Arte
Arte: "Glóbulo. Morfología post-humana predigital"
Los colaboradores de la sección cultural de la revista Proceso –cuya edición ya es mensual–, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).CIUDAD DE MÉXICO (apro).-A diferencia de las curadurías convencionales que se centran en un autor o un tema abordado desde diferentes perspectivas, el reconocido e impredecible curador Guillermo Santamarina presenta una interesante lectura de la escena contemporánea en México.
Sin pretender definir una totalidad y consciente de la pluralidad de “organismos” que constituyen el ecosistema general del arte, el también artista estructura su propuesta a partir de un ejercicio reflexivo basado en la observación de coincidencias estéticas. Un planteamiento inteligente que le permite relacionar diferencias creativas que incluyen lenguajes, disciplinas y poéticas personales. Y por lo mismo, en su selección curatorial no hay similitudes visuales, hay “confluencias” estéticas.
Emplazada en la parte superior de la Casa Miguel Alemán, en el Complejo Cultural Los Pinos en el Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, la muestra describe su concepto en el título: “Glóbulo. Morfología post-humana predigital”. Entendida como una pequeña parte del sistema artístico –un glóbulo–, la exposición está integrada por autores que abordan la figuración, principalmente corporal, a través de diciplinas no digitales como pintura, dibujo, escultura, ensamblado y textiles. Sin embargo, no es solamente la configuración visual lo que sustenta las obras sino, como lo plantea el post-humanismo, la estructura interna o pensamiento que interpreta consecuencias positivas y negativas ocasionadas por la interacción de vivencias personales, culturales y sociales.
Integrada por 17 autores nacidos en su mayoría en la décadas de los setenta y ochenta, la exposición se impone, en primera instancia, por la contundencia de las obras. Como señala el curador, una característica de la escena actual es la solidez en la identidad de los lenguajes personales. Construidas a partir de reflexiones concretas y exploraciones que inciden en la resolución formal, las obras permiten ubicar fácilmente a sus autores. Otro aspecto general de la selección es la interpretación diversa del cuerpo, ya sea a través de vocabularios figurativos, fusiones paisajísticas, elementos matérico-simbólicos o, inclusive, una desintegración corpórea que deriva en la abstracción (Rodrigo Ramírez Rodríguez).
Con excepción de las impresiones digitales de Triana Parera que, aun cuando presentan superposiciones del rostro, contradicen el criterio de incluir únicamente disciplinas predigitales, todos los autores y obras integran una narrativa que comprueba la tesis curatorial. Museografiada a partir de conjuntos de un mismo autor –corredor con pinturas de Emerson Balderas, Sofia Echeverri y Lalo Lugo–, de irrupciones entre disciplinas similares –pinturas de Manuel Mathar y Byron Jiménez, una escultura de Jessica Wozny frente a una escultura pictórica de Luis Hampshire–, y de alternancias de disciplinas y firmas –tintas de Óscar Rodrigo Ramírez con textiles de Aurora Pellizi–, la muestra provoca un recorrido sorpresivo que atrapa alevosamente la mirada, provocando una curiosidad reflexiva. Los vacíos en los ensamblados de Susana Marte, esos que parecen siluetas de viñetas de comics pornográficos, ¿qué significan?
Una inquietud que se repite en varios artistas es la desactivación o actualización del significado convencional de las imágenes. Conscientes del poder que tienen en la construcción de identidades, alteran y reinterpretan referencias a cómics, figuras prehispánicas o iconografía religiosa, al generar propuestas tan potentes como los absurdos de fuerte impacto cromático de Byron Jiménez, o tan irreverentes como las de Mathar. Totalmente diferente, Lalo Lugo destaca por la sutileza de una fina paleta que, a través de la percepción psicológica del color, remite a la nostalgia de un surrealismo pop.
Y por último, otro acierto de la curaduría: la integración de artistas que viven en diferentes ciudades de la República Mexicana.