos viviendo.