Ajedrez
¿Son los libros de ajedrez obsoletos?
Hasta las obras más modestas pueden darnos enseñanzas que bien podremos aplicar en nuestras partidas.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Los jugadores de ajedrez, de todos los niveles, desde simples aficionados hasta grandes maestros, han estudiado el juego utilizando para ello un número enorme de libros. El ajedrez es probablemente el juego de mesa más estudiado en el mundo y aunque hoy contamos con una serie de recursos computacionales que nos permiten avanzar más rápidamente, los libros sobre el juego ciencia siguen publicándose cada año.
Una pregunta que surge es entonces si dichos libros no se vuelven obsoletos rápidamente. Analicemos esta interrogante. Empecemos por mencionar a los libros clásicos: Mi Sistema, de Aron Nimzowitsch, El Tratado General de Ajedrez, de Roberto Grau, o Fundamentos de Ajedrez, de José Raúl Capablanca. Todos estos libros (entre otros que no hemos mencionado), permiten al aficionado enterarse de los principios fundamentales que animan al juego: el control del centro, el desarrollar las piezas, el enrocarse pronto para sacar al rey del centro, colocar las torres en columnas abiertas o eventualmente llevarlas a la séptima fila, etcétera. En todos estos libros, palabras más, palabras menos, con los giros y enfoques sobre qué es más importante de acuerdo a cada autor, los aficionados pueden encontrar las reglas que permiten que el ajedrecista haga buenas jugadas. Son pues los libros que nos enseñan los conceptos fundamentales.
Es claro que en la medida que el aficionado progresa, estos conceptos estarán siempre presentes en sus jugadas y en algún momento piense tan naturalmente en ellos que no se dé cuenta de su importancia, pues los aplica y listo, pero en el fondo son la base fundamental al progreso. Con el tiempo, el ajedrecista entonces se hará de obras más especializadas, donde ya se asumen estos conceptos como algo cotidiano y comienza una etapa de entender más sutilezas del juego ciencia. El aficionado entonces empezará a aprender más táctica, a realizar combinaciones sencillas, a ganar material, a dar jaques dobles y ganar más material y eventualmente se dará cuenta que hay un mundo que ha abierto sus puertas al difícil mundo de la evaluación de las posiciones, cuestión en donde fallan los mejores jugadores del mundo, inclusive el Campeón Mundial.
En este punto los ajedrecistas comienzan pobablemente a tomarse el ajedrez como una actividad mucho más en serio y empiezan a participar en torneos. Y entonces hallan las dificultades de los torneos, los nervios en cada partida, los inevitables errores y hasta las derrotas (injustas y justas). Y el aficionado encontrará entonces libros que hablan cómo encarar la prueba de fuego de todo jugador, los torneos de ajedrez. Y habrá obras que le hablen de cómo prepararse, cómo luchar en posiciones inferiores, cómo ser resilente, etcétera. El camino del ajedrez deportivo tiene sus propias obras clásicas también.
Y entonces nos volvemos a preguntar: ¿De toda esta información, cuánta es obsoleta? La respuesta más simple es que ninguna. Prácticamente todos los libros de ajedrez contienen estupendas enseñanzas. Habrá mejores libros que otros, pero hasta las obras más modestas pueden darnos enseñanzas que bien podremos aplicar en nuestras partidas. Como dice el dicho: “no hay enemigo pequeño”, tampoco hay “obras obsoletas”. Estas lo serán en la medida que el ajedrecista juegue mejor y que vea los libros que ya estudió con la idea de que eran muy elementales o que simplemente no dan información valiosa.
Bien sabemos que los libros no hay que juzgarlos por las portadas (aunque estas es el elemento más llamativo para atraer la atención de los lectores). En ajedrez lo que importa es lo que nos enseñan los autores de libros especializados a dferentes niveles. Y repito, prácticamente todos los libros traen enseñanzas.