Ajedrez

El "ajedrez solitario" como práctica cotidiana para mejorar

Es claro que este tipo de ejercicios deben hacerse simulando las condiciones de juego estrictamente, es decir, con el tablero enfrente e incluso, poniéndose un tiempo razonable para el análisis personal. Digamos entre una hora y noventa minutos para el estudio de una sola partida.
domingo, 13 de marzo de 2022 · 23:21

CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Hace un par de semanas, en esta misma columna, hablamos de la necesidad de trabajar en la táctica ajedrecística. La razón de esto es simple: finalmente las partidas se definen por medios tácticos. Las grandes estrategias se resuelven en general por una combinación final que termina con la resistencia del adversario. Por ello mismo sugerimos trabajar en el método del “carpintero”, en donde se trabajan en diferentes escalas de tiempo mil ejercicios de táctica, desde los sencillos hasta los más difíciles, y se repiten estos usando cada vez menos tiempo. Esta idea –que no es nueva en la enseñanza/aprendizaje– la incorporan los grandes maestros Tikkanen y Smith en su libro “The Woodpecker Method”.

La idea es estupenda, porque después de seguir las indicaciones de este libro, uno puede estar seguro que los temas más significativos de la táctica se han aprendido y que además, estos han pasado al subconsciente, de forma tal que ya sean parte del bagaje de conocimientos que los ajedrecistas debemos tener. Sin embargo, hay otros métodos, como el que plantearemos aquí, el del “ajedrez solitario”.

Dicen que nadie experimenta en cabeza ajena y en ajedrez parece ser cierto. Podemos analizar las partidas de los grandes jugadores, pero esto no nos dará la experiencia de quien jugó la partida en realidad. Porque cuando uno participa en un torneo, las partidas que uno juega, gana, empata o pierda, se conservan mucho más tiempo en nuestra memoria. La razón es que dichos encuentros fueron analizados por uno mismo a profundidad, sin contar, desde luego, con la parte emocional. Por ejemplo, cuando uno ve la posibilidad de un remate brillante y el corazón empieza a palpitar más fuerte. En otras palabras, el recuerdo permanece porque nos involucramos en el problema, en intentar ganar y así resolver la partida de ajedrez a nuestro favor. ¿Es posible, a pesar de esto, hacerse de la experiencia de las partidas que analizamos sin necesidad de tener que pasar por la victoria o la derrota? La respuesta es afirmativa y se puede lograr casi la misma experiencia de jugar una partida de torneo mediante el método del ajedrez solitario.

Este esquema de estudio no es nuevo y, de hecho, es común en las revistas especializadas. Curiosamente no parece haberse comprendido el gran valor didáctico que puede ofrecer al estudiante dicho esquema. La idea consiste, primero, en seleccionar una buena colección de partidas. Una vez hecho esto, el método consiste en que el estudiante se imagine jugando hombro con hombro con el maestro que ganó la partida, e intente entonces acertar a las jugadas que en dicho encuentro se produjeron. Si en algún momento no se predice la jugada correcta, se hace la que hizo el maestro así como la respuesta del adversario y de nuevo estamos en el camino de buscar la siguiente jugada que hizo el ganador de la partida.

Existen algunos libros que siguen esta idea  pero con un elemento que refuerza la enseñanza: el calificar cada jugada que hace el maestro. Muchas veces en una partida de ajedrez hay más de una buena jugada. Así, si uno estudia un encuentro vía esta técnica del ajedrez solitario, es posible que el autor de los comentarios de dicho encuentro otorgue puntos por más de una jugada y no solamente por la jugada que hizo el maestro. La retroalimentación que significa una calificación positiva en las jugadas que uno hace resulta en un afán más serio, por parte del estudiante, para hallar la jugada que sigue. Al final del encuentro, normalmente el autor del ejercicio califica el desempeño del estudiante. Al principio, probablemente, las jugadas que uno hace estén alejadas de las que el maestro ha realizado. Sin embargo, con práctica y un intenso esfuerzo por comprender lo que está ocurriendo en las partidas con este formato, nos puede hacer mejorar notablemente en nuestro ajedrez.

Es claro que este tipo de ejercicios deben hacerse simulando las condiciones de juego estrictamente, es decir, con el tablero enfrente e incluso, poniéndose un tiempo razonable para el análisis personal. Digamos entre una hora y noventa minutos para el estudio de una sola partida.

Hay libros como How Good Is Your Chess?, Daniel King, Ed. Cadogan; How Good Is Your Chess? Leonard Barden, Ed. Dover; (los dos libros son diferentes, aunque el título es exactamente el mismo); Solitaire Chess, I.A. Horowitz, Ed. CornerStone Books, Solitaire Chess, de Bruce Pandolfini, de Random House o incluso revistas como Chess Life (EU) o Jaque (España), Chess (Reino Unido), en donde ya existen partidas establecidas con este método y que el ajedrecista ambicioso debería realizar para mejorar su juego.

De hecho, ya existe suficiente evidencia que muestra que el avance en el nivel de ajedrez se logra mediante una acción pro-activa frente al tablero, es decir, analizando a detalle las partidas, poniéndose en la posición de un jugador para tratar de encontrar cómo continuar. El aprendizaje pasivo, es decir, moviendo las piezas y siguiendo los comentarios de un encuentro no parecen ser suficientes para que quede una enseñanza. Es quizás por ello que mejorar en ajedrez parece ser siempre tan difícil.

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