Carlos Martínez Assad
Nagorno Karabaj, ejemplo para Rusia
Pese al papel conciliador que se le reconoce a Rusia en ese conflicto, en Ucrania todo sigue pintando muy mal desde la invasión, apenas hace unos días el impacto de un misil ruso en la región de Járkov en una cafetería causó la muerte de más de 50 civiles.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– El territorio en disputa de Nagorno Karabaj, de cuatro mil 400 kilómetros cuadrados en el Cáucaso, ha sido reconocido por los organismos internacionales como parte de Azerbaiyán. Rusia apoyó el acuerdo oportunistamente porque puede servir de antecedente a los territorios que este país reclama, como el que lo ha llevado a la guerra con Ucrania. Aunque se trata evidentemente de esferas muy diferentes en el contexto internacional, debe pensarse al respecto.
Con la aceptación del reclamo de Azerbaiyán sobre el territorio Nagorno Karabaj se alinearon los intereses que vienen de antaño con los apoyos que Turquía otorga a ese país y de los de Rusia a Armenia. Y la historia siempre ayuda a entender por qué un problema resulta tan complejo de resolver.
Desde que la dominación rusa sobre el Cáucaso comenzó en 1823 varios procesos han ocurrido, primero se dio la intención de que Karabaj debía formar parte de Armenia, con lo que, con la creación de la URSS, ésta buscaba contar con el apoyo de esa entidad. Y cuando se tomó la decisión de que sería una región administrativa de Azerbaiyán se adosó 94% de población armenia. Y un elemento muy importante que se debió tenerse en cuenta desde entonces es que los armenios son cristianos, con una presencia de larga duración por esa parte del mundo, mientras los azeríes son musulmanes, lo cual se relacionó con esa aberración de “limpieza étnica”.
En la primera guerra de nuestro tiempo en ese territorio, que en realidad albergó dos entre 1988 y 1994, los enfrentamientos llevaron a la muerte de 30 mil civiles y un millón de personas se convirtieron en refugiados en el enclave de Nagorno Karabaj. Emblemático porque se encuentra en el cruce de caminos entre Turquía, Irán y Rusia, pero también muy próximo a oleoductos y gasoductos estratégicos para Europa. Y más aún, como lo ha hecho notar el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que apoya a Armenia: “He notado las políticas de Turquía que considero desconsideradas y arriesgados”.
A la mitad del año la movilización militar de Azerbaiyán rompió el cese al fuego establecido en 2020, y que Rusia se había comprometido con Armenia a hacerlo respetar.
Los azeríes demandaban de los armenios retiro total de Nagorno, mientras éstos exigían reunión urgente del Consejo de Seguridad para poner fin al proceso de “limpieza étnica”. Con la guerra relámpago de este septiembre que en un solo día Azerbaiyán echó de Nagorno a los armenios, poniendo fin al acuerdo, que incluso aceptó mantener un corredor en beneficio de este país. Bakú insiste en que las operaciones fueron exclusivamente sobre objetivos militares y respetaron a los civiles, pero Ereván lo desmiente. Rusia debió insistir a las partes a frenar el derramamiento de sangre.
Sin embargo, aparecieron los muertos y algo muy grave: se calcula que más de cien mil armenios salieron de Nagorno hacia donde fuera posible. Con lo cual se suman al gran fenómeno migratorio que tiene lugar con millones de personas desplazadas de sus lugares de origen, poniendo de manifiesto los desajustes del mundo y la precariedad insostenible como se vive muchos países.
Pese al papel conciliador que se le reconoce a Rusia en ese conflicto, en Ucrania todo sigue pintando muy mal desde la invasión, apenas hace unos días el impacto de un misil ruso en la región de Járkov en una cafetería causó la muerte de más de 50 civiles. No puede eximirse de culpa a las potencias que siguen el juego al presidente Zelensky de Ucrania, siempre en gira retratado en algún país que le pueda proporcionar más infraestructura de guerra, para conseguir un armamento cada vez más sofisticado en lo que ya se convirtió en una guerra interminable.
No puede pasarse desapercibido en este ambiente de guerra, que parece ya lo normal del mundo en que vivimos, un atentado en Siria, donde se creyó que entraba en un proceso de paz; el ataque causó más de 80 muertos y 240 heridos. Aconteció en la Academia Militar de la ciudad de Homs, donde se celebraba una graduación. Es probable que el atentado estuviese dirigido al ministro de la Defensa que abandonó el sitio unos minutos antes. Aunque el gobierno tiene el control en que lo que fue un feudo de los rebeldes, demuestra que no han cesado los horrores de la presencia del Ejército islámico y que la guerra no ha concluido.
Tampoco se puede olvidar que los mercenarios del grupo Wagner, patrocinados por Rusia con sirios que ellos entrenaron, también se involucraron en el conflicto de Nagorno en defensa de los armenios. Y, para hacer referencia al enredijo que en cualquier parte provocan los países interesados, Turquía proveyó de drones a los azeríes en esa contienda. Así, todo parece conectarse con todo y el mundo parece dispuesto a esperar lo que sea.